No ha sido el rey marroquí, españoles, quien ha destruido las virtudes domésticas y los vínculos familiares
LAS sociedades gangrenadas y terminales gustan de poner tronos a las causas y cadalsos a las consecuencias. De ahí que todos los loritos con tribuna pública repitan que, por dejar que diez mil moritos de la morería entren en Ceuta, el rey marroquí ha perpetrado una ‘invasión’. ¡Si España lleva mucho tiempo invadida, almas de cántaro! El rey marroquí no pretendía invadiros, españoles, sino tan sólo atender simbólicamente la solicitud realizada por vuestros gobernantes, que reclaman un «saldo migratorio anual de 255.000 personas», para paliar la «caída de la población en edad de trabajar» y «garantizar nuestro sistema de pensiones». Y, sabiendo que España está tan necesitada de savia nueva, el rey marroquí os ha brindado samaritanamente una pequeña porción de esos inmigrantes que vuestros gobernantes reclaman.
No ha sido el rey marroquí, españoles, quien os ha convertido en una muchedumbre obsesionada en el disfrute de bienes materiales y derechos de bragueta. No ha sido el rey marroquí quien ha destruido la dignidad de vuestros oficios manuales, mientras generaba una juventud parasitaria y hedonista que recopila títulos universitarios de la señorita Pepis y golfea en Tinder. No hay sido el rey marroquí quien ha impuesto el aborto, ni el sopicaldo penevulvar, ni la autodeterminación de género, ni todas las aberraciones que hoy se proponen como modelos de ejemplaridad a vuestros hijos. No ha sido el rey marroquí quien ha destruido las virtudes domésticas y los vínculos familiares, no ha sido el rey marroquí quien ha enviscado a mujeres contra hombres, a catalanes contra castellanos, a jóvenes contra viejos. No hay sido el rey marroquí quien ha dejado caer implacable un hacha «sobre cualquier humilde ligazón: / sobre dos plegarias que se funden, / sobre dos herramientas que se enlazan, / sobre dos manos que se estrechan», «sobre todo lo que se congrega / y se prolonga: / sobre la gavilla / y el manojo / sobre la espiga / y el racimo».
No ha sido el rey marroquí quien os ha hecho volver la espalda al Dios hecho carne que comulgaban vuestros padres, no ha sido el rey marroquí quien ha matado vuestra fe, vuestra esperanza y vuestra caridad, no ha sido el rey marroquí quien os ha convertido en papilla solipsista regida por las pulsiones y enchufada a Netflix, no ha sido el rey marroquí quien ha matado vuestro amor para prolongaros en carne de vuestra carne, para honrar vuestros oficios y luchar por vuestros lares. No ha sido el rey marroquí quien os ha invadido de pasiones putrescentes, de acedia y parálisis vital, hasta convertiros en átomos amarillos y rencorosos. El rey marroquí, españoles, sólo ha querido mostrar al mundo cuán fácil es dar la puntilla a los pueblos que se han dejado invadir y esclavizar por el mal, que han hecho del mal el aire que respiran y el agua que apaga su sed. Revolveos contra el mal que os destruye y dejad de lloriquear como mariconas ante los alardes del rey marroquí.
El gris Aragonès, de ERC, ha sido investido presidente bajo la tutela de Junqueras (13 años de cárcel por golpista), en un Gobierno de coalición con Junts (partido de Puigdemont, prófugo en Waterloo y de dudosa estabilidad) y bendecido por CUP (extrema izquierda separatista de ribetes frikis). Aragonès anunció que el objetivo de su Gobierno será «culminar la independencia»; aunque las elecciones catalanas las haya ganado un partido no independentista. Muy educadamente, soltó también alguna burrada que no se escucha en ninguna democracia del mundo: «La voluntad popular no puede estar limitada por las leyes».
A propuesta de Junts, el consejero de Economía de esta tropa será Jaume Giró Ribas, de 57 años. Su nombre les dirá poco, pero ejemplifica un prototipo del que deberíamos protegernos para conservar nuestro país. Giró nació en Badalona, en familia de clase media esforzada. Fuimos compañeros estudiando periodismo en la Universidad de Navarra y nos llevábamos bien. Un chaval muy inteligente, trabajador y ambicioso; de carácter campeón, bajito y con una sonrisa diplomática siempre en ‘on’. De talante conspirológico, es de esas personas que ríen todo el rato sin que se sepa de qué y muy de palmear con complicidad las espaldas de personas que ni conoce. Acorde a su valía, hizo buena carrera en la gran empresa. A la vera de Brufau fue director de comunicación de Gas Natural y después de Repsol. En 2009 saltó a La Caixa, donde llegó a dirigir su excelente fundación. ‘De facto’ se desenvolvía como si fuese el número dos del banco, hasta que Fainé le enseño la puerta en 2019, tal vez temeroso de sus sueños de convertirse en califa en lugar del viejo califa.
Gas Natural (hoy Naturgy) nació de la fusión de Catalana de Gas y Gas Madrid. La operación, bendecida por González, regalaba a la siempre primada Cataluña la manija del sector energético español. Por su parte, La Caixa ha acabado como primer banco de España. Giró estuvo en la cocina de ambas empresas. Vio de primera mano lo mucho que les rentaba España, las ventajas de la unión en un gran país... Pero no aprendió nada, porque su corazón nacionalista –hoy abiertamente separatista– se anteponía a cualquier consideración racional. Como otros santones del empresariado catalán, se pasó años impartiendo supuestas lecciones de ‘seny’ por Madrid, invitando a «los españoles» a superar su «intransigencia» y buscar una «vía amistosa» para arreglar «el conflicto». Como tantos otros, en realidad era un separatista que todavía no se atrevía a salir del armario (porque dentro de España se vive muy bien y se puede ganar mucha pasta). Al quitarse la máscara retrata cómo hacíamos el canelo quienes escuchábamos respetuosamente sus recetas paternalistas para un «acuerdo cordial» que «encajase» a Cataluña.
«Esta gente en el fondo tiene complejo de superioridad. Se creen el pueblo elegido», comento con un amigo. Él, más agudo que yo, me corrige: «Es ya más bien un complejo de inferioridad, porque con la cerrazón provinciana se están quedando atrás». Bájate de la moto, Giró, que aún estás a tiempo...
Separatistas de corazón impartían supuestas lecciones de ‘seny’ por Madrid