El Nuevo Día

Lo queer boricua

El académico Luis Felipe Díaz, quien se ha dado a conocer en el mundo trans como Liza Fernanda, recibió la dedicatori­a del Congreso de Literatura Queer, celebrado en la UPR de Carolina

- Ana Teresa Toro Especial El Nuevo Día

Se comentaba en el cóctel. Era casi un asunto de justicia poética el que el Congreso de Literatura Queer se celebrara precisamen­te en la Universida­d de Puerto Rico, recinto de Carolina. En el mismo lugar en el que algunos de los presentes contaban haber experiment­ado la homofobia en más de una ocasión, y sí, para qué negarlo, en ese pueblo, generoso, intenso y complejo que lo mismo nos regaló a Julia de Burgos que al reguetón. Con todo lo que ello implica en nuestra cultura.

Y fue en uno de los salones de la institució­n donde el pasado martes se realizó el homenaje y dedicatori­a de este congreso, gestado por el escritor Max Chárriez en colaboraci­ón estrecha con la profesora de dicha institució­n y conocedora de la literatura queer puertorriq­ueña -por sus investigac­iones en Manuel Ramos Otero-, Mónica Lladó. Los aplausos fueron todos para la señora Luis Felipe Díaz, como dice gustarle que le llamen, y a quien muchos conocen como Liza Fernanda , una dama elegante de pantallas llamativas, pestañas postizas, vestido ceñido, tacón alto y dos rosas en la cabeza que simplement­e adornan la feminidad que ya se asoma en su gestualida­d y su manera de mirar. Por ese juego dual con sus nombres la dedicatori­a fue para Luis/Liza y en distintos momentos se refirieron a la homenajead­a como el profesor, ejemplific­ando así la diversidad de posibilida­des que existen a la hora de hablar de identidad de género, tema tan en boga durante la pasada semana, entre muchas cosas, por la extravagan­te presentaci­ón en sociedad de la mujer transgéner­o Caitlyn Jenner (antes conocida como el exatleta olímpico Bruce Jenner) en una extensa entrevista en la revista Vanity Fair.

OTRA REALIDAD. Pero a decir verdad, si bien se trata de un momento de inflexión dentro de la cultura estadounid­ense y con salpicadur­as hacia lo global, que comenzó hace casi un año con la aparición en la portada de la revista Time de la actriz transgéner­o Laverne Cox, lo cierto es que la realidad puertorriq­ueña es muy distinta y eso quedó evidenciad­o en los ciclos de conferenci­as del congreso. Pues, como siempre, la literatura y las artes, suelen ser un pretexto para hablar de lo que se respira en una sociedad. Son sus grandes pulmones.

Esa noche estos temas fueron evidentes, a través de la conferenci­a magistral que impartió Liza Fernanda titulada Lo Queer en la literatura puer

torriqueña, a través de la cual realizó un recorrido por su experienci­a abordando el tema desde la crítica literaria e insertándo­se como integrante de la escena queer boricua. Su presentado­r lo fue el doctor Lawrence La Fountain, quien con generosas y cándidas palabras, recordó a los presentes la importanci­a de la obra del doctor Luis Felipe Díaz por su incursión en la crítica literaria desde una mirada queer. Para ello utilizó un ejemplo de una lectura queer del clásico puertorriq­ueño Felices Días Tío Sergio de Magali García Ramis, en el que Díaz argumentó que no sólo podía interpreta­rse que el Tío Sergio era un hombre gay, sino que también su sobrina Lidia era una niña lesbiana. “Validó mi intuición de lector queer”, apuntó La Fountain destacando así la importanci­a de leer a través de las distintas ópticas que nos proveen las formas de ejercer nuestra humanidad.

Asimismo, celebró “su contribuci­ón a nuestro conocimien­to de la literatura caribeña y latinoamer­icana”, y finalmente pidió los aplausos para quien llamó “la doctora draga, diva maestra de las discotecas”, haciendo referencia al tipo de espectácul­o que Liza Fernanda ofrece en la escena nocturna de San Juan en el que integra la fonomímica con acentos de su sapiensia literaria.

LO QUE DIJO LIZA. Cuando llegó el turno de Liza Fernanda, no hubo textos leídos. Se escuchó de inmediato la canción Bla, bla, bla, cha, cha, cha del dúo japonés Petty Booka. Se puso de pie y bailó ante la concurrenc­ia, cantando las canciones con sensualida­d y juego, lo que provocó los gritos y aplausos de los presentes. Culminada la introducci­ón musical, Liza Fernanda tomó el micrófono y repasó su vida de manera paralela al desarrollo de la escena queer en Puerto Rico. Al saludar dijo: “Pedreira nunca habría comenzado una conferenci­a en tacos y bailando”.

Recordó cómo llegó en el 1983 de Chicago vistiendo guayabera y con bigote importante. Venía de esa ciudad en la que usar la palabra “queer” o “faggot” tenía connotacio­nes insultante­s, como en tantas otras ciudades estadounid­enses. “Pero con el tiempo perdió esa connotació­n demoníaca, se le devolvió al establishm­ent y es un poco lo que está pasando con nosotros ahora”, argumentó para continuar recordando su llegada a un Puerto Rico en el que “no había una comunidad gay, había un montón de gente gay esparcida por toda la Isla”. O las visitas a las discotecas Bachelor y Bocaccio, donde iba mucha gente y se celebraba y disfrutaba de la diva Iris Chacón. “Y a donde iba todo el mundo, mucha gente de gobierno pero todos escondidos”, dijo.

“Yo era políticame­nte correcto como Luis Felipe y hacía shows no a escondidas, eran dos vidas paralelas porque luego era bien varonil, no era afeminado nunca pero me vestía de mujer y parecía una señora y de día un señor... y enseñaba la ironía en La Regenta, Madame Bovary y Ana Karenina porque eso eran hombres, esa es la visión de la cultura masculina de las mujeres, mujeres trágicas, fatales, que representa­n toda la frustració­n de esos sujetos. Por eso había hecho tesis en esas mujeres tan fracasadas y pisoteadas por los hombres como yo que era un hombre pisoteado por los hombres y por mí mismo que era lo peor, porque eso es lo que enseña la sociedad a la gente gay pero eso ya no es así, no nos pisoteamos”, enfatizó entremezcl­ando siempre su vida con

su labor académica y el Puerto Rico que vivió a su llegada.

Liza Fernanda continuó recordando el saldo de la aparición del SIDA en los 80 y el recrudecim­iento de la homofobia, a su vez, celebró la aparición de nuevas voces que escriben literatura desde la experienci­a y el filtro para el mundo que es el pertenecer a la comunidad LGBTT y finalizó con una nota optimista ante lo que se percibe como una mayor presencia en el mundo literario. No que no hayan estado ahí siempre, sino que ahora se hacen sentir mucho más y sobre todo de frente.

Acto seguido, se presentó el documental Luis/Liza del cineasta Joelle Laguer a través del cual se presenta la vida cotidiana, íntima y universita­ria de Luis Felipe Díaz/Liza Fernanda. Lo que dio pie para que ésta denunciara que ha habido muchos casos de discrimen en su contra por ir vestida de mujer a impartir sus cursos universita­rios, incluso ha sido excluido de institucio­nes educativas. Evidencia justa de que sí estamos en un punto de inflexión pero ese nuevo mundo solo se asoma, no ha llegado aún.

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El baile y la música formaron parte de la charla magistral.

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