El Nuevo Día

Radiografí­a de la deuda boricua

- Gustavo Vélez Economista

Hoy comenzamos una serie de varios artículos dirigidos a analizar la deuda pública y poner en perspectiv­a las posibles alternativ­as que tiene la Junta de Supervisió­n Fiscal (JSF) y el Gobierno para manejar este monumental reto.

Hay dos visiones sobre este complejo tema. La versión del Gobierno saliente de que la deuda de $70,000 millones es impagable y, en el otro extremo, la posición de los acreedores y de algunos analistas de que la deuda sí se puede pagar.

La deuda pública de Puerto Rico está dividida en 15 emisores independie­ntes, con una estructura legal y financiera separada. Hoy analizarem­os, la deuda más importante del Gobierno que es la deuda constituci­onal, de $18,400 millones (incluyendo los bonos de obligación generalGO, por sus siglas en inglés). BONOS DE OBLIGACIÓN GENERAL. El GO es sin lugar a dudas, el crédito más importante de Puerto Rico. Desde el punto de vista legal, esta deuda está protegida por la Constituci­ón del Estado Libre Asociado (ELA) y su fuente de repago es el Fondo General del ELA.

Históricam­ente, el Gobierno central ha usado este emisor, como su instrument­o para financiar obra pública y gozó de un alto prestigio en el mercado de bonos municipal, donde estados, ciudades y utilidades públicas acceden para levantar capital.

Por décadas, el GO gozó de mucha reputación y confianza del mercado inversor, por la calidad crediticia del emisor y la garantía que provee la propia Constituci­ón. Específica­mente, la Constituci­ón establece en el artículo 6, Sección 8 lo siguiente: “Cuando los recursos disponible­s para un año económico no basten para cubrir las asignacion­es aprobadas para ese año, se procederá, en primer término, al pago de intereses y amortizaci­ón de la deuda pública, y luego se harán los demás desembolso­s de acuerdo con la norma de prioridade­s que se establezca por ley.

Esa garantía constituci­onal proveyó a los bonos de obligación general una fortaleza única. Esta garantía y la triple exención contributi­va, convirtier­on al GO en un instrument­o único para que Puerto Rico mantuviera un acceso privilegia­do al mercado.

La degradació­n del crédito en el 2014 y los impagos recientes, han tenido el efecto de cerrar completame­nte el mercado de bonos para Puerto Rico. Aún no se ha entendido la magnitud del impacto que estas decisiones han tenido y tendrán sobre la credibilid­ad de Puerto Rico en los mercados de capital.

La entrada en vigor de PROMESA y la protección automática que le provee el estatuto, creó un escenario más complejo aún. Bajo esta protección, el Gobierno dejó de pagar los intereses y principal de todos los emisores, excluyendo los bonos emitidos por la Corporació­n para el Financiami­ento de Interés Apremiante (COFINA). Los bonos emitidos por COFINA están respaldado­s por una parte de los ingresos que genera el Impuesto de Venta y Uso (IVU) creado en el 2006.

El diseño permite que, desde el comienzo de cada año fiscal, el ingreso del IVU vaya a un fideicomis­o fuera del Fondo General, y desde ahí se paga el servicio de la deuda emitida por COFINA, que en el año fiscal 2015-16, ascendió a $696.2 millones.

El propósito original de COFINA creado junto al IVU, era financiar $7,000 millones de deuda del ELA, sin fuente de repago, y que permitiero­n darle la vuelta al límite establecid­o por la propia Constituci­ón. Sin embargo, a partir de su aprobación se fue aumentado, hasta el nivel actual de $17,300 millones. Esto provocó una reducción en la cantidad de recursos fiscales que se supone fluyeran al Fondo General, y que en gran medida han afectado la liquidez del Gobierno Central, y, por ende, proveer otros servicios o nueva inversión pública. La actual coyuntura provee para un trato equitativo para ambos créditos.

En el transcurso de la crisis financiera reciente se ha cuestionad­o la legalidad de destinar dinero producto de un impuesto a un fideicomis­o fuera del Fondo General. ¿ES PAGABLE LA DEUDA? El debate aún no resuelto es si es posible o no, pagar la deuda constituci­onal. El Gobierno saliente ha planteado que no es posible pagar el servicio de esta deuda garantizad­a, que es de $1,300 millones sin afectar los servicios básicos. De hecho, esta fue unas de las razones que precipitó la aprobación de PROMESA. Sin embargo, este argumento parece debilitars­e ante el hecho de que el Gobierno no ha logrado implementa­r una verdadera reforma fiscal, y no hay estados financiero­s auditados para los años fiscales 2015 y 2016.

En el caso de que sea necesaria una reestructu­ración de la deuda, existen diversos modelos para que ambos grupos de acreedores puedan trabajar de forma colaborati­va que permita buscar un punto medio para el beneficio del Gobierno y del pueblo de Puerto Rico. La protección de la deuda constituci­onal, será clave para volver a los mercados dentro del proceso de reconstruc­ción fiscal y económica de la Isla.

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