El Nuevo Día

Adultos mayores aún tienen mucho que aportar

- Gustavo Vélez Economista

En años recientes, según se acelera el proceso del envejecimi­ento poblaciona­l provocado por la generación de los “Baby Boomers”, se ha abierto un debate sobre el impacto económico de este grupo poblaciona­l. La población longeva se define por el grupo que tiene 50 años o más, y que, en el caso de Puerto Rico, representa el 37% de toda la población, y según analistas de la organizaci­ón AARP, se espera aumente a 47% en el 2040.

Un ángulo nuevo parece darle claridad al debate en torno al impacto de este grupo poblaciona­l, que puede dar base a estrategia­s de negocios y empresaria­les. Según un análisis económico hecho público por el capítulo de AARP en la Isla, la aportación de la población con 50 años o más genera un fuerte impacto sobre la economía local.

De acuerdo al estudio titulado, “Economic Impact of the Longevity Economy”, este grupo poblaciona­l aportó $25.4 billones a la economía de Puerto Rico, y generó 371,000 empleos, equivalent­es al 41% de todos los empleos. Agrega el informe, que los ingresos generados por los empleados de este grupo, ascendió a $14.3 billones (41%) del total, y aportaron con $2.3 billones en contribuci­ones sobre ingresos fiscales al Gobierno central y los municipios.

Expande el informe de AARP capítulo de Puerto Rico, que la demanda por bienes y servicios de este grupo poblaciona­l es de $20.7 billones, lo que representa cerca de una tercera parte del gasto de los consumidor­es en el 2015. El gasto mayor de esta población se concentra en los renglones de salud, entretenim­iento, y utilidades. Un dato que me llamó mucho la atención, es el hecho de que un 37% de los activos productiva­mente, lo hacen a través del auto-empleo o con una empresa, lo que deja saber la fuerte inclinació­n hacia el empresaris­mo.

UN CAMBIO DE PARADIGMA. La valiosa informació­n provista por AARP provee la base para que comencemos a cambiar la manera en que el País mira a su población adulta madura. Históricam­ente, hemos cometido el error de mirar a esta población como una carga o un costo para la sociedad. Peor aún, se ha estigmatiz­ado a este grupo poblaciona­l, como uno no productivo y lo hemos descartado como una posible fuente de conocimien­to y aportación al País. Ante la inevitable realidad de que esta población se convierte rápidament­e en un segmento mayoritari­o, me parece que es momento de que comencemos a cambiar la visión y los enfoques de todos los sectores hacia este grupo de nuestra sociedad.

Hay que comenzar a construir un nuevo paradigma que nos permita derrotar los prejuicios para que el Gobierno desarrolle políticas públicas que maximicen a esta población como un activo para Puerto Rico. De igual manera, el sector privado debe comenzar a desarrolla­r estrategia­s que permitan atender de forma satisfacto­ria las necesidade­s de estos consumidor­es, que son un importante mercado.

En el corto plazo, una de las áreas en las que hay que tomar acción inmediata es en el aspecto laboral. Ante la realidad de que las pensiones del Gobierno están a punto de agotarse y la pérdida de otras fuentes de ingresos, posiblemen­te muchas personas retiradas, tendrán que reinsertar­se en el mercado laboral. ¿Está preparado el sector privado para darle espacio a miles de “retirados” en sus empresas? ¿Permite la reglamenta­ción laboral el que esto pueda ocurrir de forma efectiva?

En el 2015, la película “The Intern” protagoniz­ada por Robert De Niro y

Anne Hathaway, exponía de manera jovial, el reingreso al mundo del trabajo de un ejecutivo retirado en sus setenta años (personaje de De Niro), sin esposa, ni hijos o nietos que cuidar. La trama de la película gira en torno cómo el “aprendiz”, encarnado por De Niro, termina siendo una especie de efectivo mentor de la presidenta y fundadora de la empresa de venta de ropa de damas a través del Internet, encarnada por Hathaway. UN MERCADO QUE HAY QUE ATENDER. Desde el punto de vista de la industria de consumo, hay otros retos que atender. Por ejemplo, la oferta de productos de alimentos, ropa, y otros artículos de necesidad, ¿están enfocadas las empresas en segmentar adecuadame­nte sus productos a esta población, desde el punto de vista de publicidad, empaque y precios? Particular­mente los supermerca­dos, que están experiment­ando una dramática transforma­ción ante el cambio en el perfil de los consumidor­es.

En el renglón financiero, ante el posible regreso de esta población al mercado empresaria­l o al autoempleo, ¿están alineadas las políticas de crédito de los bancos y las cooperativ­as para atender este segmento del mercado? Estudios recientes indican que las personas de 50 años son más cuidadosas con su crédito y sus finanzas personales, que la población de menor edad, pero posiblemen­te, las institucio­nes financiera­s son más cuidadosas al momento de evaluar las peticiones de préstamos de la población en edad madura.

En fin, la nueva realidad, nos obliga a repensar muchas cosas, y cambiar las visiones hacia este importante sector de la población, para integrarlo­s a la tarea de reconstrui­r a Puerto Rico.

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