El Nuevo Día

OFICIO DE VALIENTES

- Gloribel Delgado Esquilín Estudiante de Agroecolog­ía

Hay que ser valiente para dejar el escritorio, ponerse botas y pararse frente a una finca a sembrar ecológicam­ente. Es como acercarse al misterio.

No es fácil. Hay que estar dispuesto a calcular las horas del Sol sobre el terreno, la cantidad de lluvia que cayó y caerá, dónde conseguir la materia orgánica para el abono, la calidad de la semilla, su procedenci­a, su variedad.

Es la delicadeza con la que se trasplanta un cultivo recién nacido y la cantidad de Sol durante esos primeros días al salir del vivero. Es encontrar la cal, que casi no existe en el país, para preparar el abono y fortalecer la tierra. Es aprender los diferentes tipos de suelos, los elementos que lo componen, su topografía, su fertilidad. Es conocer las plagas que atraen unos cultivos y cómo controlarl­os de manera natural. Es mantener los precios justos para ser competitiv­o en el mercado.

Es mirar de cerca la tierra y bailar con ella. Como escritora y artista, lo comparo a ese momento cuando te enfrentas al canvas o a la página en blanco, sin saber si lograrás tu objetivo, pero no puedes parar. Te presentas. Quieres crear y te lanzas.

En el arte, el resultado depende estrictame­nte de ti. En la agricultur­a es un proceso que entran en juego más elementos. La temperatur­a, la lluvia, la cantidad de Sol. La Tierra es dinámica y lo más seguro cambiará los planes. Y como buen artista, quien cultiva debe saber improvisar.

Luego de semanas de mucho esfuerzo físico, unas fuertes lluvias pueden arruinar una cosecha en horas o un banco del huerto, que no haya sido construido con precisión, podría arruinar el cultivo por no evitar la erosión. Con esto en mente, cada agricultor y agricultor­a que se dedica a cultivar ecológicam­ente no solo merece mis respetos, sino mi completa admiración por este oficio de valientes.

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