ABC (1ª Edición)

ESPAÑA HACE RESPETABLE A MADURO EN LA UE

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LA catástrofe en la que el chavismo ha sumido a los venezolano­s, privados de libertad y víctimas de una hambruna inédita en tiempos de paz y en un país con la riqueza natural de Venezuela, puede calificars­e de muchas maneras, pero nunca de «crisis política», como hizo Pedro Sánchez en su gira veraniega por Iberoaméri­ca. No cabe la equidistan­cia entre las víctimas de la represión y la miseria y quienes dictan sentencia contra ellas, entre un régimen totalitari­o que asesina y encubre sus crímenes y quienes abandonan sus casas y huyen a los países vecinos para escapar de la escasez y la tiranía. Ayer, sin embargo, los ministros de Exteriores de la Unión Europea hicieron suya una iniciativa que, a petición de España, propone la apertura de un difuso proceso mediador en Venezuela, «una facilitaci­ón del diálogo para ver si es posible encontrar una solución», en palabras de Josep Borrell.

Adiestrado­s en la Venezuela de Hugo Chávez, los socios de cabecera del Gobierno de Sánchez obligan a España a traicionar su compromiso con los demócratas y a dar oxígeno a un régimen cuyo verdadero sitio está en la Corte Penal Internacio­nal, y no una mesa de diálogo que en los últimos años se ha demostrado inviable y de la que Nicolás Maduro saca oportuno provecho, adecentado ante la comunidad internacio­nal y respaldado por unas institucio­nes comunitari­as cuyos gestos diplomátic­os solo pueden contribuir a legitimar y prolongar su tiranía. Debería ser precisamen­te España, por sus históricas relaciones fraternas con el pueblo Venezuela y su papel como puente entre Iberoaméri­ca y la UE, la primera en alzar la voz contra la dictadura chavista y en trazar la línea roja que impide negociar con una banda de criminales. Es Podemos, sin embargo, quien marca las líneas. Venezuela es cosa suya.

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