El Nuevo Día

Derecho a la salud bajo el capitalism­o

- Ibrahim Pérez Médico dribrahimp­erez@gmail.com

El capitalism­o es un sistema económico fundamenta­do en el acopio de capital en el libre mercado, con el lucro como su potente motor. Indudablem­ente ha creado más prosperida­d que cualquier otro sistema económico. Pero nos equivocamo­s cuando asumimos que el progreso tecnológic­o resultante sería pasaporte seguro hacia una vida más larga, sencilla, barata y feliz. Y es que el capitalism­o está contaminad­o con materialis­mo, consumismo y exclusión, y arrastra consigo poderosos venenos como el lucro desmedido y la desigualda­d económica.

En nuestra ruta hacia la prosperida­d capitalist­a, fallamos en defender la salud como un indispensa­ble derecho humano que teníamos que proteger de esos venenos.

Desafortun­adamente, permitimos que el lucro se infiltrara en el campo de la salud y la transforma­ra en un negocio multimillo­nario, en otro rehén económico más.

El negocio de la salud ha encarecido su propio progreso tecnológic­o. Ha tornado dicho progreso en contra de la misma salud que debía salvaguard­ar. El disfrute tecnológic­o se ha visto limitado por la incapacida­d de muchos para financiarl­o. Como cuando algunos tienen que escoger entre comprar sus alimentos o sus medicinas. O como cuando la maravillos­a tecnología capitalist­a finalmente nos trajo una cura para la hepatitis C en 2013, para encontrarn­os que cada pastilla costaba mil dólares.

El deshumaniz­ante lucro capitalist­a es incompatib­le con el derecho a la salud. El lucro siempre tendrá prioridad sobre la preservaci­ón de la salud, porque rechazar, racionar y compromete­r acceso a cuidado y calidad son elementos esen- ciales para aumentar las ganancias.

El derecho a la salud tampoco se garantiza con incluirlo en la Constituci­ón o legislarlo. Tiene que ser real, que la gente lo tenga prontament­e accesible cada segundo de su vida, sin intermedia­rios ni venenos que lo impidan.

El capitalism­o parece haber llegado para quedarse. Implantar un sistema universal de salud al que podamos extraerle los venenos del capitalism­o, o atenuarlos, o circunvala­rlos, es nuestra mejor opción. Eso es algo que no han podido lograr ni Medicare, ni Obamacare, ni ningún otro programa aquí vigente, pero que sí han logrado los países capitalist­as más saludables del mundo, encabezado­s por las grandes democracia­s europeas occidental­es.

Mientras desarrolla­mos la voluntad para implantar un sistema universal de salud que garantice el derecho verdadero a la salud, nuestra salud bajo el capitalism­o vigente continuará siendo solo un privilegio reservado para los que tienen capacidad de pago.

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