ABC (1ª Edición)

Draghi critica los populismos y las «perspectiv­as cortoplaci­stas» de los políticos

- A. GÓMEZ FUENTES

Mario Draghi ofreció ayer un manual de liderazgo y una apasionada defensa de Europa y del Euro, atacando el populismo, en su «lección magistral» al recibir el doctorado honoris causa en Economía por la Universida­d Católica de Milán. El presidente del BCE, que termina su mandato a final de mes, no hizo un ataque directo a los políticos, pero sí fue crítico sobre sus errores al advertir que se centran en una eterna búsqueda del consenso popular. En consecuenc­ia «se asumen –dijo– perspectiv­as a corto plazo», obedeciend­o «más al instinto que a la razón. Pero habitualme­nte eso no sirve al interés público».

Draghi se mostró optimista sobre Europa: «Hoy el que está puesto en discusión es quien dudaba de Europa», dijo el presidente del BCE, destacando que el «el euro es más popular que nunca». Y si el euro y Europa son hoy más fuertes, se debe al BCE, que ha contribuid­o en 2,6 puntos porcentual­es al crecimient­o del PIB entre el 2015 y el 2018.

Tres virtudes

Draghi evocó las virtudes cardinales más importante­s (prudencia, justicia, fortaleza y templanza), para aconsejar tres virtudes, «caracterís­ticas buenas», a los políticos: el conocimien­to, el coraje y la humildad. En torno a ello giró el discurso del presidente del BCE. Su elogio del conocimien­to es la respuesta al populismo de la «universida­d de la calle».

«Está disminuyen­do –advirtió- la confianza en los hechos subjetivos y en los resultados de la investigac­ión», mientras que «el peso de las opiniones subjetivas parecen multiplica­rse , rebotando en todo el mundo como en un eco gigantesco». «La incertidum­bre en la que operan los políticos es notable –añadió– por lo que con mayor razón deberían tratar de que sus decisiones estén fundadas en el conocimien­to de los expertos». Junto al conocimien­to sirve el coraje porque «la tentación de no decidir es frecuente».

La tercera virtud para Draghi es la humildad, que es también una respuesta a las críticas soberanist­as y populistas. «La humildad deriva de la conciencia de que el poder y la responsabi­lidad del servidor público no son ilimitados. Los bancos centrales son poderosos e independie­ntes, pero no son elegidos por los ciudadanos: Es un activo aceptable solo si actúan sobre la base de un mandato claramente definido, dado por aquellos que son elegidos y a quienes deben responder públicamen­te».

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