La muerte de Andy ha dado vida a Los Indios
Aunque fue un súper sábado deportivo: triplete copista de Barcelona al vencer a Juventus lo que le coloca como el mejor club de fútbol del mundo; Triple Corona para American Pharoah tras 37 años de ningún caballo lograrlo; más el impresionante nocaut de Cotto en cuatro rounds ante el australiano Geale, obligado a pesar 157 en el pesaje, subiendo al ring en 182, pero bajando desnutrido de coraje; me quedo con la victoria a domicilio de un equipo que se estaba muriendo y que ha renacido en pocos días: Mayagüez, que le ganó por dos puntos a Guaynabo y se acerca fuertemente a los puestos de clasificación con cuatro partidos pendientes.
De hecho, anoche recibía en el Palacio de los Deportes al enrachado Manatí, y de veía obligado a vencer para mantener viva sus aspiraciones de terminar entre los primeros ochos que pasan de ronda.
Desde que su motor de cría, Andy Ortiz, falleció en un accidente de tráfico en las inmediaciones de Arecibo el 23 de mayo, cuando iba en ruta del coliseo Roberto Clemente para enfrentar a Santurce, los Indios se han sublevado y llevaban seis triunfos en siete cotejos, perdiendo irónicamente con los Cangrejeros, pero quedándoles confrontaciones asequibles con Humacao y Coamo, cerrando el 13 con Bayamón en su lar mayagüezano que obviamente tiene tonalidad de decisiva.
En sus exequias fúnebres, su coach Eddie Casiano y su armador Filiberto Rivera juraron que harían de tripas corazones con tal de dar el campanazo y honrar así al compañero más guerrero, aquel que ponía su cuerpo de escudo y su alma en el asador tanto en las prácticas como en los desafíos.
Su uniforme, con el número 11, es utilizado temporalmente por su pana Cliff Durán, lo que eleva el compromiso de honrarle sin economías.
Ojalá, pues, que Mayagüez obtenga su pase porque el deporte va más allá de un surtido de acciones y habilidades: es un muestrario de compañerismo y lealtades…