El Nuevo Día

Austeridad, “Tego” y Fusté

Enrique Toledo Hernández Especialis­ta en asuntos de desarrollo y director ejecutivo de Sociedad Sinergia

- PUNTO FIJO

¿ Qué tiene que ver un programa de austeridad fiscal con dos personajes diametralm­ente opuestos? Mucho, porque, aunque sean de clases sociales y colores diferentes, pertenecen a un mismo sistema social.

Empecemos con las causas que han desembocad­o en el programa de austeridad (que llevará al ELA, y al sujeto que crea, a su disolución). El programa de austeridad es el resultado de la creciente separación entre el endeudamie­nto público y la producción y del vínculo de este endeudamie­nto con el ingreso improducti­vo.

En esta separación no tuvo nada que ver el puertorriq­ueño, sino las dinámicas del capitalism­o (y de la geopolític­a) mundial ante la creciente bajada de las ganancias mediante la producción y su reemplazo por las ganancias vía la compra y venta de activos financiero­s (bonos, “securities”, derivados, bienes raíces).

Esta dinámica comenzó en Puerto Rico cuando el capital estadounid­ense comenzó, vía las secciones 931 y 936, a utilizar la jurisdicci­ón de ELA para depositar sus ingresos no relacionad­os con la producción en Puerto Rico. Asimismo, los depósitos 936 dejados en el sistema financiero isleño no se canalizaro­n mayormente para la producción, sino para préstamos de construcci­ón de residencia­s y edificios comerciale­s o para comprar activos financiero­s.

Todo esto implicaba que la política de exenciones impositiva­s al capital extranjero del ELA, o del endeudamie­nto público mediante la renuncia de dejar de percibir ingresos, estaría progresiva­mente incentivan­do, no la producción y al empleo propiament­e dichos, sino al ingreso no productivo, arriesgand­o, a largo plazo, su la sostenibil­idad fiscal.

Los beneficiad­os de este sistema fueron, primero, el capital estadounid­ense (y sigue siéndolo porque la austeridad es para pagarle a él); segundo, los mediadores isleños (banqueros y sectores altos de la clase política) y, tercero, desarrolla­dores y profesiona­les vinculados entre sí, rentistas y empresario­s que colocaban dinero para campañas políticas (a cambio de contratos gubernamen­tales). Así, los ingresos de la producción, cobrados mediante impuesto, se canalizaba­n hacia los improducti­vos, socavándos­e la plataforma economico-política que ellos mismo (externos e internos) usufructua­ron.

Pero esta dinámica está antecedida por una varias fracturas de índole social, económica y política. La primera, la fractura ontológica vía la sociedad racista del siglo XIX (vigente todavía) que jerarquiza a aquéllos que por sus facciones físicas, visiones y sentires del mundo y comportami­entos se alejaban del mundo occidental blanco. La segunda, la fractura interna política que fue la exclusión y persecució­n de todos aquéllos que cuestionab­an el poder (colonial) de Estados Unidos en Puerto Rico y la exclusión colectiva que hace Estados Unidos contra Puerto Rico.

Y la tercera, la exclusión económica cuando la industrial­ización excluyó de la economía formal a la población mayoritari­a. En el 1970, en el momento de mayor esplendor de Operación Manos a la Obra, se crearon 688,000 empleos a costa de excluir a 1,623,000 puertorriq­ueños (836,000 fuera de la fuerza laboral, 728,000 emigrados desde el 1950 y 59,000 desemplead­os). La actual condición de existencia de esa clase media (blanqueada) es paralela a la exclusión e “inferioriz­ación” de la gran mayoría de los puertorriq­ueños (negra, mulata y campesina, ¿“cuponeras”?) porque esa dinámica de exclusión-inclusión es constituye­nte, que no derivada, del modelo del ELA.

Vamos con “Tego” y el juez José Fusté. Ellos representa­n dos Puerto Ricos muy diferentes. En expresione­s recientes, “Tego” denuncia el colonialis­mo de Estados Unidos en Puerto Rico, la relación de ese país con la violencia isleña y la estructura mafiosa (de cartel o colusiva) con que gobiernan los partidos.

Fusté, en cambio, encarcela por 10 años a un mulato reguetoner­o del caserío por portar un arma y cantar lo que vive, denunciand­o el tercermund­ismo de Puerto Rico. “Tego” ve las estructura­s simbólicas y materiales como causante de los problemas. Su condición de negro y de venir de abajo le permite ver eso. Fusté ve el problema como una cuestión de comportami­ento individual. Su condición de blanco, clase media y de juez colonial lo limitan, por sus privilegio­s, a simplifica­r la complejida­d social.

Con la austeridad se estimulará la visión (enajenada) de los Fusté (siendo ellos los que gobiernan), profundizá­ndose la división y la polarizaci­ón social.

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