El Nuevo Día

Asombrosa travesía por Europa del Este

A bordo del Emerald Sky puedes conocer Rumanía, Bulgaria, Serbia, Croacia y Hungría.

- Por Raisa Rivas Español Especial para De Viaje

Las travesías en barcos de río por Europa son un encanto. Paisajes hermosos, castillos que parecen sacados de los libros de cuentos y visitas a pequeñas ciudades o villas a solo pasos del barco. Pero un viaje en el Emerald Sky, de Emerald Waterways, me mostró que hay “otro mundo” europeo por conocer y que la ruta puede hacerse perfectame­nte bien en barcos de río.

El viaje empezó en Bucarest, Rumanía, donde fui recibida por personal de la línea de cruceros. Puntuales y amables, se hicieron cargo de llevarme al hotel Sheraton Bucharest, céntrico y moderno, donde estuvimos dos noches.

La primera noche nos reunimos con Jana, nuestra directora de cruceros. Oriunda de Estonia, se echó a los pasajeros en un bolsillo, por su habilidad para contestar preguntas en varios idiomas. Muchos de ellos viajaban por primera vez en barcos de río y otros repetían viaje con la empresa de cruceros, estrenada en el 2014.

Al día siguiente empezó el recorrido conociendo a Bucarest, la capital de Rumanía, tan exótica como el itinerario

Enchantmen­t of Eastern Europe que nos llevaría en 10 días por el río Danubio, para conocer ciudades de Rumanía, Bulgaria, Serbia, Croacia y Hungría.

UN VISTAZO A BUCAREST

El city tour mostró los lugares emblemátic­os de la ciudad y un vistazo a sus majestuoso­s edificios, mezcla de estilos arquitectó­nicos de Austria, Alemania y Francia. Bucarest es conocida como la París del Este por su elegancia y amplias avenidas que, no obstante su tamaño, se quedan cortas para el inmenso tapón diario que causan el más de un millón de automóvile­s que circulan diariament­e.

El punto culminante fue la visita al Parlamento. El segundo edificio más grande del mundo después del Pentágono de Estados Unidos fue mandado a construir por el dictador Nicolae Ceausescu, que fue ejecutado en 1989. Conocido como El Palacio del Pueblo, tiene más de 1,000 habitacion­es y 2,800 lámparas y fue construido totalmente por rumanos con materiales locales, incluyendo mármol de primera calidad. “Ceausescu tenía miedo de que se supieran los planes de construcci­ón y por eso ni se compró nada fuera, ni se contrató a nadie del exterior”, nos dijo la guía, que contó que el palacio, construido en una colina, tenía 80 kilómetros de túneles que llevaban hasta el aeropuerto.

Otros lugares para ver en Bucarest incluyen el Arco del Triunfo, la Piata Unirii, con los edificios más antiguos de la ciudad, y la Piata Revolutiei, donde muchos perdieron sus vidas en la revolución de 1989 y donde Ceausescu pronunció su último discurso. Además, está la Estatua del Rey Carol I y el Museo de la Música.

Al otro día escogimos una excursión opcional para ir al Monasterio de Snagov, en la isla del mismo nombre, donde se dice está enterrado, Vlad, the Impaler, mejor conocido como el conde Drácula.

Luego de un corto paseo en bote por el lago Snagov, viendo casas lujosas donde pasan los fines de semana los ricos del país, llegamos al monasterio. Cuenta la leyenda que allí descansan los restos, sin la cabeza, de Vlad III Drácula Tepes, el conde Drácula, nacido en Transilvan­ia en 1434, una de las seis regiones en que se divide Rumanía. Aunque con métodos discutible­s, él es reconocido en el país como un gran soldado, líder del ejército, que los defendió de invasores extranjero­s. La parte “oscura” de la historia sin embargo, habla de un ser satánico con métodos crueles para matar a sus enemigos, que luego fue el eje de la novela del escritor Bram Stoker, que lo llamó

Drácula, el Vampiro. Una pequeña iglesia, reconstrui­da en 1521 tiene la tumba, aunque unos dicen que los restos de Drácula están en otro lugar de Bucarest o en Italia.

POR FIN AL EMERALD SKY

Ya en la tarde nos fuimos camino a Giorgio, Bulgaria, a solo a 10 kilómetros de Rumanía, donde nos esperaba el Emerald Sky, con todo listo para recibirnos. El barco, con capacidad para 182 pasajeros, lucía acogedor y moderno. Ya en la cabina nos dimos cuenta de sus detalles: muy buena distribuci­ón de espacio, muchas gavetas para guardar, televisor grande de pantalla plana y el baño, aunque pequeño, con todo lo necesario. De los espacios comunes llamaba la atención la piscina bajo techo que, de noche, se convertía en cine y su restaurant­e principal, divino para ver los paisajes mientras comíamos.

La próxima parada fue Silistra, también en Bulgaria, a la que llaman la

pequeña Viena, una ciudad que ha copiado mucho de dicha ciudad, incluyendo los tulipanes, que son hermosos allí. Esa noche tuvimos la orientació­n diaria de Jana, sobre el próximo puerto, y la cena de bienvenida en el elegante salón comedor, con un menú de pescados y mariscos, carnes y exquisita selección de postres. Como todos los almuerzos y cenas, los vinos, cervezas y refrescos estaban incluidos.

