Metro Puerto Rico

“SOMOS COMO FLOREROS”

CARME RIERA La autora mallorquin­a y miembro de la Real Academia Española elogia el nombramien­to de Maite Oronoz y comenta los problemas que enfrentan las mujeres en la literatura

- CARMÍN QUIJANO SEDA @LaCorrecto­raPR

¿Es esta la primera vez que visita P. R.?

— No. Vine hace unos 15 años o tal vez más a la Universida­d de Mayagüez a dar un curso de Literatura Española, y visité a San Juan, pero muy deprisa. Pero el país me pareció tan bello, tan estupendo, y la gente tan simpática que, cuando me invitaron los de la Academia a volver, pues no lo pensé dos veces.

¿Tuvo la oportunida­d de conocer la literatura de P. R. o a sus escritores? —Conozco a Rosario Ferré, que me gustaba mucho. Casi me sé muy bien La guaracha del Macho

Camacho. Coincidí con Luis Rafael hace muchos años y ahora he podido saludarle. Además, me ha encantado su exposición. Es estupendo, una persona muy encantador­a y qué buen escritor. Quizá serían estos dos los que destacaría más. Pero tenéis muy buenos escritores.

Uno de los problemas que enfrentan las autoras puertorriq­ueñas es la poca representa­ción que tienen en las listas de libros más vendidos. ¿Ocurre lo mismo en España? —Sí, , en Españasp también los hombreshom­br son los que dominandom no solo la literatura,lite sino, ene general, todo. OcurreO algo que es que en los años ochenta había mucho interés porp las mujeres escritoras.e Incluso muchas de nosotras sí que ocupábamos los puestos de los libros más vendidos. Lo que pasa es que eso, que yo creo que era un interés de las mujeres por las mujeres, porque creo que quien lee los libros son las mujeres, ha decrecido. Yo recuerdo, por ejemplo, el interés por Rosa Montero o por Monserrat Roig, que yo creo que en este momento es menor. Es decir, ha decrecido.

De cara a la crítica, el problema de la mujer es que es invisible. Es como si estuviéram­os circulando con una especie de biombo por la vida, porque no nos ven. Es decir, aunque nos admitan en el panorama literario, somos como floreros. Pones una mesa de cuatro hombres y una mujer, y está para que no se diga… Yo creo que, a pesar de que hemos avanzado, eso sí nos falta mucho.

¿Qué podrían hacer las mujeres escritoras para vencer esa invisbilid­ad? —Yo creo que exigir mayores cuotas, ya no digo de poder, sino de autoridad. Por ejemplo, he visto con mucha complacenc­ia, porque me tocó al lado de ella en la mesa de comer, a la presidenta del Tribunal Supremo Maite Oronoz. Me pareció muy encantador­a y muy válida. Y me alegró mucho, porque me parece que está muy bien que un cargo tan importante lo tenga esta chica tan joven y que parece tan eficaz. Eso es perfecto. Pero hace falta más. Tenemos que llegar a la salida. En el mercado anglosajón, muchas escritoras, como J. K.

Rowling ( Harry Potter) y E. L. James ( Cincuenta sombras de

Grey) han optado por emplear solo sus iniciales en lugar de sus nombres para captar a un público más amplio. ¿Tienen las mujeres que ocultar su sexo para poder competir con los escritores masculinos? —Yo creo que la literatura escrita por mujeres a los hombres les drena, aparte de que cada vez los hombres leen menos literatura. Y, en ese caso, también ahora, desafortun­adamente, las mujeres leen menos. Porque ahora todo el mundo chatea o manda

whatsapp. Entonces, yo creo que las nuevas tecnología­s pueden acabar con la literatura, desgraciad­amente. Y si no acabar, pues que resulte un producto residual. No es el problema del soporte. Es simplement­e que lo que no se va a hacer es consumir literatura.

¿Ha tratado de combatir la desigualda­d entre hombres y mujeres a través de su escritura? —Mi literatura ha tratado de ser una literatura combativa en el sentido de hacer una literatura de carácter en cierto modo moral, porque me parecía que para ayudar a que las cosas funcionara­n, pues también se podían combatir de esta manera.

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