Vidilla negacionista
Pablo Iglesias Fundador de Podemos
Iglesias implica a medios, jueces, empresas, policías y al PP en el «nuevo golpismo»
Si a Isabel Díaz Ayuso le debemos una por haber sacado del Gobierno, como el hurón al conejo, a Pablo Iglesias, al fundador de Podemos, ahora ‘coach’ de radicales desmotivados, le debemos la figura del golpe vicario, que es como lo de Rociito, sin violencia y de boquilla. En sus tiempos vicepresidenciales, Iglesias se escudaba en ‘la gente’ –gente que habla, que piensa, que se indigna, que se moviliza– para soltar toda suerte de improperios insurreccionales contra la Corona, el poder judicial o cualquier estructura del Estado, agresiones de las que aparentemente era mero transmisor y profeta iluminado. Como conferenciante de grupos de autoayuda, a Iglesias le sigue faltando ahora el valor para denunciar las conspiraciones que fabula y deja en el aire. La que estrenó ayer va del «nuevo golpismo», definido por el joven profesor, pregunta de examen, como el «conjunto de dispositivos donde poderes mediáticos conectados con los grandes poderes económicos se alían con las autoridades judiciales para ganar de manera ilegítima en los juzgados lo que no pudieron ganar en las urnas». El negacionismo democrático da para mucho. Te votan cuatro gatos y le echas la culpa a los medios que alertan contra tus fines, a las empresas que quieres intervenir y a los jueces que te investigan las tarjetas telefónicas, las niñeras, las patadas, las intromisiones en el honor, los pagos en B, las neuronas, los monederos y los cheques del chavismo. Como dijo Montero, la otra, eso no es nada, chiqui. La corrupción, presunta o flagrante, está ya tan normalizada como el golpismo, sea viejo o de Agenda 2030. El negacionismo, en cambio, tiene peor arreglo y apenas sirve para darse vidilla antisistema.