De Italia a Croacia por mar
El “ferry”, la mejor opción para moverte entre países que están a orillas del mar Mediterráneo.
Mientras miro hacia la ciudad de Split desde el barco en el cual he pasado la noche, me quedo admirado ante la vista frente a mí. Las calmadas aguas del Adriático terminan justo al frente de este asentamiento milenario. Split le da su mejor cara al mar; un paseo recreacional alineado con lindas palmeras que le dan un aire de vacación eterna. Este paseo marca el comienzo de la ciudad, especialmente, de su Pueblo Viejo. Más a la derecha, se levanta una erguida torre de campanario de más de 200 años que, con el sol mañanero, se ve dorada. Aunque aún estoy algo lejos, puedo ver la primera hilera de edificios, a solo metros detrás de las palmeras y recuerdo que no son edificios, sino uno solo. Verás, el tejido urbano del Split antiguo no es uno normal. En realidad, Split no siempre fue un pueblo; en sus inicios, Split era un palacio.
En el siglo IV (unos 1,700 años atrás) el emperador romano Diocleciano decidió retirarse (uno de los pocos que hizo algo así) a Split, en donde había construido un inmenso palacio, ante las aguas del Adriático, y cerca de Salona, capital de la provincia, y su ciudad natal. Siglos después de su muerte, el palacio, ya abandonado, sirvió de amparo a refugiados romanos de Salona, la cual había sido invadida por turcos Otomanos. Estos refugiados tuvieron primero que vivir en las islas que dotan la costa Dalmaciana de Croacia, antes de decidir regresar a tierra firme. Con el tiempo, el palacio se convirtió en una comunidad de gente pudiente, arriba, y sirvientes y gente pobre, en sus enormes sótanos. Durante la Edad Media, nuevas estructuras fueron surgiendo encima del tejido del palacio, convirtiéndolo eventualmente, en un pueblo. Hoy, la mitad de Split es el palacio, ahora ocupado por restaurantes, viviendas, museos, cafés y negocios, entre otros. Si no supieras que fue un palacio, no te lo imaginarías. A pesar de estar algo cansado, me siento entusiasmado ante el hecho de que pasaré dos días aquí. Pero, ¿cómo llegué?
INICIO DESDE VENECIA
Dos días antes, aterricé en Venecia, Italia, en un vuelo desde Filadelfia. Luego de un día en la ciudad de los canales, tomé varios trenes a la ciudad portuaria de Ancona; a unas cinco horas y media al sur de Venecia. El primer tren me llevó a Bolonia, en donde letreros me llevaron a una parada, fuera de la estación, en donde tomé un autobús a un pueblito llamado Castel del Pietri. Finalmente, de Castel del Pietri, tomé otro tren hacia Ancona. Usualmente son tres trenes, pero había construcción en la sección de vías entre Bolonia y Castel del Pietri, y estaban usando autobuses.
Claro que Venecia no es el único lugar desde el cual puedes llegar a Ancona; puedes hacerlo desde casi cualquier otra ciudad. Para saber cómo, revisa el sitio www.trenitalia.com (tienen página en inglés). Algo a lo que debes prestar atención es que hay dos tipos de trenes: los regionales (regionale
veloce) y los Freccia (Vento, Bianca, Rossa). Los regionales no requieren reservación previa y son más baratos. Los Freccia, tienden a llegar más rápido (menos paradas y más veloces), pero requieren reservación y son más caros. Si no tienes prisa, toma el regional. Puedes comprar boletos por Internet, en el sitio de Tren Italia (y recogerlos en las máquinas de la Estación Santa Lucía de Venecia); o puedes comprarlos allí mismo (si es verano, te aconsejo que los compres por Internet).
Finalmente, siempre hay la posibilidad de alguna huelga que cause atrasos en los trenes, pero estas huelgas son programadas de antemano y hay un sitio de Internet en donde puedes ver si va a haber una en las fechas que piensas viajar: http://www.cgsse.it/web/guest/ scioperi-in-tempo-reale. La página es en italiano, pero no es difícil de entender. Primero, tendrás que escoger, en el mapa de Italia, a la derecha, la región que te interesa (si no sabes el nombre de la región con solo mirar un mapa de Italia, tendrás que buscar uno en Google, ya que no están identificadas con palabras). Una vez escogida la región, mira la columna ‘SETTORE’ (sector) a ver si ves la palabra ‘TRASPORTI,’ lo que significa que alguna forma de transportación será impactada. La columna ‘DATA’ (fechas) indica los días de la huelga. La columna ‘DOVE’ (dónde) indica el lugar. Si ves la palabra ‘NAZIONALE’ en la columna ‘LOCALITA’, quiere decir que la huelga afectará a todo el país. Por último, de haber una huelga en el lugar que visitarás, mira la columna ‘SCIOPERO’ para ver qué tipo de transportación será afectada; podría ser todos los trenes, una estación particular, solo autobuses, o alguna combinación de estas. La columna ‘AZIENDA’ indica qué agencias están en huelga, la columna ‘AZIONE’ tendrá más detalles (no siempre aparecerán todas estas columnas; solo las que apliquen a la situación).
