Fibrilación atrial y apoplejía
La fibrilación atrial es un factor de riesgo importante para sufrir de un accidente cerebrovascular.
La fibrilación atrial es una arritmia cardiaca que causa latidos irregulares, frecuentemente rápidos. Es considerada la arritmia cardiaca sostenida más común que existe y afecta a cerca de 2.7 millones de personas en los Estados Unidos.
Entre los factores de riesgo asociados al desarrollo de esta se encuentran la hipertensión arterial, la obesidad, el apnea del sueño obstructiva, la diabetes, la enfermedad de las coronarias, el fallo cardíaco, la enfermedad de válvulas cardiacas, tener 75 años o más de edad, la enfermedad de tiroides, la cirugía cardiaca y el uso de alcohol y otras drogas. La fibrilación atrial se clasifica como paroxísmica (duración menos de 7 días), persistente (duración mayor de 7 días) y permanente (si se mantiene a pesar de intentos de ser controlada mediante procedimientos o medicamentos).
Esta arritmia puede presentarse de forma asintomática y puede ser identificada incidentalmente durante un examen físico o pruebas rutinarias. Los posibles síntomas asociados pueden ser desde leves (sensación de palpitaciones rápidas, agitación, cansancio), hasta síntomas severos (fallo cardíaco, angina descontrolada, apoplejía, shock).
Entre las complicaciones asociadas a la fibrilación atrial la más temida es la apoplejía o
stroke que ocurre debido a la formación de coágulos dentro del corazón que viajan a través de las arterias, causando una oclusión en la circulación cerebral que resulta en un infarto. Un infarto cerebral puede tener repercusiones sumamente serias: desde pérdida permanente de funciones motoras, sensoriales y cognitivas, hasta la muerte.
La evaluación de esta condición debe incluir la identificación de factores predisponentes, historial de eventos cardiovasculares previos, tratamientos recibidos y efectividad, historial de uso de anticoagulantes o contraindicaciones para los mismos. A través de un examen físico, le permite al médico identificar la presencia de la arritmia por medio de la palpación de los pulsos arteriales y la auscultación del corazón, así como detectar hallazgos indicativos de insuficiencia cardiaca o complicaciones asociadas a la formación de coágulos en el corazón.
El electrocardiograma (ECG) es un estudio utilizado para evaluar el ritmo cardíaco; este puede ser realizado de forma sencilla en la oficina del médico. Otros estudios utilizados en la evaluación incluyen el ecocardiograma (sonograma del corazón) y el Holter (monitor cardíaco portátil).
El tratamiento de la fibrilación atrial va dirigido a dos aspectos principales: el control de la arritmia que incluye control de la frecuencia cardiaca o eliminación de la misma, y el uso de anticoagulantes para evitar las complicaciones asociadas a la formación de coágulos dentro del corazón.
El control de la arritmia puede realizarse mediante la administración de medicamentos por vía oral o intravenosa, lo que puede ayudar a controlar la frecuencia cardiaca y hasta inclusive lograr que se realice una cardioversión (regresar el ritmo del corazón a su ritmo original).
La cardioversión eléctrica es principalmente utilizada en personas que llevan menos de 48 horas con la arritmia o que tienen evidencia de inestabilidad hemodinámica (por ejemplo, fallo cardíaco o hipotensión). Esto suele ser muy efectivo y se realiza con un equipo desfibrilador que, mediante unos electrodos puestos en el pecho del paciente, administra una descarga eléctrica que reorganiza la actividad eléctrica en el corazón.
La fibrilación atrial es la arritmia cardiaca más común que existe. Su identificación requiere de una evaluación médica apropiada y su tratamiento puede evitar complicaciones serias en su salud.
El autor es “Board Certified” en medicina interna y enfermedades cardiovasculares. Tiene consulta privada en la Suite 516 de la Torre Auxilio Mutuo.