«Aprendí a conducir con 13 años, en mi pueblo no había policía» Nasser Al-Attiyah
► El cinco veces campeón del Dakar y príncipe de Qatar admira la cultura del motor que existe en España, donde tiene un complejo de circuitos
Nasser Al-Attiyah es el piloto qatarí de 52 años que lo ha ganado todo en el mundo de los rallys: cinco Dakar, diecisiete Rally de Oriente Medio, cinco Mundiales de Rally Cross-Country, dos Mundiales de Rally-2 y un Mundial de Rally de Producción. Sin embargo, el interés que despierta internacionalmente la figura de Al-Attiyah, que tiene un trofeo de Dakar más que Carlos Sainz, es fruto de, además de su destreza al volante, sus peculiaridades. Decidió llevar al terreno de lo profesional una de sus aficiones, el tiro al plato, deporte en el que ganó una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Además, viene de una de las familias más privilegiadas de Qatar: su primo es el actual emir del país, su padre fue ministro de Energía y él mismo goza del título y tratamiento de príncipe. Y para más inri, en 2019 construyó en una finca que compró en Castellfollit del Boix (Barcelona) el ‘Nasser Racing Camp’, un complejo de circuitos de todo tipo en el que él y sus invitados entrenan.
–¿Qué vio en Cataluña para decidir asentar aquí el ‘Nasser Racing Camp’?
–Hacía mucho tiempo que quería tener un sitio en el que poder disfrutar con mi familia y amigos a la vez que entrenar. Mis compañeros siempre me hablaban sobre lo bien que se vive en Barcelona, así que en 2019 vine por primera vez a esta gran ciudad y descubrí en esta comarca (Bages) las características perfectas para poder construir un lugar para entrenar y pasar tiempo con mis allegados. La idea del ‘Racing Camp’ fue posterior. Quise ir más allá del disfrute personal y usar este proyecto para dar más oportunidades a mi equipo y a los demás pilotos, hasta el punto de que han venido muchas otras compañías a probar nuevas tecnologías en nuestras instalaciones.
–¿Cuándo y cómo empezó a conducir?
–A los trece años. Vivía en un pueblo muy pequeño en Qatar en el que no hay policía, por lo que no había problema… Fue en esa época en la que me enamoré del motor.
–¿Qué ha supuesto en su carrera que su familia goce de una situación socioeconómica tan privilegiada?
–Yo siempre he trabajado por mí solo y siempre me he empeñado en tener una vida propia, fuera de todo lo que es mi familia. Con mucho esfuerzo y la ayuda del Gobierno qatarí he conseguido tener una gran carrera aparte.
–Ahora que ha podido vivir en España, ¿qué opina de la vida española y sus diferencias con la qatarí?
–Todos los qataríes venimos a vuestro país y nos sentimos como en casa. Aquí nunca te aburres, en el sur tenéis una de las costas más preciosas del mundo y en el norte una l arga gama de montaña y verde. Además, es eso mismo, la variedad de ecosistemas, lo que hace de España un gran país para el motor y los deportes sobre ruedas.
–¿Y sobre el motor en España?
–Admiro la cultura del motor que hay en España, la afición que hay por la Fórmula 1, Moto GP, el Dakar… y las grandes personalidades que han reinando y reinan aún en la cima de estos deportes. Cuando piensas en motor, lo primero que te viene a la cabeza es España.
–A sus 52 años ha conseguido ganar cinco veces el Dakar. ¿Cuántos cree que podrá ganar hasta su retirada?
–No me gusta ponerme límites numéricos, pero estoy seguro de que aún puedo dar muchos más triunfos a mi equipo y la gente en mi país.
–Ganó su primer Dakar en 2011 y pasó a ser conocido internacionalmente. ¿Cómo cambió su vida desde aquel triunfo?
–Fue una sorpresa para todos los que siguen el Dakar que un piloto qatarí ganara. Somos algo más de 2,8 millones de qataríes (en aquel momento 1,7), y siento que con aquella primera victoria el mundo vio el potencial de nuestro país en el motor, lo cual hizo que el gobierno comenzara a apoyar este talento. De hecho, cuando gané el primer Dakar (2011), ni Qatar tenía Embajada en Argentina, por ejemplo, ni Qatar Airways proporcionaba vuelos a Buenos Aires. Pero, tras mi victoria, tanto el Gobierno qatarí como la aerolínea vieron el interés que había por nuestro país en Sudamérica y decidieron abrir la embajada y una línea aérea para fortalecer las relaciones entre ambas naciones y continentes.
–Dejó el Dakar 2024 por una avería en el motor de su Dacia, marca con la que firmó a finales de 2023. ¿Sigue su confianza intacta con ellos?
–Claro. Siento que esta es la marca perfecta y la que más posibilidades de ganar el siguiente Dakar nos da.
–Este año decidió debutar en la modalidad mixta que usa motores eléctricos Extreme-E. ¿Qué le llevó a tomar esta decisión? ¿Cree que esta modalidad se irá desarrollando con los años?
–Simplemente quería probar algo nuevo. Mi agenda es tan ajetreada que tan solo pudimos participar en una carrera. Hay que darle tiempo a este modo de correr. El tema de los motores eléctricos es muy novedoso, y seguramente se terminen implementando también los motores de hidrógeno. Es una manera de dar oportunidades a más personas y hacer crecer los deportes de motor.
–Otra de sus pasiones es el tiro al plato. ¿A qué dificultades se enfrenta al combinar ambos deportes?
–Es una relación de mutua conveniencia. El tiro me ayuda mucho en las carreras, sobre todo en el aspecto psicológico. Me aporta una alta capacidad de concentración y consolida mentalmente el valor de la precisión. En cambio, los rallys me ayudan a estar fuerte físicamente, que es algo fundamental en el tiro, mucho más importante de lo que se suele pensar, por las horas que puedes llegar a estar de pie.
–¿Qué espera de los Juegos Olímpicos de París 2024, para los que ya está clasificado?
–Serán durísimos. Entiendo que haya mucha gente que no esté muy metida en el mundo del tiro, pero hay una nueva generación, joven, que está llegando con mucha fuerza. De todas maneras, me aferraré a la experiencia para tratar de ganar otra medalla.
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