DE CAMINO AL “FERRY”
Ancona fue fundada alrededor del 387 Antes de Cristo, por griegos provenientes de Siracusa. Una vez llegas, estás supuesto a tomar el Autobús # 12 que te llevará al edificio de las compañías de transbordadores (ferries), para registrarte (hacer el check in). Sin embargo, creo que esto es solo durante la temporada alta porque, en mi caso, tardío septiembre, no vi ningún autobús # 12, y, preocupado por no perder tiempo (aunque faltaban bastantes horas para que el “ferry” se fuera), decidí caminar; vi letreros anunciando que la zona portuaria estaba a menos de dos kilómetros de distancia. Además, se sentía interesante experimentar un nuevo lugar a pie; hasta vi un letrero de lecciones de salsa, bachata y merengue.
No mucho tiempo después, pude ver la zona portuaria a mi izquierda, un nivel más abajo de la carretera por la que iba. Pero aun así, me pasé la entrada, sin saberlo. Finalmente, le pregunté a un muchacho y me señaló a un alto y solitario edificio blanco, peculiar y antiguo, que tenía un túnel por el medio, el cual ya había pasado. El edificio se llama Porta Pia; una puerta mandada a construir por el papa Pio VI entre 1787-1789. Justo antes de Porta Pia (si vienes de la estación del tren), hay unas escaleras de piedra, hacia abajo; que te llevan al puerto.
Las escaleras te llevan a una calle que continúa hacia los puertos (haz una derecha al fondo de la escalinata). Más adelante, a la izquierda, está la oficina o estación de la policía portuaria y hay guardias que saben inglés. Uno de ellos me indicó que me había pasado del edificio de check in. Me instruyó a esperar en una parada bien cercana, al autobús número 20, el cual me llevaría al lugar correcto. Yo había leído sobre la # 20, pero, según lo que leí, había que usar la # 12 primero, para llegar allí. A este día, no sé si la # 12 solo corre en temporada alta, o si la # 20 llega hasta la estación del tren. Finalmente, la 20 llegó.
Con tu recibo de compra de boleto de ferry por Internet (que obtienes por correo electrónico cuando haces la reservación), puedes subirte a la # 20 de gratis. Esta te dejará frente a un estacionamiento con portón, más allá del cual, verás el edificio blanco de las compañías de ferries. Aunque el área estaba cerca de donde yo había preguntado al policía, honestamente, hubiese tomado bastante tiempo caminarla, y no se ve desde lejos. El chofer muy amablemente me indicó que pasara por el portón aunque estaba medio cerrado. Minutos después, estaba en fila para recibir mi boleto oficial a Split, o Spalato, como le dicen en Italia todavía (Split estuvo bajo el control de Venecia, siglos atrás).
No te preocupes si la ventanilla de servicio de tu compañía de ferries está cerrada, seguramente otra de las compañías te dará tu boleto, como me pasó a mí. En Europa, hay cierta soltura en cómo proceden en sus negocios turísticos: si una compañía no tiene quien atienda la ventanilla, pues que la otra compañía de al lado, atienda a sus clientes. Por un segundo este tipo de filosofía puede confundir a alguien que, como yo, viene de un lugar en donde esto no pasa.
Con tu boleto en mano, vuelves a tomar la # 20 y, esta vez, te llevará justo a donde hacen la embarcación. El área de espera está frente al edificio de aduanas, al aire libre, pero con techos sobre las bancas. Si falta mucho para tu embarque, aprovecha el internet WiFi gratis del puerto, y si no trajiste meriendas, hay un restaurante café, al cruzar la calle.
TIEMPO DE ABORDAR
Cuando sea tiempo de abordar, las puertas de la aduana abrirán y pasarás por unas ventanillas en donde mostrarás tu pasaporte. Después de este punto, sales al área de los barcos a esperar que sea el tiempo exacto de abordaje. No te
Desde la embarcación se disfruta
de la suave luz mañanera, que le da un tono casi surreal a las islas y aguas adriáticas.
preocupes si el barco que te toca no tiene el logo de la compañía que se supone. A veces las compañías usan ferries de otras compañías.