SEGUIMOS EN BULGARIA

El próximo día, nuestro tour, también de todo el día, nos llevó en una corta parada a Veliko Tarnovo, antigua capital de Bulgaria y a la pequeña villa de Arbanassi. Allí conocimos sus iglesias del siglo XVII y XVIII, entre ellas la de los Santos Arcángeles Miguel y Gabriel y la Iglesia del Nacimiento de Cristo, donde hay impactante­s frescos.

Allí probamos su tradiciona­l licor de rosas. Las rosas de Bulgaria son famosas en el mundo entero y hay numerosos productos a la venta, incluyendo extractos de aceite rosa, aunque a un costo de más de $ 150 por onza.

UN DÍA RELAX

El día siguiente era completo de navegación y actividade­s, incluyendo ver el cruce por los Iron Gates. Estas gargantas naturales de estos estrechos cañones entre los Cárpatos y la cordillera de los Balcanes, se forma en la frontera entre Serbia y Rumanía, haciendo un espectácul­o natural impresiona­nte. El cruce por el área es corto, pero lo suficiente como para ver importante­s lugares históricos como la Fortaleza de Golubac y el Puente de Trajano.

La tarde transcurri­ó entre demostraci­ón de cómo hacer un strudel, postre típico de la región, y una conferenci­a de Jana, sobre la vida en el comunismo. “Los recuerdos son agridulces y Europa del Este todavía está luchando con los efectos de la transición. Rumanía y Bulgaria tienen los efectos de los cambios económicos, mientras Serbia y Croacia están manejando los efectos de sus guerras recientes”, comentó Jana, quien ahora reside en España.

Según ella, hubo perdedores y ganadores entre estos países. El suyo, así como la República Checa y Hungría, están entre los ganadores, pero Ru-

manía y Bulgaria, considerad­o el país más pobre de Europa, se quedaron entre los perdedores. En ese país, todavía se usan caballos y burros en muchas zonas rurales como medio de transporte.

BELGRADO, LA SORPRESA

La capital de Serbia resultó la gran sorpresa del viaje. Con numerosos monumentos arquitectó­nicos, digno de una parada para fotos, visitamos la iglesia de San Sava, todavía en construcci­ón, que es la catedral ortodoxa más grande del mundo y está siendo construida gracias solo a donaciones del pueblo. También dimos un vistazo exterior al Teatro y Casa de la Opera y el Museo, y a la Fortaleza Kalemegdan desde donde se aprecian espléndida­s vistas de la ciudad y de la confluenci­a de los ríos Sava y Danubio.

LLEGAMOS A CROACIA

Esta vez mi entrada a Croacia no fue por la fabulosa ciudad de Dubrovnik, sino por Vukovar, un símbolo de la resistenci­a croata, donde ocurrió la Masacre de Vukovar durante la guerra de Yugoslavia, entre 1991 y el 2001. También visitamos Osijek, a una hora de distancia, donde hicimos un walking

tour para ver sus iglesias, como la de San Pedro y San Pablo y el Teatro Nacional Croata.

Fue cuando salimos de allí que tuvimos una de las mejores experienci­as del viaje, una comida típica en una casa croata. La historia de don Stephen y doña Milena, una pareja encantador­a que nos enseñó la hospitalid­ad y el sabor de los croatas, te la cuento en la sección Por los Mares de esta edición.

EL OLOR A PAPRIKA DE KALOC

Hungría era el destino final de nuestro viaje, pero antes de llegar a Budapest conocimos Kalocsa, una pequeña ciudad de 19,000 habitantes, famosa por su paprika roja y dorada. “Estamos obsesionad­os con la paprika y la usamos como ingredient­e y decoración de las comidas hasta como medicina”, indicó Mate, el guía, “pero también nos obsesiona nuestra música y cultura”. Por eso no se puede dejar de ir al Museo del Paprika, donde la

Dama del Paprika nos contó que en agosto empieza la cosecha en la que se involucra toda la familia, desde los niños hasta los ancianos. También fuimos a una granja privada para ver una presentaci­ón de caballos, con los jinetes Magyar, algo tradiciona­l allí, donde vimos cómo un joven corrió agarrando las riendas de 10 caballos, una destreza difícil que perfeccion­an en familia por generacion­es. Navegando hacia Budapest, compartien­do la cena con nuevos amigos periodista­s de Estados Unidos, el personal recibió un sonoro aplauso de agradecimi­ento por su excelente servicio y nosotros un regalo: ver sus monumentos iluminados y anclar frente al Parlamento iluminado, un cierre con broche de oro para culminar al día siguiente la travesía. Para informació­n sobre este crucero, consulta a tu agente de viajes.

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 ??  ?? Arriba, el crucero de río Emerald Sky pasea a lo largo del Danubio.
Arriba, el crucero de río Emerald Sky pasea a lo largo del Danubio.
 ??  ?? A la izquierda, la llamada “Dama del Paprika”, en el pueblo de Kalocsa, en Hungría.
A la izquierda, la llamada “Dama del Paprika”, en el pueblo de Kalocsa, en Hungría.
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 ??  ?? La Capilla de Snagov, en Rumanía, es famosa por tener en su interior los restos de quien fuera conocido como el conde Drácula.
La Capilla de Snagov, en Rumanía, es famosa por tener en su interior los restos de quien fuera conocido como el conde Drácula.
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