Un tumor en el Colegio de Médicos

ElEl Colegio de Médicos de Madrid no puede seguir así. Desde hace años, la corporación profesional más grande de Es-paña Es-paña está sumida en el escán-dalo escán-dalo permanente, y el elemento común de este despropósito es una empresa especializada en intentar convertir en marione-tas marione-tas a los presidentes y a sus jun-tas jun-tas directivas para después ha-cer ha-cer caja a costa de los bolsillos de los sufridos facultativos. Los ecos pasados de esta infamia aún resuenan y siempre cobran nuevos bríos a medida que se van sucediendo las elecciones. Trascendieron durante los mandatos del ginecólogo José Zamarriego y de la anatomopa-tóloga anatomopa-tóloga Juliana Farina; siguieron durante la interinidad del tam-bién tam-bién ginecólogo Miguel García Alarilla; terminaron de estallar cuando la psiquiatra militar So-nia So-nia López Arribas estuvo al frente de la institución y, afor-tunadamente, afor-tunadamente, se amortiguaron durante la presidencia del mé-dico mé-dico de familia Miguel Ángel Sánchez Chillón, que devino en implacable cirujano de hierro contra toda forma de corrup-ción. corrup-ción. De una forma u otra, todos y cada uno de ellos trataron de extirpar el tumor que ha provo-cado provo-cado la metástasis en el Colegio, pero los casos de López Arribas y Sánchez Chillón merecen una especial mención por dar una lección de ética y de valentía que nunca les será suficiente-mente suficiente-mente reconocida. El turno le ha llegado ahora a Manuel Mar-tínez Mar-tínez Sellés, un cardiólogo que, como le sucedió a la psiquiatra militar, parece estar abriendo los ojos sobre la marcha, como el resto de lo que le queda de junta. De momento, ha dejado en manos de una comisión for-mada for-mada por los ex presidentes la posible reforma de los estatu-tos, estatu-tos, cortando así en seco la vía que siempre intentó usar la em-presa em-presa para perpetuarse en el colegio. Tal vez todos ellos de-bieran de-bieran comparecer ante la opi-nión opi-nión pública para contar lo que ocurre: ¡basta ya!