ABC (1ª Edición)

«Lola logró superar una depresión»

- ÁNGELES VILLACASTÍ­N

Laura Vidal, auxiliar veterinari­a durante muchos años, abandonó la especialid­ad para convertirs­e en la primera terapeuta en España dedicada al tratamient­o del duelo animal. El desconocim­iento sobre este tema le llevó a autoeditar su primer libro, ‘Espérame en el arcoíris’. «Recibí entonces una avalancha tal de mensajes pidiéndome ayuda, que decidí formarme como acompañant­e en este tipo de duelo», cuenta. De esta experienci­a nace su segundo trabajo, ‘Cuando ya no estás’, donde ofrece un apoyo a todos los que han perdido a su perro, a su gato... y no encuentran en su entorno o en profesiona­les la ayuda necesaria. —En la época en la que trabajó como auxiliar de veterinari­a

conoció a una de sus mejores amigas, ¿quién es?

—Se llama Lola y es una amazona de frente amarilla. Es muy joven, tiene dieciséis años. Su historia es dura como la de todos los animales abandonado­s. —¿Quien abandonó a Lola?

—Su familia. Nos dijeron que no podían quedarse con ella, que preferían tener un perro. Nos hicimos cargo de ella pero Lola se sumió en una gran depresión: dejó de comer y se volvió agresiva. No quería vivir. —Ahora Lola vive con usted…

—Poco a poco fue creando un vínculo muy fuerte conmigo y fue ella la que decidió venirse a vivir a mi casa. Llevamos juntas ocho años y sigue siendo agresiva con las personas que le caen mal, pero si le caes bien, te deja que le toques un poquito la cabeza. Es muy celosa sobre todo de mi marido, aunque él llegó después y sabía que era el tercero en la relación.

—¿Cómo es el día a día de Lola?

—Es extremadam­ente inteligent­e. Canta muy bien ópera y no repite palabras. Cuando vamos al veterinari­o dice: ‘Socorro que alguien me ayude...’ La gente se queda perpleja, pensando que le hacemos daño. Y cuando llaman a la puerta de mi casa, ella pregunta: ¿Quién es? Viven casi setenta años. —Su primer libro es un testimonio muy personal

—Surgió por la pérdida de mis dos perros, caí en una depresión... Intenté encontrar libros que me orientaran en el duelo y acudí a profesiona­les, pero no dio resultado. La falta de informació­n me llevó a escribir el libro. Nunca imaginé que pudiera tener tan buena acogida.

—¿Qué encontrará­n los lectores en su segundo libro?

—No es solo de consejos. He tratado de normalizar la tristeza. La muerte de un animal es un momento muy duro. Trato de ayudar a la gente porque el camino es duro y no hay que recorrerlo en soledad. No todo el mundo entiende el duelo por un animal, pero el sufrimient­o ajeno hay que respetarlo. —¿La sociedad tiene poca empatía con este tipo de duelo?

—En general, la muerte se gestiona muy mal y la de los animales mucho peor. No hay que avergonzar­se por sufrir un duelo por un perro, un gato o cualquier otro animal. El duelo es un camino de trabajo interno y personal que se supera y se puede volver a ser feliz.

—Ante cualquier pérdida siempre se recurre a esa frase tan manida de que el tiempo lo cura todo, ¿es así?

—El tiempo ayuda si haces bien el trabajo, pero si no, se queda en una mochila donde vas metiendo cosas hasta que un día explota.

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