ASTRID DÍAZ “LA ARQUITECTURA ES VIDA”
Hace 15 años, una joven arquitecta de rostro dulce, que no se conformó con trabajar sus planos desde su mesa de oficina, comenzó a aparecer en la pantalla de uno de los canales locales con la gesta de educar al pueblo y proveerles las herramientas para que un fenómeno natural no le destruyera su propiedad, transformando el lenguaje arquitectónico en uno más casual. De esa manera Astrid Díaz se convirtió en “La Voz de la Arquitectura de Puerto Rico”, y pasó a ser un personaje televisivo. Durante estos años la hemos visto en “Apuntes de arquitectura y Astrid diseños”, nominado a dos premios Emmy el año pasado por Excelencia educativa y Contenido fotográfico, que presenta en cápsulas que emite diariamente WIPR (Canal 6). “Creo que soy la única arquitecta nominada a un Emmy, y sin haber estudiado una carrera televisiva. Es un honor”, comentó Díaz. La hemos visto desarrollarse a través de importantes asignaciones que ha trazado en restauraciones de casas y edificios en zonas históricas como presidenta de su firma Astrid Díaz: ADV Architects, PSC, y en el ámbito empresarial como presidenta de Design Advisory Groups, y de la marca Astrid Designs. En este momento, la urbanista trabaja en la reconstrucción de la capilla del Cristo en el Viejo San Juan y en el Centro de Investigación Marina y Acuario en Mayagüez. “El acuario de Puerto Rico es un proyecto de alcance internacional. Se han comunicado con nosotros diferente firmas de Hong Kong, Brasil y Estados Unidos especializadas en administración y exhibiciones para este tipo de instalaciones interesados en hacer alianzas con nosotros. Esto porque en Mayagüez hay un nodo (académico ecológico) único en el mundo; está el Colegio que tiene un programa de Ciencias Marinas de gran altura mundial y el zoológico Juan A. Rivero, que se complementan con el Centro de Investigación Marina y Acuario. Hace unas semanas me reuní con el congresista puertorriqueño José Serrano para obtener un apoyo serio de su parte”.
¿Cómo llegas a convertirte en una figura mediática?
Mi compromiso con Puerto Rico me lleva a entrar en los medios de comunicación para dar a conocer los valores que tenemos como pueblo, nuestra arquitectura y nuestra cultura. También para demostrar cómo las mujeres luchadoras salimos adelante en estas épocas difíciles. Gracias al cariño de la gente que me ha seguido apoyando es que estoy aquí.
¿Qué le pareció a tu gremio el que tomaras el rol de educadora de las masas?
Entendió que llevaba un mensaje con mucho profesionalismo y fue muy bien acogido por la profesión, que lo tomó como si yo fuera la voz de la arquitectura. Entendieron que había mucho conocimiento que debía salir del gremio y las escuelas de arquitectura, para compartirlo. Se llenó ese vacío que existía porque el mensaje que yo llevo lo disfruta y lo capta tanto el profesional como el público.
¿Fue difícil para ti, siendo bonita y joven, que los medios te tomaran en serio?
No, porque me sentía muy segura de que hacía falta llevar esa información a los ciudadanos, y acababa de estudiar arquitectura (terminó su maestría en 1992). En cuanto a la opinión general, al principio la gente me decía que había otro tipo de programas (distintos al de ella) que eran los que mantenían el “rating”. Pero empezamos con un acuerdo de tres semanas y ya llevamos 15 años. Cuando iba por los pueblos documentando las piezas históricas veía cómo demolían nuestras antiguas casas, y edificios
importantes, que podían ser un gran activo para Puerto Rico y me sentía como si arrancaran un pedacito de nosotros. Así que el compromiso fue tan serio por hacer mi trabajo con excelencia que la aceptación de las cápsulas de arquitectura, con las que comencé, fue muy bueno. Hasta ese momento no se les daba crédito a los arquitectos y logré que les reconocieran porque cada obra tiene una mente detrás y una responsabilidad social.
