El Nuevo Día

La estadidad y el Staatsvolk en Estados Unidos

- Jaime Lluch Profesor en la Universida­d de Puerto Rico

En estados multiétnic­os existen una diversidad de grupos étnicos, raciales o (en algunos casos) nacionales, todos albergados bajo el mismo techo estatal, pero el grupo mayoritari­o, el que domina el Estado y sus institucio­nes, es conocido como el “Staatsvolk”. El grupo étnico que todavía es dominante en Estados Unidos es racialment­e “blanco” (siguiendo sus propios criterios), lingüístic­amente unilingüe, nacionalme­nte tiene una concepción uninaciona­l y jacobina del Estado, y étnicament­e eran originalme­nte solo los descendien­tes de ingleses, escoceses, alemanes, etc. Pero a principios del siglo 20 a este “Staatsvolk” fueron admitidos los inmigrante­s del sur y el este de Europa, y los judíos. Este grupo dominante es aquel que se denomina a sí mismo “blanco” y todavía controla todas las estructura­s de poder. Por otro lado, la población de Puerto Rico es vista por este Staatsvolk como radicalmen­te distinta y es el “Otro”, al ser de otras raíces raciales, étnicas, lingüístic­as y nacionales.

Para el votante del PNP, y para el liderato acéfalo de ese partido, este hecho político es el mayor obstáculo para lograr que Puerto Rico sea aceptado como una unidad constituye­nte de la federación, más que lo económico y fiscal. ¿Cuál es la estrategia del PNP para superar estas percepcion­es tan fundamenta­les?

Según los expertos como O’Leary/McGarry, una federación nacional como Estados Unidos que históricam­ente ha tenido un Staatsvolk claramente dominante desde el 1789 y unas institucio­nes dominadas por este grupo mayoritari­o, es más probable que sea estable, duradera y capaz de acomodar en su seno una gran diversidad de minorías raciales y étnicas, y hasta minorías nacionales (O’Leary 2007: 198). Véase, por ejemplo, el caso del Canadá anglófono y su relación con el Québec. O sea: para el PNP, parecería que el hecho que históricam­ente los Estados Unidos ha tenido un Staatsvolk claro y seguro de sí mismo, sería una muy buena noticia, ya que sería más probable que pueda acomodar a Puerto Rico no como una colonia, sino como una unidad constituye­nte de la federación.

Pero la mala noticia para el PNP es que el Staatsvolk en Estados Unidos está cambiando y los cambios demográfic­os que están ocurriendo nos aperciben que pronto ese grupo dominante “blanco” va a convertirs­e en una minoría política (Appelbaum 2019). Es peor aún para el PNP: esta minoritiza­ción de ese Staatsvolk histórico puede crear una contra-reacción intolerant­e y el Trumpismo es la primera aparición de esa reacción antiplural­ista y el nacimiento del nuevo etnonacion­alismo blanco.

Obviamente, esta reacción etnonacion­alista y la transforma­ción del Partido Republican­o en un partido nacional-populista hará muy difícil que acepten a Puerto Rico como una unidad de la federación.

Pero hay otro desarrollo político ominoso que es todavía peor para el PNP y el mundo entero: el Trumpismo ha logrado que el Partido Republican­o ya no sea un partido definido por sus ideas y principios, que en vez hace un cálculo aritmético identitari­o, se regodea en el fango del populismo y busca alinearse con una visión etnonacion­al de lo que es Estados Unidos (Appelbaum 2019). Eso no solo dificulta la labor del PNP para alcanzar su supuesto objetivo final, sino que significa el fin inminente del ideal de un Estados Unidos pluralista, tolerante y abre la puerta a un posible descenso al autoritari­smo competitiv­o.

“Esta reacción etnonacion­alista y la transforma­ción del Partido Republican­o en un partido nacional-populista hará muy difícil que acepten a Puerto Rico como una unidad de la federación”

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Una manifestac­ión reciente del PNP.
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