El contenido de las redes sociales centrado en la belleza de los cuerpos ha exacerbado estos trastornos
Los doctores alertan de los cuadros cada vez más graves de depresión, estrés y ansiedad de los jóvenes
ducta Alimentaria (TCA) del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, reveló recientemente en un foro de Psiquiatría que la pandemia había triplicado los casos de anorexia y bulimia respecto al momento anterior a que estallara el Covid. «Los ingresos comenzaron lentos, luego hemos ido viendo cuadros cada vez más severos: graves alteraciones del humor, conductas desmesuradas, caída muy repentina del rendimiento escolar...», confirman los psiquiatras.
Las señales que estaban dando estos chavales era que por nada del mundo querían sentarse a la mesa, se encerraban más de la cuenta en sí mismos y han consumido durante este año y medio largo «demasiada televisión, redes sociales, tenían demasiada influencia externa», infiere Plumed. Se detenían en las mil formas de adelgazar. Mucho grupo de WhatsApp. Mucho Instagram con sus postureos y sus filigranas. El resultado: «Hemos pasado, en las Urgencias, de tener 3-4 ingresos a la semana por TCA a atender ahora 2-3 casos diarios. La cosa va a más. El estrés crónico se queda y el curso escolar va a comenzar justo como acaba éste; no presumo algo mejor, aunque espero equivocarme», enfatiza el psiquiatra del Infanta Leonor.
Antes de llegar a un hospital, muchos familiares o amigos que descu
La Asociación Española para el Estudio de los Trastornos de la Conducta Alimentaria (Aeetca) agrupa a las numerosas entidades de ayuda a estos jóvenes, como Adaner (arriba). Los familiares llaman y hacen sus consultas. bren que algo está pasando piden asesoramiento a técnicos y psicólogos como los que trabajan en Adaner (Asociación para la Defensa de la Atención a la Anorexia Nerviosa). María e Isabel aseguran que desde septiembre el teléfono no deja de sonar. Son masa. «Las llamadas las hacen normalmente familiares, pero también ellos, los pacientes. Desde hace unos meses son un continuo. La edad de inicio está cayendo hace ya varios años. Hay muchos casos, sobre todo de niñas, que son el 90%, de 9, 10, 11, 13 años... Los TCA son trastornos basados en el control. Si algo ha pasado en pandemia es descontrol. Con horarios, comidas, hábitos, falta de relaciones sociales, han perdido amigos», explica a este diario María Fernández, psicóloga de esta entidad. El estrés ha sido lacerante.
Los efectos de estos trastornos son demoledores. Chicas que ingresan sin llegar a los 30 kilos, pierden la menstruación, se arañan desconsoladamente porque no pueden parar de hacerlo, se golpean... Culpabilidad. «Hemos visto de todo», relata Ibáñez, que protege hasta el extremo el dolor de sus pacientes. Sí reconoce que ha habido situaciones dramáticas, que casi pueden con uno, incluso siendo un especialista.
Nerea Lorenzo se reconoce en todos los efectos de un TCA. Tiene muchas conocidas que aún lo sufren. Para ella ha dejado de ser un tema tabú y lucha por darle sentido y forma. Una de las personas a las que Adaner ayudó hace años «Estamos muy preocupados. Los casos de TCA en los jóvenes se han agravado mucho en la pandemia, a lo que ha contribuido la falta de rutinas y el aluvión de mensajes que les han llegado a través de las redes sociales y el teléfono» es ella, a quien entrevistó ABC con motivo de su último libro de autoayuda con la comida. Por aquel entonces el coronavirus era un palabro inexistente y Nerea se recuperaba con mucho trabajo de sus heridas pasadas. Temió por su vida en varias ocasiones. Ahora vuelve a relatar lo mal que se ha pasado en pandemia con un padecimiento adicional, y los tratos que ha tenido que armar con ella misma y con su familia: «Yo seguiría comiendo las tomas que me corresponden, pero eliminaríamos el suplemento extra que suelo tener en mi día a día habitual, sin confinamiento y con una vida más activa». Prosigue: « También tuve que pedir varias sesiones a mi psiquiatra y tuvimos que modificar la medicación. Muchas de mis manías, subyacentes, se exacerbaron; otras nacieron nuevas y se han quedado conmigo».
Comer de más o de menos
El problema, resume con sus palabras, es que «hemos tenido muchísimo tiempo libre; es decir, para pensar, mirarnos, concentrarnos en todo lo que está mal, para juzgarnos y han aumentado mucho los niveles de ansiedad, lo que ha llevado a algunos a comer de más y a otros a comer de menos». Por último, dice esta joven madrileña, «hay gente que quiso aprovechar el confinamiento para ponerse en forma para el verano y se les pudo ir de las manos».
Los doctores aseguran que el tratamiento a estos pacientes nunca ha cesado, pero que las unidades de Urgencias y Psiquiatría en pandemia se volcaron en el Covid, por lo que el resto de dolencias se vieron de algún modo sacrificadas. Ahora se recogen algunos de esos frutos. Lo que el coronavirus desplazó sigue ahí.