Albert Corazón Adiós al artista que revolucionó el diseño gráfico en España
▶ El diseñador, pintor y escultor muere en Madrid a los 79 años. Uno de sus últimos trabajos fue la obra del premio Gistau
La última vez que estuvimos juntos fue en octubre de 2019, la primera en 1964. En la última, una exposición en Briones, pueblo riojano, en la bodega de Dinastía Vivanco, la última exposición de Alberto. Yo hice el texto del catálogo. La primera, en la editorial Ciencia Nueva. Corazón diseñaba sus libros y portadas, carteles también. Algunas portadas no agradaron a los autores, a mí sí. Desde ahí nació una fuerte, íntima y entrañable amistad: cincuenta y siete años, una vida de viajes, veraneos, conversaciones telefónicas, proyectos compartidos; cincuenta y siete años de cariño y de riñas, como es propio de los amigos.
Alberto Corazón empezó a trabajar como grafista. Sus libros, sus portadas, poco han tenido que ver con las convenciones tradicionales, si algo no ha sido es convencional. Pronto alternó ese trabajo con obras que entonces se llamaban ‘conceptuales’, «a favor de un arte útil», afirmaba. Serigrafías, fotografías, fotocopias y reproductoras de planos fueron algunas de las técnicas empleadas; soportes en papel, en plástico y vinilos caracterizaron las obras que se expusieron en la Galería Redor y el Instituto Alemán de Madrid. El título genérico, ‘Nuevos comportamientos artísticos’: era nuevo, como lo era su modo de leer la imagen. En 1976 formamos parte del comité organizador de la Bienal de Venecia, polémica, «España, Vanguardia artística y realidad social, 1936-1976», en la que presentó dos obras memorables: el mural de madera vieja que recorría la exposición, pared de un marco histórico para las obras expuestas en las diversas salas, y el repertorio de portadas de ABC con los sucesivos 18 de julio franquistas –‘18 de julio/Iconografía de un dictador’–, documentos que cerraban el recorrido de la exposición, como documentos eran sus trabajos sobre ‘La paloma’ o ‘Una iconografía de clase’. Alberto era ya una figura fundamental en el desarrollo del arte conceptual, verdadero animador de una corriente que se proponía transformar el panorama artístico de los años setenta y desbordaba los límites habitualmente aceptados de la vanguardia.
Un hito del grafismo
Entre tanto había realizado obras no tan conocidas pero que, creo, constituyen un hito en el desarrollo del grafismo: el Boletín del Colegio de Doctores y Licenciados de Madrid, en el que defendíamos con ardor, y con razones, la enseñanza pública; diversos carteles sobre los problemas de la enseñanza y, sobre todo, el proyecto de Comunicación, un ‘frente cultural’ decíamos, conocido tanto por el diseño de sus libros cuanto por el contenido de los mismos. Corazón había revolucionado el diseño gráfico en nuestro país. Menos conocido puede ser su diseño de una revista política, ‘Nuestra Bandera’, revista teórica del PCE, cuyas portadas se convirtieron en carteles; sus interiores y contenidos, en reclamos de una renovación profunda.
Corazón siempre estuvo contra la ramplonería y la mediocridad. En los años setenta se preocupaba por la ima
gen corporativa, se propuso cambiar las pautas establecidas y lo logró: los logos de la librería Antonio Machado, de la ONCE, Mapfre, Tesoro Público, Círculo de Bellas Artes, La Rioja, etc. constituyen un inmejorable testimonio de su capacidad para seducir cualquier resistencia y transformar lo que parecía intocable. Recibió el premio Nacional de Diseño en 1989, ingresó en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, fue miembro del American Institute of Graphic Arts, publicó libros en los que expone los rasgos fundamentales de su trabajo, sus intenciones y su función.
Pintura y escultura
Nunca se contentó con lo que hacía, siempre fue más allá, el paso siguiente fue el diseño industrial –teléfono Domo (Telefónica), Cercanías de Madrid (Renfe), etc.–, después satisfizo la que había sido una pulsión constante: la escultura y la pintura. El nuestro es un país duro, no le gusta que un actor se convierta en escritor, no le gusta que un grafista se convierta en pintor o en escultor. Corazón destruyó todos esos tópicos, nos asombró a todos con una exposición de esculturas que indicaban la madurez de alguien que había estado toda su vida haciendo escultura, lo que no era su caso. Las pinturas y los dibujos sucedieron a las esculturas, convivieron con ellas, como si fuera un ‘agrimensor’, escribía, alguien que medía y doblegaba el espacio, alguien que convertía los signos en imágenes pictóricas, las imágenes pictóricas en signos, alguien que introducía frases en sus pinturas, palabras que explicaban las pinturas y nos hacían ir más allá, haciendo de las imágenes, las palabras, y los signos una obra que se volvía sobre sí misma y nos incitaba a preguntarnos por su naturaleza. Y, al preguntarnos por su condición, nos interrogábamos por la nuestra, por los secretos de nuestra percepción y de nuestra inteligencia.