ABC (1ª Edición)

Londres pide una prórroga para lograr un Brexit negociado

El Gobierno de May no considera realista salvar los escollos antes de la cumbre del jueves

- IVÁN ALONSO CORRESPONS­AL EN LONDRES

Con las negociacio­nes del Brexit de nuevo encalladas y ya casi sin tiempo para cumplir la fecha tope que ambas partes se pusieron, finales de esta misma semana, Theresa May aún se mantiene optimista en llegar a un acuerdo con la UE. A pesar de la cantidad de problemas domésticos que tiene (en forma de rebeliones internas, de amenazas de sus socios parlamenta­rios o de independen­cia por parte de Escocia), la primera ministra británica volvió ayer a afirmar que ve «factible» acordar una salida ordenada del club comunitari­o con sus todavía socios.

No obstante, May apuntó que aún quedan varias dificultad­es «técnicas» por resolver. En especial se refirió a los «dos problemas» que están torpedeand­o el llegar a un pacto entre ambas partes. Los dos, relacionad­os con la frontera irlandesa, que se ha convertido en el principal escollo de las conversaci­ones.

El primero de ellos es que desde Bruselas piden un compromiso por el que Irlanda del Norte tenga que permanecer en la unión aduanera una vez que el Reino Unido abandone la UE. Algo totalmente inaceptabl­e para la primera ministra, que volvía a repetir su mantra más utilizado en los últimos meses «no pondremos en peligro la integridad de Reino Unido».

El segundo problema es donde quizá esté la clave de todo el acuerdo. El Gobierno de May estaría dispuesto a permanecer en la unión aduanera hasta que se encuentre alguna solución Theresa May, ayer a la salida de Downing Street que evite una frontera dura entre las dos Irlandas, pero esa fecha deberá estar clara en el acuerdo final. Por su parte, la UE no quiere poner un límite por si llegados a ese punto aún no se han encontrado los mecanismos suficiente­s para garantizar esa frontera blanda que buscan. «No vamos a quedar atrapados permanente­mente, siendo incapaces de realizar pactos comerciale­s con otros países» apuntaba una May que pedía mantener la cabeza fría.

Lo que ya parece darse por hecho, al menos desde el lado británico, es que esta semana no habrá aún fumata blanca y ambas partes tendrán que seguir buscando fórmulas para saltarse las líneas rojas que han puesto tanto la UE como Reino Unido.

El ministro británico de Exteriores, Jeremy Hunt es de los que no ve clara una solución en estos días. Al ser preguntado por la prensa a su llegada al Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la UE que se celebró en Luxemburgo, Hunt aseguraba que las negociacio­nes están pasando un «periodo de dificultad» aunque, como su jefa, mostraba su optimismo por los, en su opinión, «enormes progresos» que se han logrado. Una confianza que no parece igualar el ministro para el Brexit, Dominic Raab, el cual se ha mostrado siempre más reticente a la hora de elucubrar sobre el posible acuerdo y que no se ha pronunciad­o en los últimos días.

Sin embargo, el principal problema lo tiene Theresa May, como viene siendo habitual, en casa. A la premier le espera otra semana más de desafíos y retos constantes. Azuzando el fuego no podía faltar el exministro de Exteriores Boris Johnson. En su ataque semanal contra la premier, el también exalcalde de Londres ha llegado, incluso, a llamar a los líderes europeos «matones» y ha pedido a May que les «haga frente y resista». Sin menos concesione­s, el exministro para el Brexit, David Davis sugería una rebelión de su excompañer­os contra el plan de la premier y parece que algunos de ellos se lo estarían pensando. Varios medios británicos apuntan a que varios de los componente­s del Gabinete (como Andrea Leadsom, Penny Mordaunt y Esther McVey) se estarían planteando abandonar el timorato barco que pilota la líder conservado­ra.

Semana decisiva

Ante todo este proceso de desgaste que viene padeciendo, May parece ya confiar más en el apoyo a su propuesta de ruptura en algunos miembros del partido laborista, partidario­s de un Brexit suave, que en sus propios correligio­narios euroescépt­icos o en la formación que la sostiene en el poder, el DUP. Los unionistas de Irlanda del Norte, con su líder a la cabeza Arlene Foster (y sus diez diputados esenciales para la mayoría de May en la Cámara de los Comunes), ya han amenazado directamen­te a la «premier» con retirarla su apoyo si permite que esta región permanezca en la UE al Desgasteme­nos dentro del mercado aduanero. Todo esto, más la constante amenaza independen­tista que sigue llegando desde Escocia es a lo que tendrá que hacer frente May en una semana, otra más, que parece decisiva para ella y su futuro en Downing Street.

La primera ministra parece fiarse ahora más de algunos laboristas que de sus correligio­narios euroescépt­icos

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EFE
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