EL JUEGO DEBAJO DE LA MESA EN LA DOBLE A
Por décadas, las apuestas de dinero en las gradas -una práctica ilegal- han formado parte de la cultura de esta liga
Al tiempo que los integrantes de ambos equipos se lanzan al terreno a disputar un partido de béisbol, hay otros ‘jugadores’ que llegan al parque, se ubican en los pasillos principales o en las gradas, y hacen otro tipo de ‘jugadas’ como parte de una tradición de este deporte. Parecen conocerse entre ellos, así que el protocolo es sencillo y rápido.
Se jugaba la serie final del béisbol Doble A entre Artesanos de Las Piedras y los Bravos de Cidra, y los apostadores de ambos conjuntos hacían sus ‘jugadas’ durante el tercer y cuarto choque de la serie en los estadios Jesús María Freire, de Cidra, y Francisco Negrón Díaz, de Las Piedras. Antes del inicio de la serie se concretaron apuestas por la serie completa, dijo uno de los ‘jugadores’ a El Nuevo Día que habló con la condición de que su identidad se mantuviera en el anonimato. “Pero también se hacen apuestas por cada partido”, dijo el fanático de los Bravos.
Las apuestas son ilegales en los estadios y en las canchas deportivas del País. Pero en ambos estadios, ningún apostador parece esconderse. En la Doble A hay una realidad: las apuestas forman parte de la cultura de este béisbol desde sus inicios. “Las apuestas en la Doble A existen desde que yo era un muchacho en el 1947. Se hacían desde esa época. No conozco la pelota Doble A sin apostadores. Es parte de la mística de este béisbol”, dijo el expresidente de la Federación de Béisbol, Osvaldo Gil.
La Liga Superior Doble A arrancó en la década de 1930, y Gil jugó con el equipo de su ciudad natal de Humacao, antes de convertirse en el líder de la Federación en el 1969. Estuvo 33 años al frente del organismo. Y sobre cómo surgieron las apuestas en Humacao, Gil tiene una “teoría”.
“En aquellos años era una costumbre que los fanáticos se reunieran en la Plaza Pública para discutir sobre los juegos del equipo. Entonces salían aquellos que decían saber mucho de béisbol y surgían las apuestas para saber quién sabía más”, teorizó. ¿CUÁNTO DINERO SE APUESTA? El dinero que ‘corre’ en las apuestas es sustancial. Otro apostador entrevistado por este medio que se identificó con los Bravos precisó que para la serie semifinal ante los Azucareros de Yabucoa, el dinero en las apuestas osciló entre $35,000 y $40,000. “Yabucoa es uno de los equipos que más apuesta dinero, y hubo gente de Cidra que ganó más de $10,000”, dijo.
En la serie contra los Artesanos, según agregó, el dinero se redujo bastante. “Te diría que hay entre $20,000 y $25,000 en esta serie. La gente de Las Piedras no apuesta tanto como la de Yabucoa”, apuntó.
El Nuevo Día entrevistó a varios directivos y exapoderados de la liga, y todos coincidieron que en la Sección Este abundan las apuestas. Hay mucha tradición en las franquicias de Juncos, Yabucoa, Las Piedras, y San Lorenzo, donde la cultura de las apuestas está más enraizada. “En la pasada serie seccional entre Juncos y Las Piedras, fácilmente, habían como $30,000 en apuestas”, dijo un exdirectivo de una franquicia. “Eso sí, el dinero es menor en comparación a las
décadas de 1980 y 1990. En las series entre Yabucoa y Juncos en los ‘90, el dinero que corría era increíble. Lo que pasa es que los viejos apostadores han ido muriendo y ha disminuido la cantidad de dinero, aunque siempre aparecen ‘jugadores’ con $10,000 y $15,000 para una serie”, agregó.
En la Sección Central también hay un movimiento fuerte de apuestas en Cidra, Comerío, y Cayey.
Mientras en la Sección Norte, los seguidores de Camuy, Utuado y Florida cargan con el mayor peso de las apuestas. Este diario entrevistó a uno de los apostadores de esta área y señaló que las cantidades de dinero en las ‘jugadas’ son menores en comparación a las del Este y Central. “Aquí, las apuestas más grandes se dan en las series entre Utuado y Camuy, y oscilan entre los $10,000 y $15,000, cuando varios apostadores se reúnen y ponen $1,000 cada uno. No más de eso”, dijo el entrevistado. En el Oeste, las apuestas son más comunes en las franquicias de San Sebastián, Aguada y Añasco, supo este medio. Y las cantidades fluctúan entre $10,000 y $15,000. “Acá siempre han existido las apuestas. Es parte del arraigo de este deporte”, dijo un fanático de San Sebastián. En el Sur, “Coamo es el rey de las apuestas”, dijo un directivo de la sección al agregar que “en Juana Díaz ya no se apuesta tanto como antes”.
En el Suroeste, las apuestas son más frecuentes en Lajas con menor impacto en equipos tradicionales como Yauco y Peñuelas. “Las jugadas se dan más en las series de los ‘playoffs’ con personas apostando entre $500 y $1,000 por juego. No hay grandes sumas de dinero (en juego) como en otras secciones”, dijo una persona del área oeste.
Mientras en el Noreste, Fajardo, Río Grande, y Gurabo son los equipos con mayor cantidad de apostadores, según los entrevistados, al tiempo que la Metro parece ser la sección con menos movimiento de esta práctica ilegal, pero tolerada. ¿CUÁNTO INFLUYE EL APOSTADOR? Históricamente, siempre se ha cuestionado cuál es rol de los apostadores. Ha trascendido que pueden influir en la toma de decisiones de un apoderado a la hora de contratar o de despedir un dirigente. Y que también influir en las determinaciones de los dirigentes.
