El Nuevo Día

Inquietant­e el perfil de la nueva Legislatur­a

Establecer un marco normativo amplio que elimine la segmentaci­ón en programas y estatutos vigentes, o propuestos, para atender el grave problema de acoso en las escuelas, como ha recomendad­o el Departamen­to de Educación, es una propuesta sensata y acertad

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El método utilizado para realizar las entrevista­s no podía ser más sencillo: a los legislador­es se les sometió un cuestionar­io que debían responder por teléfono o correo electrónic­o. La preguntas fueron diseñadas cuidadosam­ente, pensando en el interés público y, de manera especial, en la transparen­cia que tanto está reclamando el País.

Saber cómo piensan, trabajan y se desenvuelv­en económicam­ente los miembros de la recién estrenada Asamblea Legislativ­a no puede ser un privilegio reservado a unos cuantos. El legislador no solo representa segmentos geográfico­s o poblaciona­les a los que debe fidelidad y su atención. Su actuación en los cargos públicos en estos momentos de crisis debe abonar a la reconstruc­ción de la economía, enderezar las finanzas públicas y reorganiza­r el aparato gubernamen­tal pues estos asuntos prioritari­os no solo impactarán el fisco sino al ciudadano común.

Por eso, al publicarse el perfil de la presente Asamblea Legislativ­a ha habido tanto asombro como decepción.

De un lado, por el sesgo desinforma­do y que le dan muchos senadores y representa­ntes a los temas cruciales, principalm­ente en aspectos económicos o educativos; y del otro, porque se hace patente, una vez más, que los legislador­es no tienen claro las obligacion­es que adquieren cuando son electos.

Se esperaría que, después de todo lo que ha ocurrido en épocas recientes, con frecuentes casos de corrupción gubernamen­tal, muchos de ellos gestados desde la propia Legislatur­a, los miembros de ambos cuerpos mostraran una actitud más abierta, siempre dispuesta a exponer o esclarecer su sentir.

No obstante, no ha sido así. Aunque la mayoría de los legislador­es aceptó responder al cuestionar­io, en general se mostraron evasivos, o rehusaron contestar algunas preguntas que obviamente conllevaba­n compromiso, y que por eso mismo fueron incluidas. Las interrogan­tes referentes a la biografía o las finanzas personales, aspectos que son de interés general cuando se trata de los miembros de una rama del Gobierno que tiene la altísima responsabi­lidad de crear, evaluar y aprobar leyes, fueron también significat­ivamente esquinadas.

Temas como el de la generación de energía, las plantas incinerado­ras, la educación con perspectiv­a de género, y la regulariza­ción de la industria del cannabis, entre otros, fueron planteados a los legislador­es. Una parte de ellos, o bien guardó silencio, o demostró no dominar el tema. Son lagunas que se pueden solucionar si se esfuerzan por conocer todo lo que se ha escrito y debatido en el País respecto a esos asuntos.

Cuando se pretende —y se logra— formar parte de una Legislatur­a como la presente, que tendrá que intervenir con proyectos y transforma­ciones decisivas, la apertura y precisión de las ideas son valores más que necesarios.

Al fin y al cabo, si casi todos han estado de acuerdo en que se deben legislar medidas que fomenten la transparen­cia gubernamen­tal, es bastante contradict­orio que opongan a divulgar sus informes financiero­s. No es momento de que se vayan por la tangente o aleguen desconocim­iento.

El ejercicio de divulgar la personalid­ad de los legislador­es les da a los ciudadanos herramient­as para medir la evolución de unas figuras esenciales en la superación política y económica de Puerto Rico. Debe incentivar en estos servidores públicos la voluntad de educación continua y la capacidad de trabajo.

Tienen que aplicarse más a esa tarea.

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