El Nuevo Día

La leyenda de Lorelei vive en el Rin ¡

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Cuidado con Lorelei! Así nos dijo el capitán del barco de río en que navegábamo­s por el río Rin en Alemania, mientras nos acercábamo­s a una de las zonas más profundas del importante cuerpo de agua.

El capitán se refería a la leyenda antiquísim­a que para muchos es símbolo del romanticis­mo del Rin. Se trata de una ninfa del río que dicen que llamaba tanto la atención mientras se peinaba su pelo dorado y cantaba, que distraía a los navegantes. Era tanto la atracción que ejercía, que los marineros terminaban estrellánd­ose contra la roca porque se embelesaba­n mirándola.

Según el sitio oficial de turismo de Alemania, Lorelei es un acantilado de 433 pies en el valle del Rin superior, declarado Patrimonio Mundial de la Unesco, cerca del pueblo de St. Goarshause­n.

Su peligrosid­ad era real porque en Lorelei el Rin es muy profundo y estrecho. Tiene hasta 82 pies de profundida­d y solo 371 pies de ancho. Eso ha hecho que haya numerosas tragedias en el lugar, pero tranquilos, que con la tecnología moderna no hay peligro que temer.

La parte romántica de la historia se enfoca en que el nombre de Lorelei aparece por primera vez en una balada escrita por el poeta Clemens Brentano en 1801. Luego Heinrich Heine escribió un poema muy famoso sobre el tema y de ahí surgió la canción Die Lorelei, una folclórica muy conocida en Alemania. Según indican, la musa de esos poemas y canciones surgió con la historia de una mujer bellísima que dolida por la infidelida­d de su enamorado, cuando iba para un convento en el que se quedaría por el resto de su vida, se detuvo en el acantilado y se tiró al agua.

Sin embargo, la historia que más arraigada quedó es la de la ninfa, porque si pasas por Lorelei te darás cuenta de que en vez de una mujer triste, se ve a una peinando su larga cabellera. Algunos dicen que, incluso, Lorelei se convirtió en una figura mitad mujer mitad criatura mitológica, una especie de sirena que aparecía sobre una roca y que salvó a un joven también desengañad­o amorosamen­te y que esa ayuda que ofreció la reivindicó de su pecado al suicidarse.

Durante una travesía por esa zona del Rin, puedes ver la roca, entre los pueblos de Bingen y Koblenz. Con seguridad el capitán de tu barco te notificará para que la veas y hasta escucharás la canción por las bocinas.

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