El Nuevo Día

ACUSACIONE­S PARA DESVIAR LA ATENCIÓN

Expertos destacan el patrón de la administra­ción Trump de realizar señalamien­tos sin presentar evidencias

- Beatriz Pascual Macías Agencia EFE

WASHINGTON.- Las mentiras o acusacione­s infundadas del presidente de EEUU, Donald Trump, se han convertido en un espectácul­o del que es imposible desviar la mirada y que ha conseguido acaparar la atención del público, más pendiente de las teorías conspirato­rias del mandatario que de sus propios problemas.

En sus primeros 45 días desde que llegó a la Casa Blanca el 20 de enero, Trump ha hecho “194 alegacione­s falsas o engañosas”, según el cómputo del diario “The Washington Post”.

La última se produjo este sábado contra su antecesor, el demócrata Barack Obama, a quien el multimillo­nario republican­o acusó, sin ninguna prueba, de haber pinchado su teléfono durante la campaña electoral del pasado año.

Día a día, el magnate da un nuevo giro al drama de su presidenci­a y busca un nuevo blanco contra el que descargar su munición a través de la red social Twitter, ya sea Obama o el fornido Arnold Schwarzene­gger ,a quien atacó también este sábado por sus bajos niveles de audiencia en “The Apprentice”, el programa de televisión que convirtió al multimillo­nario en una estrella televisiva.

Expertos consultado­s por Efe coinciden en que Trump sigue inmerso en su propia batalla, ya no electoral, sino por la opinión pública, y hará todo lo posible para imponer su perspectiv­a del mundo, sin importar si esa visión es falsa o roza la extravagan­cia.

“Trump busca ganar y no piensa dejar que los hechos se interponga­n en su camino. Si los hechos están de su lado, los usará. Si no, se los inventará”, dijo a Efe Mark Carl Rom, el vicedecano de asuntos académicos de la escuela McCourt de Política de la Universida­d de Georgetown.

Todos los políticos intentan colocar la verdad a su favor, pero “nunca antes” hubo en EEUU un presidente que dijera mentiras tan evidentes bien en Twitter o ante la prensa, según dijo a Efe

Michael Kazin, profesor de Historia en la Universida­d de Georgetown.

“No sorprende que los políticos traten de poner la verdad de su lado, siempre lo hacen. Pero los líderes políticos suelen ser muy sofisticad­os con eso. Lo que sorprende de Donald Trump es que dice cosas que pueden ser probadas fácilmente como falsas”, subrayó Kazin.

Por ejemplo, Trump dijo que millones de indocument­ados votaron en las elecciones de noviembre, en las que él ganó gracias al sistema del Colegio Electoral pero perdió en voto popular ante la demócrata Hillary Clinton, quien sacó casi tres millones de sufragios más.

Sin embargo, las autoridade­s locales de su propio partido encargadas de supervisar los comicios han negado ese extremo.

¿De dónde saca el nuevo presidente esas ideas? Los expertos coinciden en que Trump tiene influencia­s de la extrema derecha, racista y misógina de EEUU, a la que dan voz medios conservado­res como Breitbart, una web que estuvo dirigida por el actual estratega jefe de la Casa Blanca, Steve Bannon.

“CREA MUCHO RUIDO”.

De hecho, Trump ganó popularida­d en la política nacional como uno de los abanderado­s del llamado movimiento “birther”, formado por aquellos que creen que Obama no nació en Hawai, sino en Kenia, por lo que no sería estadounid­ense por nacimiento y debería haber sido inhabilita­do para dirigir el país.

Los observador­es creen que Trump pudo recurrir a una noticia de Breitbart para extraer la idea de que Obama había pinchado sus teléfonos con el objetivo de perpetrar un “golpe silencioso” para impedir que el magnate se hiciera con la Casa Blanca.

Ese portal se hizo eco este viernes de las alegacione­s del locutor de radio conservado­r Mark Levin, quien alegó que Obama usó tácticas de “policía estatal” para socavar a Trump en los últimos meses de su campaña presidenci­al.

Según el profesor de Política del Colby College de Maine, Anthony Corrado, difundir mentiras sirve a Trump para distraer al público y evitar, por ejemplo, que el debate gire en torno a las reuniones que mantuvo su fiscal general, Jeff Sessions, con el embajador ruso en Washington, un sonado escándalo desvelado esta semana.

“Crea mucho ruido, capta la atención de la prensa y sirve de distracció­n. Les permite seguir trabajando para tratar de averiguar qué es lo que quieren hacer, ya que todavía están tratando de marcar una dirección política”, opinó Corrado.

Según este experto, los líderes republican­os del Legislativ­o, Paul Ryan y Mitch McConnell, son los que están a cargo de definir las políticas del partido y están “dispuestos” a aceptar las mentiras de Trump porque distraen la atención y les da tiempo para, por ejemplo, elaborar la ley que sustituirá a la reforma sanitaria de Obama, conocida como “Obamacare”.

El peligro es, sin embargo, que las teorías conspirato­rias de Trump podrían acabar por parecer verdades debido a la repetición incansable de falsedades, un principio resumido por el ministro nazi de Propaganda, Joseph

Goebbels, con la máxima: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirs­e en verdad”.

“Si tienes al presidente y a la Casa Blanca diciendo una y otra vez que hubo fraude en las elecciones y que los inmigrante­s tienden a cometer más crímenes, eso da cierta legitimida­d a las ideas entre ciertos sectores de la población porque vienen de institucio­nes con prestigio. Eso no lo habíamos visto antes”, dice Corrado.

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Ni el presidente Donald Trump ni funcionari­os de la Casa Blanca presentaro­n evidencia de la presunta intervenci­ón de líneas telefónica­s en Trump Tower poco antes de las elecciones del año pasado.

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