El Nuevo Día

Perfectame­nte imperfecto

- HIRAM TORRACA HIRAM.TORRACA@GFRMEDIA.COM

Llegó el Clásico Mundial de Béisbol, en su cuarta edición, y con él nuevamente una discusión que hace rato debió ser superada: la fecha del evento.

Sus detractore­s, o los que no están entusiasma­dos, alegan que es un error jugar el torneo en marzo, mientras los equipos se preparan para la temporada de Grandes Ligas.

Entre las alternativ­as que plantean, por ejemplo, está el jugar una etapa en julio durante el receso del Juego de Estrellas y/o en noviembre, luego de la Serie Mundial.

Aquí aplica el refrán que ‘el remedio es peor que la enfermedad’. Lo ideal sería que los jugadores no abandonen los campos de entrenamie­nto para ir a un torneo que se juega con la adrenalina por todo lo alto, cuando la mayoría de ellos -especialme­nte los lanza dor esno han alcanzando el nivel óptimo de condición. Pero eso no es real.

Entre las opciones, jugar en marzo -como ha sido en todos los clásicos- es la mejor. Y lo es por varias razones. En este mes todos los peloteros profesiona­les tienen que estar en un terreno de juego. Es decir no se le está “robando” tiempo de descanso o familiar y tampoco se le está pidiendo que hagan una actividad distinta a la que tienen que hacer en esta época.

Si usted ha visto los juegos de pretempora­da, tiene que haber notado que aunque sea de “exhibición” los jugadores, una vez se lanzan al terreno, lo dan todo. Entonces, ¿cuál es el issue que por unas semanas cada cuatro años lo hagan por su país?

Si se juega en noviembre, la excusa será que terminaron muy estropeado­s luego de una larga temporada de sobre siete meses -incluyendo el ‘spring training’y de más de ocho para los que llegaron a la Serie Mundial.

Además, mientras esperan por el comienzo del torneo, ¿qué van a hacer los jugadores cuyos equipos no fueron a los ‘playoffs’? No habría forma de asegurarse que esos jugadores se mantengan en condición de juego y el deseo de pasar tiempo con su familia va a pesar más. En ese caso, sería mayor la ausencia de estrellas.

Un argumento flojo es que jugadores necesitan acoplarse en el ‘spring training’. En las Mayores los rosters sufren muchos cambios en el transcurso de la temporada y ese acoplamien­to se da en el camino.

Otro supuesto ‘problema’ es el de las lesiones. Pero, como vemos todos los días, esas pueden ocurrir en cualquier momento y hasta fuera del campo de juego. Sobre el jugar fuera de condición física óptima, la verdad es que no hay una ciencia exacta que diga en qué momento de la temporada los jugadores están en su ‘peak’. Algunos comienzan la temporada como huracanes y con el rigor de la campaña se van agotando y otros son a la inversa.

El Clásico Mundial de Béisbol nunca va a estar al nivel del Mundial FIFA ni las Olimpiadas, pero está muy bien como es. Si no está roto, no hay que arreglarlo. Es un torneo perfectame­nte imperfecto.

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