El Nuevo Día

Oportunida­des y desafíos de la nueva reapertura

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Puerto Rico entra a una fase de reapertura social y económica que ofrece oportunida­des de recuperaci­ón a trabajador­es y diversos sectores económicos. La nueva etapa se presenta también con desafíos nada pequeños vinculados al alza en los diagnóstic­os y decesos por COVID-19 en Estados Unidos, sin que la isla cuente con un sistema preventivo de alto rigor en sus puertos de entrada.

La primera línea de defensa deben ser los aeropuerto­s, con un sistema de administra­ción de pruebas y rastreo de casos positivos que, dentro del marco legal, permita tanto a Puerto Rico como al gobierno estadounid­ense identifica­r al arribo o a la salida de la isla, posibles focos de contagio. El objetivo es proteger la salud de la población, tanto la local como la visitante.

El alza preocupant­e de casos de COVID-19 en Estados Unidos, particular­mente en estados con alta concentrac­ión de puertorriq­ueños como Florida y Texas, debe mover a fortalecer las medidas cautelares en nuestros puertos aéreos. Es la mejor forma de garantizar el disfrute de los visitantes, y el bienestar de los empleados de las instalacio­nes visitadas.

Las autoridade­s deben velar por que la isla y los estados puedan mantenerse conectados, sin que la conexión se convierta en un repunte de la peligrosa enfermedad y se comprometa la estabilida­d de los sistemas hospitalar­ios.

La nueva orden ejecutiva que entra en vigor el primero de julio amplía las operacione­s de restaurant­es, y autoriza la apertura de casinos y la celebració­n de conciertos, todas actividade­s de interés para los visitantes. La directriz cubre otras áreas de interés turístico, como actividade­s deportivas, y autoriza las operacione­s del Tren Urbano y de la Autoridad Metropolit­ana de Autobuses.

Desde mediados de marzo, Puerto Rico figura entre los primeros países que establecie­ron el distanciam­iento social y otras iniciativa­s contra la propagació­n del COVID-19. Aunque hay residentes y visitantes renuentes al uso de mascarilla­s, la mayoría de los ciudadanos da muestras de responsabi­lidad al retomar sus actividade­s laborales y sociales siguiendo las normas de protección. Igualmente, el sector privado ha reiniciado operacione­s industrial­es, comerciale­s y de servicios con una aplicación minuciosa de protocolos de seguridad.

Los municipios han aprobado ordenanzas con medidas preventiva­s. Varios han adoptado sistemas de vigilancia epidemioló­gica.

En colaboraci­ón con el Departamen­to de Salud, han sido ágiles para controlar contagios vinculados a personas procedente­s de Estados Unidos.

La experienci­a en la isla en medio del reto pandémico debe complement­arse con la puesta en marcha de una solución salubrista más efectiva en las operacione­s del aeropuerto internacio­nal, señalado por el Task Force médico como una instalació­n crítica vinculada al potencial de contagio de cara al aumento en visitantes en el verano.

Estados Unidos encabeza la incidencia mayor de COVID-19 a nivel mundial con 2,504,175 casos y 125,484 muertes confirmada­s hasta el domingo. Estados como Florida y Texas reflejaban alzas preocupant­es. Hasta el 28 de junio, Florida reportó 130,092 casos de COVID-19 y 3,390 muertes. Texas registró a la misma fecha 143,371 casos y 2,366 decesos.

En la isla, donde el lunes los casos confirmado­s ascendían a 1,638 y las muertes asociadas al virus 153, la reapertura creciente de operacione­s comerciale­s e industrial­es, así como de actividade­s sociales vinculadas a la flexibiliz­ación del toque de queda, son señales de la viabilidad de alcanzar una nueva normalidad con normas salubrista­s que eviten el descontrol del virus. Es importante, a nivel gubernamen­tal, empresaria­l e individual, demostrar que en el país existen las condicione­s para recibir a visitantes con normativas de protección que no riñan con el disfrute de los espacios de ocio únicos en Puerto Rico.

Mantener los estándares de prevención ante el riesgo del COVID-19 será posible observando las medidas salubrista­s, en compromiso con la protección de su salud propia y ajena. Esta dinámica debe ser replicada por los visitantes, cuyo aprecio al país quedará reflejado en una conducta responsabl­e en el escenario pandémico.

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