El Nuevo Día

EL JUEGO DEBAJO DE LA MESA EN LA DOBLE A

Por décadas, las apuestas de dinero en las gradas -una práctica ilegal- han formado parte de la cultura de esta liga

- Carlos Rosa Rosa crosa@elnuevodia.com Twitter: @crosarosa

Al tiempo que los integrante­s de ambos equipos se lanzan al terreno a disputar un partido de béisbol, hay otros ‘jugadores’ que llegan al parque, se ubican en los pasillos principale­s o en las gradas, y hacen otro tipo de ‘jugadas’ como parte de una tradición de este deporte. Parecen conocerse entre ellos, así que el protocolo es sencillo y rápido.

Se jugaba la serie final del béisbol Doble A entre Artesanos de Las Piedras y los Bravos de Cidra, y los apostadore­s de ambos conjuntos hacían sus ‘jugadas’ durante el tercer y cuarto choque de la serie en los estadios Jesús María Freire, de Cidra, y Francisco Negrón Díaz, de Las Piedras. Antes del inicio de la serie se concretaro­n apuestas por la serie completa, dijo uno de los ‘jugadores’ a El Nuevo Día que habló con la condición de que su identidad se mantuviera en el anonimato. “Pero también se hacen apuestas por cada partido”, dijo el fanático de los Bravos.

Las apuestas son ilegales en los estadios y en las canchas deportivas del País. Pero en ambos estadios, ningún apostador parece esconderse. En la Doble A hay una realidad: las apuestas forman parte de la cultura de este béisbol desde sus inicios. “Las apuestas en la Doble A existen desde que yo era un muchacho en el 1947. Se hacían desde esa época. No conozco la pelota Doble A sin apostadore­s. Es parte de la mística de este béisbol”, dijo el expresiden­te de la Federación de Béisbol, Osvaldo Gil.

La Liga Superior Doble A arrancó en la década de 1930, y Gil jugó con el equipo de su ciudad natal de Humacao, antes de convertirs­e en el líder de la Federación en el 1969. Estuvo 33 años al frente del organismo. Y sobre cómo surgieron las apuestas en Humacao, Gil tiene una “teoría”.

“En aquellos años era una costumbre que los fanáticos se reunieran en la Plaza Pública para discutir sobre los juegos del equipo. Entonces salían aquellos que decían saber mucho de béisbol y surgían las apuestas para saber quién sabía más”, teorizó. ¿CUÁNTO DINERO SE APUESTA? El dinero que ‘corre’ en las apuestas es sustancial. Otro apostador entrevista­do por este medio que se identificó con los Bravos precisó que para la serie semifinal ante los Azucareros de Yabucoa, el dinero en las apuestas osciló entre $35,000 y $40,000. “Yabucoa es uno de los equipos que más apuesta dinero, y hubo gente de Cidra que ganó más de $10,000”, dijo.

En la serie contra los Artesanos, según agregó, el dinero se redujo bastante. “Te diría que hay entre $20,000 y $25,000 en esta serie. La gente de Las Piedras no apuesta tanto como la de Yabucoa”, apuntó.

El Nuevo Día entrevistó a varios directivos y exapoderad­os de la liga, y todos coincidier­on que en la Sección Este abundan las apuestas. Hay mucha tradición en las franquicia­s de Juncos, Yabucoa, Las Piedras, y San Lorenzo, donde la cultura de las apuestas está más enraizada. “En la pasada serie seccional entre Juncos y Las Piedras, fácilmente, habían como $30,000 en apuestas”, dijo un exdirectiv­o de una franquicia. “Eso sí, el dinero es menor en comparació­n a las

décadas de 1980 y 1990. En las series entre Yabucoa y Juncos en los ‘90, el dinero que corría era increíble. Lo que pasa es que los viejos apostadore­s han ido muriendo y ha disminuido la cantidad de dinero, aunque siempre aparecen ‘jugadores’ con $10,000 y $15,000 para una serie”, agregó.

En la Sección Central también hay un movimiento fuerte de apuestas en Cidra, Comerío, y Cayey.

Mientras en la Sección Norte, los seguidores de Camuy, Utuado y Florida cargan con el mayor peso de las apuestas. Este diario entrevistó a uno de los apostadore­s de esta área y señaló que las cantidades de dinero en las ‘jugadas’ son menores en comparació­n a las del Este y Central. “Aquí, las apuestas más grandes se dan en las series entre Utuado y Camuy, y oscilan entre los $10,000 y $15,000, cuando varios apostadore­s se reúnen y ponen $1,000 cada uno. No más de eso”, dijo el entrevista­do. En el Oeste, las apuestas son más comunes en las franquicia­s de San Sebastián, Aguada y Añasco, supo este medio. Y las cantidades fluctúan entre $10,000 y $15,000. “Acá siempre han existido las apuestas. Es parte del arraigo de este deporte”, dijo un fanático de San Sebastián. En el Sur, “Coamo es el rey de las apuestas”, dijo un directivo de la sección al agregar que “en Juana Díaz ya no se apuesta tanto como antes”.

En el Suroeste, las apuestas son más frecuentes en Lajas con menor impacto en equipos tradiciona­les como Yauco y Peñuelas. “Las jugadas se dan más en las series de los ‘playoffs’ con personas apostando entre $500 y $1,000 por juego. No hay grandes sumas de dinero (en juego) como en otras secciones”, dijo una persona del área oeste.

Mientras en el Noreste, Fajardo, Río Grande, y Gurabo son los equipos con mayor cantidad de apostadore­s, según los entrevista­dos, al tiempo que la Metro parece ser la sección con menos movimiento de esta práctica ilegal, pero tolerada. ¿CUÁNTO INFLUYE EL APOSTADOR? Históricam­ente, siempre se ha cuestionad­o cuál es rol de los apostadore­s. Ha trascendid­o que pueden influir en la toma de decisiones de un apoderado a la hora de contratar o de despedir un dirigente. Y que también influir en las determinac­iones de los dirigentes.

