Trabajo infantil: ¿positivo o preocupante?
El trabajo infantil en Puerto Rico es un tema que debe ser abordado con seriedad y urgencia. Si bien es cierto que todos los niños, niñas y jóvenes pueden tener capacidad para alcanzar un máximo potencial que le permita lograr sueños y metas, también es importante reconocer que, durante la niñez, desde la edad temprana y la adolescencia, el enfoque principal de los niños y niñas debe ser jugar, recrearse, trabajar en su desarrollo socio emocional, vivir libres de violencia y tener acceso sin barreras al derecho a la educación, la salud y la seguridad. Vivir su niñez sin pretender que se desempeñen como adultos por adelantado es parte de sus derechos.
Según datos proporcionados por el Departamento del Trabajo y Recursos Humanos (DTRH), se estima que desde el año fiscal 2015 hasta el presente periodo fiscal, un total de 83,132 adolescentes entre 14 y 17 años se han insertado en la fuerza laboral formal en Puerto Rico.
El pasado año fiscal se registró en nuestro país la mayor cantidad de adolescentes trabajando en la última década, llegando a 14,764 personas menores de edad activas en la fuerza laboral. Esta cifra representa un aumento del 103 por ciento, en comparación con el año 2015. ¿Por qué está ocurriendo esto? ¿Por decisión propia de los niños y adolescentes? ¿Instigados por adultos? ¿Es un síntoma de pobreza que requiere el trabajo desde la niñez para apoyo económico de la familia?
Las estadísticas, recién citadas en un reportaje de
El Nuevo Día, también revelan que la mayoría de los adolescentes trabajan en el sector de servicios, seguido por el comercio y la manufactura. Además, existen adolescentes que trabajan en actividades agrícolas y de construcción. Estos datos nos revelan una realidad que merece ser analizada a profundidad, pues en lugar de solo hablarnos de emprendimiento y capacidad de lograr sueños -que para algunos tal vez son reales- pudieran estar reflejando también la precariedad y la necesidad en la que viven muchos niños, niñas, adolescentes y familias en Puerto Rico.
No es un secreto que más de la mitad de los niños en este país crecen en condiciones de alta pobreza. Además, la violencia en los entornos familiares, comunitarios y estructurales es una constante en la vida de muchos niños y adolescentes. Estas condiciones precarias deben servirnos de reflexión profunda sobre el país en el que estamos criando a nuestros hijos e hijas y el legado que les estamos dejando.
Hay quien pudiera ver esta tendencia del trabajo de adolescentes como algo positivo para destacar el indudable valor del trabajo. Concuerdo con que se debe estimular el trabajo en la isla, claro que sí, pero en los adultos y jóvenes mayores de edad, no desde temprana edad porque se saltan etapas de su desarrollo socio emocional.
No pretendo desmerecer los logros de aquellos jóvenes emprendedores que cuentan con recursos y redes de apoyo familiar para alcanzar sus sueños desde temprana edad. Sin embargo, es fundamental visibilizar la cruda realidad en la que se encuentran muchos niños y niñas en Puerto Rico. El trabajo infantil no debe ser glorificado ni romantizado. La necesidad en la que se encuentran nuestras familias no debe ser invisible y no debemos aceptar que los niños y niñas se vean obligados a someterse a jornadas laborales extensas desde temprana edad para acceder a oportunidades académicas y profesionales.
¿Trabajar como adultos no es privarlos de su niñez? Aspiremos a un país donde los niños y niñas, en lugar de que comiencen a trabajar tan temprano en la vida, puedan ser libres, jugar, recrearse, ser felices y tener acceso a sus derechos fundamentales, como la educación, la salud, la seguridad y un ambiente libre de violencias. Si garantizamos estas condiciones básicas, el emprendimiento y el empleo vendrán como un resultado natural y no como una necesidad impuesta desde una edad temprana.
Es responsabilidad de todos, como sociedad, garantizar el bienestar de nuestros niños y niñas, comprometernos juntos a erradicar el trabajo infantil y construir un futuro más justo y equitativo para todos.
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El trabajo infantil no debe ser glorificado…No debemos aceptar que los niños y niñas se vean obligados a someterse a jornadas laborales extensas desde temprana edad para acceder a oportunidades académicas y profesionales”