¿Sientes que has contribuido a crear conciencia de la importancia de contar con un profesional a la hora de construir?
Definitivamente. Para empezar, muchas personas no sabían la diferencia entre un arquitecto y un ingeniero puesto que aquí no hubo una escuela de arquitectura hasta finales de los años 60, que fue cuando se vino a sentir el efecto de los que estudiaron arquitectura en la Isla y en las décadas de los 80 y 90 es que se vino a palpar su obra. Así que el puertorriqueño se dio cuenta de que aportamos al bienestar de la sociedad. Cuando yo diseño algo, me imagino cómo esa persona va a disfrutar ese espacio, a trabajar en él, a crear una familia y disfrutar sus éxitos, y esa sensibilidad se transmitió en mis mensajes.
¿Cuáles son los retos que enfrenta la profesión de arquitecto en Puerto Rico?
Ahora mismo la industria de la construcción y el diseño está prácticamente paralizada, por lo que tenemos que pensar en otros modelos para fortalecerla, como sería apostar al empresarismo. Que las escuelas de arquitectura rompan el molde tradicional de cómo el arquitecto estudia, diseña y construye para integrar de una forma efectiva diferentes disciplinas. Como ejemplo, pongo el proyecto del acuario que ha sido multidisciplinario, incluyendo también a economistas, y que junto al Municipio de Mayagüez lo hemos hecho viable ante la situación actual. Tenemos un reto bien grande como pueblo y lo vamos a sobrellevar porque el diseño arquitectónico y la industria de la construcción es la imagen de Puerto Rico y el motor económico. Hay que invertir aquí para generar más movimiento económico.
¿Qué elementos debe tener un edifico o casa para que merezca ser preservado?
Si es un edificio histórico, tiene que contar con la aprobación de distintas agencias como el Instituto de Cultura Puertorriqueña, con los códigos de construcción y de edificación actualizados, y mucha voluntad tanto del profesional como de la empresa para que salga bien y no se convierta en un híbrido que no cumple su cometido.
¿Se puede restaurar cualquier edificio?
Todos los edificios se pueden restaurar. Depende de la voluntad del pueblo, que sienta que es parte de su memoria colectiva, que entienda que tiene una joya que se puede restaurar en vez de demoler. Si las propiedades no están en zonas históricas, después de 50 años se puede pedir como monumento histórico. La arquitectura es vida y eso es lo que debe reflejar. Por ejemplo, la capilla del Cristo en San Juan refleja casi tres siglos de un pueblo devoto que iba allí a pedir milagros, y por eso se quiere mantener intacta.
¿Qué se debe tener en cuenta para preservar una vivienda de esta época?
Se debe comenzar con un estudio de las deficiencias que tiene, habilitarlo a nuestros tiempos y el uso que se le va a dar. Por ejemplo, el Colegio de Arquitectos tiene su sede en una casa antigua en Santurce que perteneció a la familia González Cuyar que, se cuenta, ahí se compuso la canción “Muñequita linda”, y hay quien asegura que el título pudiera ser una analogía por la casa. Esa estructura de principios del siglo pasado se modernizó por dentro con internet, aire acondicionado y todo lo necesario. No hay por qué demoler una estructura antigua, sino actualizarla.
¿Por qué estudias arquitectura?
Porque tiene que ver con el bienestar del ser humano y por la parte creativa. Siempre estoy imaginando cosas innovadoras, que tengan belleza. Esa combinación de hacer una aportación a la sociedad y a la misma vez traer inventiva e innovación.
¿Cuál es tu estilo arquitectónico?