Entras a la gigante nave por unas escaleras eléctricas (al menos así fue mi caso), mientras que vehículos de motor te pasan por el lado, entrando al vientre metálico del gigante acuático. Uno de los representantes de la compañía estará allí para confirmar tu boleto. Una vez arriba, te guiarán al escritorio de recepción, en donde te darán la llave a tu cabina. Hay mapas enmarcados en las paredes que te muestran dónde estás, y dónde está tu habitación; léelos.
El viaje toma unas 11 horas; de 8:00 p.m. a 7:00 a.m. más o menos. Puedes tratar de dormir en unas de las cómodas butacas air seats, o, como yo, puedes soltar un poco más de dinero ($ 143.50) y reservar una cabina con baño y ducha. Nada mal. Las cabinas están amuebladas con camas litera dobles. La mía tenía dos literas; cuatro camas, pero nadie más fue puesto en la cabina (pues la reservé para mí). El baño, aunque pequeño, estaba bien limpio. La reservación se hace por Internet. Yo usé la compañía Blueline Ferries (http://www.blueline-ferries.com/), pero también está Jadrolinija (http://www.jadrolinija.hr/en/ferry-croatia). Estas compañías corren como hasta la primera semana de octubre. Mi cabina tenía ventana al exterior, pero hay unas sin ventanas que son más baratas. También tienen cabinas donde se aceptan mascotas, y otras con acceso para personas con impedimentos.
La embarcación tiene buenas instalaciones. Hay un salón comedor, un salón de estar (lounge), un cine, tienda de suvenires, una barra donde puedes comprar café y otras meriendas. También se supone que tengan lo que llaman ‘esquinas de Internet,’ pero en mi caso, no fue así (probablemente porque tuvieron que usar el ferry de otra compañía).
Más tarde, el capitán anunciará que el comedor está abierto para cenar. Allí podrás comprar cena caliente, como si estuvieras en una cafetería autoservicio. Pero, mientras tanto, lo mejor es subir al solárium, en el último piso, para disfrutar de la vista de Ancona, y hacer Facetime usando el Internet del puerto, sentado en una de las banquetas, o recostado de las barandas. Pronto verás la rampa de entrada al ferry, comenzar a cerrarse. Poco tiempo después, la nave comenzará a moverse fuera de puerto. Es una sensación enardecedora; la aventura comienza (o en mi caso, continuaba). Por varios minutos me sentí como el capitán Kirk en Star Trek (aunque, en realidad debí sentirme como un extra de la película porque el capitán estaría en su cabina de comando).
Una vez entramos a mar abierto, bajé a cenar. Comí tajadas de pavo, con espaguetis y ensalada. Nada mal. Luego, volví al solárium a disfrutar la oscuridad de la noche, la brisa marina y el ruido del barco desplazándose sobre el agua. A lo lejos aún se veían las luces de Ancona, ahora casi microscópicas, y hacia el frente: plena oscuridad. Esto me hizo pensar en esos marinos antiguos. ¡Qué temores asaltarían sus mentes al dirigirse a lo desconocido! Aun así, pienso que, junto con el temor, había una sensación de entusiasmo ante la aventura.
FIN DEL TRAYECTO
Temprano en la mañana, el capitán dará el anuncio de que el comedor está listo para el desayuno. En mi caso, cuando bajé a comer, el salón estaba cerrado. Al parecer, algo se había dañado en la cocina. Nos enviaron al lounge en donde podríamos comprar artículos individuales. Al principio, tuve problemas con el muchacho que tomaba las órdenes porque él no sabía inglés ni español. Pero, otro muchacho se dio cuenta y me ayudó. Desayuné un café, un muffin, jugo de china, yogur, y frutas.
Luego preparé todo en mi cabina, y subí al solárium a ver la llegada a Split, Croacia. Demás está decir que tomé decenas de fotos y videos; el paisaje es hermoso. La suave luz mañanera le da un tono casi surreal a las islas y aguas adriáticas.
Poco después de las 7:00 a.m., llegó el tiempo de desembarcar; la travesía había terminado. Se sintió chévere llegar de esta manera a Croacia, como muchos lo han hecho por milenios. Una vez sales del barco, tendrás que pasar por la aduana croata; será cuestión de minutos (aunque, en verano será más tiempo de seguro). Una vez te estampen el pasaporte, estarás oficialmente en Croacia. Lo lograste, estás aquí; ahora ¡a explorar! Para información sobre este destino, consulta a tu agente de viajes.