El Nuevo Día entrevistó a varios
apoderados, exdirectivos, y dirigentes, y todos rechazaron que los apostadores tengan influencia en las decisiones de las novenas dentro y fuera del terreno.
Carmelo Ortiz, apoderado de los nuevos campeones Bravos, fue uno de los que reaccionó y lo aseguró. “Llevo siete años en el equipo y he ganado siete campeonatos seccionales sin que nadie compre mi conciencia. Ningún apostador tiene influencia en este equipo”, afirmó Ortiz, al tiempo que el dirigente de los Bravos, Juanito Rodríguez, también aseguró que “nadie ha tratado de acercarse para decirme lo que tengo que hacer. Ni directamente ni a través de segundas personas. Mi trabajo es dirigir y nunca dejaría a alguien de afuera que viniera a decirme cómo hacer las cosas”.
No obstante, la relación entre los apostadores y algunos jugadores es distinta. Un apostador de la Sección Oeste contó, por ejemplo, que los apostadores pueden informarle al lanzador de turno o a los jugadores estelares del equipo –directamente o a través de una persona- la cantidad de dinero adicional que podrían generar en caso de ganar el juego desde el montículo o con un batazo. “Hay apostadores que pueden ir directo a donde un jugador, mayormente a los lanzadores, y decirle que podrían ganar $300 o $600 más si ganan el juego. O si un bateador conecta un jonrón le dan $100 o si da el hit ganador $200 más. Eso es un dinero aparte de la dieta. Y eso motiva a los jugadores, pero también crea conflicto. Muchas veces, un lanzador no quiere que lo saquen del montículo porque sabe que podría ganar más dinero si continúa lanzando y sale airoso. En la Doble A es más fácil que los apostadores tengan relación con los jugadores. Después de los juegos, algunos peloteros acostumbran a quedarse en el parque para compartir con la gente”, dijo el exdirectivo.
Otro aspecto que hace diferente el béisbol Doble A a los otros deportes del País es el recogido de dinero a través de una gorra o sombrero a la conclusión de un partido para premiar al jugador más destacado. Ese dinero, dijo el exdirectivo, es completamente diferente al que los apostadores le prometen a los peloteros. “En esa gorra, no entra el dinero de las apuestas. Ahí solo va el dinero que los fanáticos aportan. Así que si un jugador recibe $400 de dieta, más otros $300 de los apostadores y otros $300 de la gorra, al final se está llevando $1,000 para su casa. No está mal para una sola noche”, informó.
HABLA UN JUGADOR. El Nuevo Día entrevistó a un lanzador que militó con varios equipos en las secciones del Norte y del Noroeste, y éste contó su experiencia con los apostadores. “En todos los parques hay apuestas. Y en ocasiones, los apostadores se me acercaban para decirme que me podían dar $300 o $500 si ganaba el juego. Incluso, los apostadores se me acercaban, después de calentar, para saber cómo me sentía antes del juego y hasta me invitaban a unirme a las apuestas. Se da de todo”, dijo el jugador en anonimato.
¿QUIENES APUESTAN? Aunque la liga de la Doble A se vio obligada a abrir la competencia a los jugadores profesionales, este béisbol todavía es uno con un fuerte matiz y tradición de pueblo. Y eso lo hace diferente a las otras disciplinas deportivas que se juegan de forma organizada en la Isla, sean aficionadas o profesionales.
Y según todos los entrevistados, la mayoría de los apostadores en la Doble A están ligados a las apuestas en las peleas de gallos o al juego de la bolita, esta última práctica ilegal también en el País. “En el Norte, hay muchos apostadores que vienen de los gallos. Todos nos conocemos y puedo decir que la mayoría apuestan mucho dinero en los gallos”, dijo un apostador de esta sección al negar que el dinero de narcotráfico esté presente en las apuestas de este béisbol.
Un exapoderado de la liga se expresó por la misma línea de pensamiento.
“La gente que viene a apostar en la Doble A es porque le gusta apostar en los gallos, en los casinos o porque juega bolita. También hay muchos prestamistas que solo van a los parques por las apuestas y no les interesa el partido”, dijo. “A muchos apoderados no les gusta tenerlos en los parques, porque a veces generan peleas, pero lo cierto es que ellos juegan un papel importante en la cultura de este béisbol”, dijo el entrevistado.
¿QUÉ HACE LA LIGA? Durante su incumbencia como líder federativo, Gil dijo que trató de minimizar la cantidad de apuestas en los parques. “La Políciía vigilaba a los apostadores y se calmaron un poco. Pero luego sale la Polícía de los parques y las apuestas volvieron a aumentar”, dijo Gil.
En la actualidad, la Federación de Béisbol está más pendiente a que ninguno de los protagonistas del juego esté envuelto en esta práctica ilegal, dijo su presidente José Quiles. “Nosotros velamos que ningún apoderado, dirigente o jugador esté activo en este asunto de las apuestas. Eso no lo vamos a permitir. Con relación a las apuestas de los fanáticos, ya es más cuesta arriba lograr evidencia sobre que están apostando”, dijo Quiles.
“Las apuestas en la Doble A existen desde que yo era un muchacho en el 1947. Se hacían desde esa época. No conozco la pelota Doble A sin apostadores. Es parte de la mística de este béisbol” OSVALDO GIL Expresidente de la Federación de Béisbol