Gana el noqueador, pero boxeando
El combate transcurrió más tácticamente que lo esperado, ya que el ganador, Keith Thurman, noqueador nato, comenzó como bólido en pista libre; pero después del séptimo asalto, consciente de ventaja en las cartulinas del jurado, optó por hacer acopio de su prodigalidad en movilidad, en reversa y laterales, y obligó al perdedor, Danny García a meterse de lleno en ataque desesperado, rompiendo su cánon preferido y dominante: el contragolpeo, que le había dado resultado positivo en sus anteriores siete pleitos titulares.
Aunque el triunfo unificatorio de invictos en dos cetros welter: AMB y CMB, fue por decisión dividida, no me quedó dudas en meritorio para Thurman, que mandó más en el ring, aprovechando al principio su estilo usual de entrar y salir, lanzando derechas voladas con mala leche; pero al darse cuenta que no era cuento el poder de asimilación de García, que en el round de apertura soportó un zurdazo al mentón que hubiera tumbado una pared, recurrió a su bailoteo con cadencia, tratando de evitar siempre los ganchos zurdos de su enemigo, acostumbrado a pelear a pie firme en el centro del ring, a la vez que aquel se agachaba y hacía abanicar los insistentes envíos de diestra de quien se apoda Swift.
Resulta un poco irracional que cuando García ya había descifrado la ofensiva tórrida de Thurman, ahora con récord de 28-0 (22 nocauts), haciéndole fallar con movimientos de cintura, entre el octavo y el décimo, no lograra castigarle fuertemente, mientras este se fue a huir para mantener en bandeja su éxito, con dos jueces apuntando 116-112 y 115-13 a su favor, con esta última a favor del hijo de boricua por parte del oficial Kevin Morgan.
Obviamente, Dan Birmingham, entrenador de Thurman y de el exmonarca Winky Wright, le comió los dulces en estrategia a su similar Ángel, diablillo en conducta y también padre de García, debido al cambio brusco de rechazar el KO y ordenar la suma de puntos, engaño que no pudo contrarrestar el nacido en Naguabo y criado en Filadelfia, que solo le aconsejaba a su hijo que insistiera en pegar al cuerpo.
Ciertamente, Danny dio muestras gratuitas de lo harto sabido: valentía y aguante; pero Keith supo transformase en fantasma-con-guantes y ayer amaneció con dos cinturones en su poder; pero lo más que debe dolerle al de sangre puertorriqueña es que el supuesto albañil tenía escondido su diploma de arquitecto.