Podría ser eclíptico. Soy bien irreverente con los estilos, colores y texturas. Mi casa en la ciudad es antigua, remodelada por el arquitecto Milton Ruiz, en la que combino lo histórico con lo contemporáneo, piezas clásicas de diseñadores con piezas bien modernas con colores llamativos. El piso es de losa nativa verde, así que para combinarlo no es fácil. Mi casa refleja mucha alegría, paz, es práctica y uso todos los espacios, sobre todo el salón familiar y el balcón porque me gusta hacer reuniones familiares. Mi hogar tiene luz natural, no creo en encerramientos. Trato de romper las barreras de las paredes hacia los patios abriendo puertas y ventanas hacia el paisajismo. Tengo otra propiedad de verano en la que se refleja el colorido y la cultura puertorriqueña con vejigantes y otros adornos. Es cómoda y práctica. Ahí tengo las losas nativas que me han acompañado por años rescatadas de casas o edificios por demoler y se convierten en piezas de conversación. Siempre estoy cambiando las cosas de sitio. Con un poco imaginación se le puede dar un respiro a la vivienda poniendo la sala donde esté el “family”. Me gustan las casas para utilizarlas, no para museos, en las que yo pueda disfrutar de mi perro labrador, Coco Chanel, y mi chihuaua Panchito.
Tienes una hija de 21 años, Irene Astrid Bermúdez, háblame de ella.
Irene estudia medicina. Pensé que se iba a ir por la rama de la arquitectura porque me acompañaba siempre a las grabaciones y a las convenciones del gremio, y porque es muy creativa. Creo que al yo transmitirle el bien social y la justicia, se inclinó por la medicina. De hecho, yo pensé estudiar medicina a su edad y llegué a entrar a Naturales porque me gusta mucho la ciencia, pero prefiero la parte creativa. Ella estudia en la Escuela de medicina en St. Kitts para seguir formándose como doctora en Estados Unidos.
Estás divorciada del padre de tu hija, el arquitecto Eduardo Bermúdez. ¿Tienes algún interés romántico ahora?
Astrid Díaz: “La industria de la construcción y el diseño está prácticamente paralizada, por lo que tenemos que pensar en otros modelos para fortalecerla, como sería apostar al empresarismo” ENTREVISTA CON LA ARQUITECTA
Hoy me siento feliz con mis proyectos, encaminando a mi hija, y ¿el amor?, el amor me ronda...
¿Cómo eras de niña?
Bien creativa, me encantaba inventarme cosas y, como hija única tenía mi amiguita imaginaria, pero nunca me sentí sola. Me encanta ser hija única. Mis padres son mis ángeles en la tierra, me criaron con mucha confianza y seguridad. Siempre estaba con ellos en plan familiar. Me inventaba historias en el patio de mi casa como si estuviera en una isla abandonada. Recuerdo que para aquella época estaba la serie “La isla de Gilligan” y recreaba ese tipo de estructura en la playa, y mis amigas estaban encantadas. Me gusta pintar, cogí clases con Andrés Buezo, todo lo que veía lo dibujaba, y cuando jugaba con las muñecas les cambiaba las casas. Tuve una infancia muy feliz, sana, orientada hacia la educación y los valores que me inculcaron mis papás, el ingeniero Héctor Díaz Delgado y mi mamá, la maestra Milagros Vega”.
¿Naciste en San Juan?
Sí, soy sanjuanera de cepa pero mayagüezana por vía de mi mamá. Mi niñez y juventud la pasé entre ambas ciudades, pero en Mayagüez fue donde aprendí a querer a un pueblo, a conocer la riqueza de un centro urbano: su gente, caminar por su plaza, ir a la iglesia en familia, y sobre todo disfrutar de la Tienda Vega cuando ayudaba a mi abuelito, el comerciante Ángel Luis Vega, en época navideña envolviendo re- galos o en la caja registradora. Amo a Mayagüez y me siento orgullosa de esas raíces que me han brindado como arquitecta mucha sensibilidad sobre nuestra identidad de pueblo.
¿Cuál ha sido la mayor satisfacción que has tenido en tu carrera?
