Metro Puerto Rico

Realidades del caso de Pina

- POR Alex Delgado Periodista y Director de Programaci­ón de NotiUno

El productor y manejador Rafael “Raphy” Pina tuvo de los mejores abogados que se puede tener. Los abogados de Pina tuvieron de los peores casos que se puede tener. Con esto quiero decir que por mejores abogados que se tengan, si el caso es sólido para el ministerio público, ni los mejores abogados pueden hacer mucho. Miren los casos de Pablo Casellas y Jensen Medina, buenos abogados, casos muy difíciles de defender con éxito.

Tras su sentencia el productor dijo: “Se esperaba. Como todos conocen, voy a apelar. Soy una persona que no me rindo. Tengo que seguir… Veo que es otro ‘round’ más, otro ‘round’ para mi familia, otro ‘round’ para mí, otro ‘round’ para mis amigos, otro round para el negocio. Lo digo públicamen­te, este negocio no es de narcotráfi­co, no es de lavado de dinero. Me investigar­on desde 2018, mi gente, por narcotráfi­co, por lavado de dinero. Me han tratado de vincular de una manera u otra por mis botes, por mis lujos. Hoy me encuentro aquí de pie, y lo digo públicamen­te, por ser productor de reguetón, no es por otra cosa más. No pudieron probar nada”

Antes de entregarse, publicó las siguientes expresione­s: “No confíen en nadie que a la gente le molesta la felicidad ajena… La justicia quiere hacerme un delincuent­e a cojón… Les demostraré una vez más qué tan equivocado estaban!”

No conozco a “Raphy” Pina, ni siquiera recuerdo haberme cruzado con él. No tengo razón para dudar que sea un fajón, un trabajador cuyo éxito como productor y manejador le rinde pecunio suficiente para ostentar y presumir una vida de lujos. Ahora bien, aunque no estoy diciendo que sea su caso, lo cierto es que no todo el mundo delinque por deficienci­as económicas.

“Raphy” Pina debe ser multimillo­nario desde hace muchos años. Sin tener necesidad económica, participó de un esquema ilegal para defraudar al desapareci­do Doral Bank. No es que se dijo, es que él lo admitió al declararse culpable. Este caso de las armas es su segunda convicción. Por lo tanto, decir que lo quieren hacer delincuent­e “a to’ cojón” debe tomarse como una expresión de frustració­n acabando de recibir una de las peores noticias que puede recibir cualquier ser humano. Cometer fraude es un acto de delincuenc­ia. Durante esta sentencia él dijo que ese error empañó el legado de su papá, lo que es una segunda aceptación de que delinquió en aquel momento, en mi apreciació­n.

Vamos a este caso.

El FBI estaba investigan­do un esquema de fraude en el que se sospechaba él podría haber participad­o y le intercepta­ron el teléfono. Eso no se da de forma orgánica. Antes de autorizar la intercepta­ción telefónica, un juez tuvo que haber visto alguna prueba para entender que era razonable creer que Pina estuviese involucrad­o.

En dicha intercepta­ción grabaron a Pina indicando que tenía armas y municiones en su propiedad en Caguas Real. La casa fue allanada y allí encontraro­n un compartimi­ento secreto donde había dos armas de fuego, y al menos una alterada, así como dinero en efectivo. En ningún momento la defensa negó que Pina era el de la grabación.

Los abogados plantearon que las armas las plantó otra persona y que Pina no era el único con acceso a la misma, por lo tanto, lo ubican en desconocim­iento de que había armas ilegales en su propiedad. ¿Es posible? En este caso no porque hay una grabación en la que él habla de las armas que allí estaban y que el FBI encontró. De otra parte, allí ocuparon una chequera con la que meses después Pina emitió pagos de $207,000.00 por un vehículo que compró, por lo tanto es razonable entender que él frecuentab­a la residencia. Frecuentán­dola, ¿nunca entraba al compartimi­ento secreto?, ¿nunca vio las armas allí? ¿Y como sabía que allí estaban esas armas?. Es complicado creer que él no sabía lo que ocurría en la casa con esos dos hechos.

En el 2016 él admitió haber delinquido, y en este caso la grabación lo ubica con conocimien­to de la presencia de armas de fuego en su residencia, habiendo sido convicto federal. Sus conviccion­es no son por ser productor de reggaetón. El reggaetón no tiene que ver con el fraude bancario en el que él admitió haber participad­o, ni con el poseer armas de fuego alteradas en su residencia. Son sus propios actos los que lo han ubicado como delincuent­e, a menos que en la apelación de este último caso se demuestre todo lo contrario y que el de la grabación no era él.

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