El Nuevo Día entrevistó a varios

apoderados, exdirectiv­os, y dirigentes, y todos rechazaron que los apostadore­s tengan influencia en las decisiones de las novenas dentro y fuera del terreno.

Carmelo Ortiz, apoderado de los nuevos campeones Bravos, fue uno de los que reaccionó y lo aseguró. “Llevo siete años en el equipo y he ganado siete campeonato­s seccionale­s sin que nadie compre mi conciencia. Ningún apostador tiene influencia en este equipo”, afirmó Ortiz, al tiempo que el dirigente de los Bravos, Juanito Rodríguez, también aseguró que “nadie ha tratado de acercarse para decirme lo que tengo que hacer. Ni directamen­te ni a través de segundas personas. Mi trabajo es dirigir y nunca dejaría a alguien de afuera que viniera a decirme cómo hacer las cosas”.

No obstante, la relación entre los apostadore­s y algunos jugadores es distinta. Un apostador de la Sección Oeste contó, por ejemplo, que los apostadore­s pueden informarle al lanzador de turno o a los jugadores estelares del equipo –directamen­te o a través de una persona- la cantidad de dinero adicional que podrían generar en caso de ganar el juego desde el montículo o con un batazo. “Hay apostadore­s que pueden ir directo a donde un jugador, mayormente a los lanzadores, y decirle que podrían ganar $300 o $600 más si ganan el juego. O si un bateador conecta un jonrón le dan $100 o si da el hit ganador $200 más. Eso es un dinero aparte de la dieta. Y eso motiva a los jugadores, pero también crea conflicto. Muchas veces, un lanzador no quiere que lo saquen del montículo porque sabe que podría ganar más dinero si continúa lanzando y sale airoso. En la Doble A es más fácil que los apostadore­s tengan relación con los jugadores. Después de los juegos, algunos peloteros acostumbra­n a quedarse en el parque para compartir con la gente”, dijo el exdirectiv­o.

Otro aspecto que hace diferente el béisbol Doble A a los otros deportes del País es el recogido de dinero a través de una gorra o sombrero a la conclusión de un partido para premiar al jugador más destacado. Ese dinero, dijo el exdirectiv­o, es completame­nte diferente al que los apostadore­s le prometen a los peloteros. “En esa gorra, no entra el dinero de las apuestas. Ahí solo va el dinero que los fanáticos aportan. Así que si un jugador recibe $400 de dieta, más otros $300 de los apostadore­s y otros $300 de la gorra, al final se está llevando $1,000 para su casa. No está mal para una sola noche”, informó.

HABLA UN JUGADOR. El Nuevo Día entrevistó a un lanzador que militó con varios equipos en las secciones del Norte y del Noroeste, y éste contó su experienci­a con los apostadore­s. “En todos los parques hay apuestas. Y en ocasiones, los apostadore­s se me acercaban para decirme que me podían dar $300 o $500 si ganaba el juego. Incluso, los apostadore­s se me acercaban, después de calentar, para saber cómo me sentía antes del juego y hasta me invitaban a unirme a las apuestas. Se da de todo”, dijo el jugador en anonimato.

¿QUIENES APUESTAN? Aunque la liga de la Doble A se vio obligada a abrir la competenci­a a los jugadores profesiona­les, este béisbol todavía es uno con un fuerte matiz y tradición de pueblo. Y eso lo hace diferente a las otras disciplina­s deportivas que se juegan de forma organizada en la Isla, sean aficionada­s o profesiona­les.

Y según todos los entrevista­dos, la mayoría de los apostadore­s en la Doble A están ligados a las apuestas en las peleas de gallos o al juego de la bolita, esta última práctica ilegal también en el País. “En el Norte, hay muchos apostadore­s que vienen de los gallos. Todos nos conocemos y puedo decir que la mayoría apuestan mucho dinero en los gallos”, dijo un apostador de esta sección al negar que el dinero de narcotráfi­co esté presente en las apuestas de este béisbol.

Un exapoderad­o de la liga se expresó por la misma línea de pensamient­o.

“La gente que viene a apostar en la Doble A es porque le gusta apostar en los gallos, en los casinos o porque juega bolita. También hay muchos prestamist­as que solo van a los parques por las apuestas y no les interesa el partido”, dijo. “A muchos apoderados no les gusta tenerlos en los parques, porque a veces generan peleas, pero lo cierto es que ellos juegan un papel importante en la cultura de este béisbol”, dijo el entrevista­do.

¿QUÉ HACE LA LIGA? Durante su incumbenci­a como líder federativo, Gil dijo que trató de minimizar la cantidad de apuestas en los parques. “La Políciía vigilaba a los apostadore­s y se calmaron un poco. Pero luego sale la Polícía de los parques y las apuestas volvieron a aumentar”, dijo Gil.

En la actualidad, la Federación de Béisbol está más pendiente a que ninguno de los protagonis­tas del juego esté envuelto en esta práctica ilegal, dijo su presidente José Quiles. “Nosotros velamos que ningún apoderado, dirigente o jugador esté activo en este asunto de las apuestas. Eso no lo vamos a permitir. Con relación a las apuestas de los fanáticos, ya es más cuesta arriba lograr evidencia sobre que están apostando”, dijo Quiles.

“Las apuestas en la Doble A existen desde que yo era un muchacho en el 1947. Se hacían desde esa época. No conozco la pelota Doble A sin apostadore­s. Es parte de la mística de este béisbol” OSVALDO GIL Expresiden­te de la Federación de Béisbol

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