El que don Ricardo Alegría, el año antes de morir, me pidiera que fuera a su casa todos los días para explicarme cómo él había restaurado el Viejo San Juan de una forma económica. Durante muchas tardes él me transmitió sus conocimientos, incluso me regaló losas nativas y azulejos de su colección porque sabía que yo las coleccionaba, y grabamos las conversaciones. Fue hermoso porque don Ricardo quería escribir un libro conmigo pero se enfermó y fue hospitalizado. En el lecho de enfermo hicimos un reportaje que salió en El Nuevo Día y en televisión... Sentí que con eso cumplí con su deseo, y que él me pasó la batuta para que continúe con la construcción de nuestro patrimonio arquitectónico.
Publicaste el libro “Arquitectura de Puerto Rico”, que deseas que se incluya en las universidades como método de educación.
Es el primer libro enciclopédico y a la misma vez tiene un glosario arquitectónico, es un legado que quiero dejar al país. A lo largo de todos estos años en la televisión haciendo mis programas o con mis proyectos me preguntaban de dónde sacaba la información. Les decía en broma que tenía un libro de apuntes de arquitectura, pero la realidad es que este proyecto es la culminación de todos estos años fomentando nuestra arquitectura. Lo más interesante del libro es que contiene 100 edificaciones y 100 elementos arquitectónicos y lo puede entender cualquier persona que no tenga estudios en arquitectura, arte e historia. Cuando lo terminé me sentí orgullosa de ser puertorriqueña. Confío en la capacidad que tenemos como pueblo para salir adelante y eso se refleja en el libro. Cuando digo que la arquitectura es vida es porque mucha gente me dice, cuando visita una de estas edificaciones con historia, “aquí le di el primer beso a mi novia, aquí me enamoré”.
Creaste una colección de vajillas inspirada en las losas criollas, ¿qué prosigue ahora?
Ese es el inicio de una industria que buscamos establecer en Puerto Rico bajo la marca Astrid Designs. Se creó una colección especial para el hotel Ritz Carlton que se agotó rápidamente. Son piezas de conversación que quien la adquiere siente que se lleva un pedacito de la Isla. Viendo la aceptación tan grande que tuvo la marca, queremos impulsarla como industria y exportarlo porque en Puerto Rico se importan cerca cerca de 80 millones en este tipo de producto. En los años 50 y 60 el diseño estaba catalogado como una de las principales industrias nacionales y a nuestro país se le conocía como la vitrina del Caribe. Apostamos a la capacidad que tenemos de diseño, que tiene que ver con que la gente se tome su taza de café a gusto en una de estas piezas, y de paso estamos aportamos a la industria local. En las tiendas del Ritz Carlton y en librerías tenemos actualmente un diseño inspirado en la bóveda del Capitolio de Puerto Rico, y unas copas.
¿Qué trae este año el proyecto “Casa segura”?
“Casa segura, amenazas naturales” tiene que ver con la necesidad que tenemos de proteger nuestra propiedad y nuestra vida. Que la mujer de familia sienta que cuando vienen esos vientos de 50 millas por hora, un temblor, terremoto o tsunami, se sienta preparada. Ese mensaje se ha transmitido desde el día uno en arroz y habichuelas para que la gente sepa qué hacer. Hoy, más que nunca, se necesita estar alerta, primero porque no hay los recursos económicos para responder a un desastre, y por cada dólar que inviertes en acondicionar tu casa te ahorras cuatro veces en la reconstrucción, sin hablar del sufrimiento y pérdida de vida. Voy a estar en Plaza Las Américas del 1 al 4 de agosto celebrando unos reconocimientos a empresas que han estado mano a mano con el pueblo desde el día uno. En esta época de huracanes visito casas de personas que llegan a las charlas para explicarles cómo amarrar los techos para que no salgan volando. Cuando uno ve que se está impactando a miles de personas, o aunque sea a una, me hace sentir confiada que esta campaña cumple con su propósito.