Rigo no pudo subir la Loma de Chenko
Nació en Santiago de Cuba, a los pies de la rebelde Sierra Maestra, pero el sábado pasado se encontró con una loma más alta y tortuosa que el Pico Turquino cubano, y Guillermo Rigondeaux fue vencido por primera vez desde 2003, cuando era amateur, de la forma más bochornosa: se quedó sin contestar la campana del séptimo asalto, aduciendo una fractura en el palmar de su mano izquierda desde el segundo, lo que de primera instancia parecía más una excusa al no hallar una forma efectiva de repeler el ataque y mayor fortaleza física del monarca júnior ligero de la OMB, que expuso la faja con éxito por cuarta ocasión.
Vasyl Lomachenko, que al igual que su retador colecciona dos medallas olímpicas de oro y otro par de igual color en Mundiales, dominó los 18 minutos que duró la contienda por su ofensiva más pujante, aunque falló mucho por los esquives de Rigondeaux, que apenas lanzó tímidos jabs y tres uppercuts de zurda en lo que duró la riña, siendo forzado a continuos agarres debido a la ventaja corporal del ucraniano y su rudeza extrema, con empujones y algunos golpes detrás de la nuca, con la anuencia del referí Steve Willis, que también le permitió que le diera un zurdazo a la cabeza tras sonar el gong de la sexta vuelta.
De hecho, le quitó un punto en dicho capítulo a Rigondeaux por agarrar en demasía, pero, repito, fue muy leniente con el exceso de marrullerías de Lomachenko, que conectó 55 de 339 envíos para un 16%, mientras recibió 15 de 178, un 8%, según Compubox.
Nunca dudé que el único modo que Rigo podía vencer era por KO, pero nadie habría pensado que diría No Más, igualmente que Nicholas Walters con Lomachenko, que cobró un millón doscientos mil dólares por $400 mil su oponente, que se empequeñeció aún más para la TV con su desgano para jugarse el físico.
Escribo sin saber el resultado médico acerca de su alegada lesión, pero ya aprendió su lección: era cierto que entre dos pares de técnica depurada la ventaja es para el de mayor fisonomía y voluntariedad.