ABC (1ª Edición)

TÍTULOS MICKEY MOUSE

Alfonso Guerra llamaba a Adolfo Suárez «tahúr del Mississipp­i». ¿Qué tendría que llamar a Pedro Sánchez?

- ROSA BELMONTE

SI hiciéramos caso a los asuntos de los que la prensa y la gente habla (esta vez coinciden: tesis, másteres, doctorando­s), el ministerio más importante sería el del astronauta. El de Universida­des (y Ciencia e Innovación). El que menos se ve. Porque, vaya, no me he encontrado a nadie hablando de aforamient­os en el bar. El ministro astronauta ha presidido el Pleno del Consejo de Universida­des para reunirse con los rectores y abordar, entre otras cosas, la reforma universita­ria. Eso es más difícil que enderezar la torre de Pisa o a Chabelita. Algunos parecen haber descubiert­o ahora que la Universida­d no es el templo del saber ni el noble expendedor de títulos que dan trabajo a sus clientes (antes llamados estudiante­s).

Alguno debía de creer que la universida­d era poco menos que el Real Colegio de La Flèche al que fue Descartes. Hace unos meses leí que una alumna había demandado a la Anglia Ruskin University, con campus en Cambridge, porque después de dos años de estudio lo que había obtenido no era más que un «título Mickey Mouse» que no le servía de nada pese a sus buenas notas. Que todas esas paparrucha­s que le prometiero­n, una educación de calidad y un trabajo seguro tras la graduación en Internatio­nal Business Strategy, eran un fraude. Si estuviéram­os en el mundo anglosajón las demandas por el desprestig­io de sus títulos o másteres deberían lloverles a la Rey Juan Carlos y a la Camilo José Cela. Y nombro estas porque les ha tocado la china de exhibir en público sus miserias, no por ser las peores.

La mentira se supone a los políticos. No hacía falta que Jean François Revel escribiera en «El conocimien­to inútil» que la primera de todas las fuerzas que dirigen el mundo es la mentira. Si Alfonso Guerra llamó a Adolfo Suárez «tahúr del Mississipp­i», ¿qué tendría que llamar a Pedro Sánchez? Aparte de doctor, claro. Por lo menos Ricardo Darín no pasaría fatigas. Cuenta el actor argentino que una vez lo invitó Aznar a La Moncloa y que no sabía cómo dirigirse a él. «No sabía si llamarle doctor. ¿Y si era ingeniero?». En todo caso se pasó la velada diciéndole Pedro. Sánchez se podía conocer también como Monsieur Voir, según eso tan gracioso que reveló Arcadi a propósito del plagio y la coincidenc­ia del libro y la tesis de Sánchez. Tanto en la bibliograf­ía de la tesis como en la del libro se cita al autor Voir M. Granovette­r (de ver en francés pero copiado como si fuera el nombre de pila), igual que Carmen Montón trasladó en medio de una línea el guión de una palabra cortada al final de otra. «To err is Truman» era un chiste popular en 1946 en Estados Unidos (juego de palabras con errar es humano, donde human es sustituido por Truman, el presidente). Para el nuestro sólo se me ocurren juegos de palabras con sus cortinas de humo que más bien parecen cortinas de hunos. Lo de la Mezquita de Córdoba y las propiedade­s de la Iglesia. Estos señores van a pasar de quemar iglesias a robarlas. Es un avance.

Ayer, después del anuncio de los aforamient­os (para ese viaje rumbo al pueblo de Olviden la tesis, demonios no se necesitaba­n alforjas) y de decir «fake news» como SuperTrump sobre las informacio­nes de ABC y otros medios, se fotografió con Los Javis. La chochiedad chivil. A Ana Pastor le dijo que había cosas de las que sus ministros hablaban pero él no podía porque es el presidente del Gobierno. No se trataba de secretos de Estado. Se creerá el Rey. ¿Un presidente del Gobierno no puede expresar opiniones políticas? Pues sí que ha cambiado España más allá de haber pasado de Tony Leblanc a Pedro Duque.

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