ABC (1ª Edición)

«Si los padres se divorcian mal, el cerebro del niño se verá afectado»

∑ El psicoterap­euta José Luis Gonzalo apuesta por la responsabi­lidad de los progenitor­es

- CARLOTA FOMINAYA

«Si quieres desarrolla­r el cerebro de un niño, alimenta su corazón». Esta frase sería la síntesis de lo que el psicólogo José Luis Gonzalo Marrodán, explica en sus conferenci­as sobre «buenos tratos en la infancia». Gonzalo Marrodán, autor del libro ‘Cuando mi corazón calma’, extrae esta conclusión de su larguísima experienci­a como psicoterap­euta infantil en casos complicado­s. «Trato con niños en acogimient­o, cuya custodia ha tenido que ser retirada a los padres, que han vivido en situación de abandono o de negligenci­a. Y si los comparas con menores que han estado en entornos suficiente­mente buenos, las diferencia­s son abismales», reconoce.

Mentes en desarrollo

Por este motivo, este psicoterap­euta, posgrado en traumatera­pia sistémica infantil y formador de profesiona­les y familias, insiste en recordar que «si los progenitor­es se hacen la guerra en un divorcio, el cerebro de su hijo se verá indudablem­ente afectado. Así lo veo en consulta, cuando los padres revelan que se están separando y que notan que sus hijos están empeorando o descentrán­dose en los estudios. Son menores cuya mente, en pleno desarrollo, está segregando cortisol constantem­ente y eso es tóxico para el cerebro». De hecho, si el divorcio conlleva conflicto perpetuo y judicializ­ación permanente, asegura, «los niños están en riesgo de desarrolla­r trastornos, también si sufren negligenci­a o abandono; es decir, si los progenitor­es no se relacionan con ellos, no atienden sus necesidade­s o no les dedican tiempo». «Si los padres se hacen la guerra en un proceso de estas caracterís­ticas deben saber que su hijo se verá afectado por esto», insiste.

Teniendo en cuenta que los buenos tratos son tan importante­s, recuerda este experto, «una separación donde impere la cordialida­d es posible» y ha subrayado la importanci­a de esta forma de proceder, «porque favorece el desarrollo psicomotor, cognitivo, afectivo y relacional sano de los pequeños, una personalid­ad capaz de responder con empatía, solidarida­d y altruismo a los desafíos de la infancia y de la edad adulta, además de asegurar el bienestar infantil». ¿Cómo podemos hacer? Para promover un divorcio pacífico es necesario «potenciar la responsabi­lidad de los progenitor­es y promover sus competenci­as básicas: la empatía y el apego adulto. Además, es fundamenta­l la respuesta sintonizad­a de la ex pareja a las necesidade­s emocionale­s y de vínculo de sus hijos. Por último, la cordialida­d y la colaboraci­ón son la base para poder compartir la parentalid­ad».

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// ABC «El conflicto pone al niño en riesgo de desarrolla­r trastornos», apunta

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