Pescadores asediados
Las estadísticas confirman que la pesca continúa mermando, los obreros del mar envejeciendo y las propuestas de desarrollo costero amenazando con hacer desaparecer las comunidades pesqueras
CABO ROJO.- El desplazamiento de las comunidades pesqueras, la ausencia de un pase de batón generacional y las regulaciones de este sector son algunas de las luchas que enfrentan los pescadores comerciales en Puerto Rico.
Con la piel curtida por tres décadas de sol caborrojeño el pescador Pedro
A. González da fe del desplazamiento de estos obreros cuyo producto es altamente cotizado en la Cuaresma.
Le bastó señalar la hilera de coloridos botes de madera que parecían ahogarse entre las paredes blancas de lanchas y yates que aguardaban anclados a orillas de los muelles privados de Puerto Real, en Cabo Rojo.
“El bote mío es mejor que el de los ricos”, expresa con fuerza, casi coraje, mientras señalaba que, contrario a aquellas lanchas y yates recreativos, su frágil embarcación de madera es la que le “da de comer y sostiene a mi familia”.
AMENAZA COSTERA. Jannette Ramos García, funcionaria de Sea Grant, un programa educativo dedicado a la conservación y al uso sustentable de los recursos marinos y costeros, describió ese desplazamiento como gentrificación, la transformación que ocurre cuando un barrio es acorralado por un sector de la población con mayor nivel adquisitivo.
“El término correcto es elitización”, resumió Ramos García en referencia a que el de más poder económico termina adquiriendo las atractivas tierras costeras de los pecadores.
La funcionaria, quien se ha dedicado a documentar el sector pesquero del país, resaltó la cantidad de yates y botes costosos que se observan en los muelles de la comunidad Puerto Real y cuyos dueños no viven allí.
“Muchas veces se habla de que ayuda a la economía del área, pero real-
“Yo he vivido toda la vida de la pesca... Gasto $115 diarios y cuando salgo necesito pescar de $400 para arriba”
PORFIRIO ANDÚJAR TROCHE
Pescador
“Por ahora se puede vivir de la pesca, pero si siguen aplicando leyes posiblemente tengamos que dejarla”
EDISON RODRÍGUEZ CARDOSA
Pescador
mente no, porque esa gente cuando llega no viene a consumir”, indicó la también coordinadora de la revista de pesca Fuete y Vegilla. “Ese dinero no se queda aquí a menos que el dueño de la embarcación pague por el muelle”, señaló antes de subrayar que el caso de Puerto Real no es aislado.
Un ejemplo de esa situación lo enfrentan los obreros de la villa pesquera Vietnam, en Cataño, donde mantienen una lucha para detener la propuesta de un desarrollo turístico de la zona, explicó Alfonso Lugo, presidente de la comunidad Vietnam, ubicada entre los municipios de Guaynabo y Cataño. A esas dos comunidades pesqueras se suma la de Aguadilla, señaló Ramos García.
Esa diferencia de poder que denunciaron los pescadores también la viven en el mar. Los agricultores del mar se quejaron de que para la pesca comercial la ley le requiere una licencia y contra ella son multados.
Sin embargo, los que utilizan la pesca recreativa no necesitan licencia ni son detenidos para que muestren lo que llevan en sus lanchas como les ocurre a los pescadores comerciales.
“Tienes un pescador comercial contra uno recreativo, que tiene todo el dinero del mundo para salir a pescar y sale con toda su calma porque no dependen de lo que pesca para poder vivir”, dijo Ramos García.
NO HAY PASE GENERACIONAL. A las vicisitudes para adquirir la licencia de pescador, situación que la Legislatura investiga mediante la RC 0938 debido a las continuas quejas, se suma el que no hay un pase generacional de pescadores. “Son muy pocos los jóvenes que se interesan por la pesca comercial”, dijo Ramos García.
La secretaria del Departamento de Agricultura, Myrna Comas, estimó entre 800 y 1,000 la cantidad de pescadores en el país, de los que solo un 10% aproximadamente están registrados como agricultores bonafide.
La mayoría de los pescadores comerciales que se dedican a vender lo que pescan son de la tercera edad o están cerca de cumplir 60 años, confirmó Santiago Sánchez, presidente de la Asociación de Pescadores de la comunidad La Playa, en Ponce.
“Los pescadores somos menos”, aseguró el hombre mientras sacaba de la nevera bolsas con pescado sierra rebanado y cuyos clientes esperaban adquirir para la Semana Mayor que se avecina. “El más joven que tenemos en la asociación tiene 34 años”, dijo Sánchez, quien resaltó que la pesca no se aprende en una escuela.
OFICIO EN LA SANGRE. El oficio de pescador, según explicó, se aprende desde pequeño saliendo al mar y viendo a su padre o un familiar en la faena. El pescador Antonio Bizardi, de 72 años y quien asegura que comenzó en la pesca a los 6 años, explicó que solo la experiencia puede enseñar que el pez sierra pica el anzuelo horas antes del amanecer.
Más aún, destacó que la experiencia que se transmite de una generación a otra, por lo regular de padre al hijo, le permite al pescador anticipar cómo será la pesca con solo mirar la luna y conocer las corrientes marítimas.
Junto a la escasez de pescadores jóvenes está la merma en la cantidad de peces capturados en nuestras costas.
Estadísticas sobre la pesca comercial, también hay pesca recreativa y deportiva, confirman la disminución en la cantidad de libras de pescado que anualmente capturan. El veterano pescador, José A. Gon
zález, de 72 años de edad, aseguró que “hace 10 años la pesca era mucho mayor”. El hombre, residente en la comunidad La Playa, en Ponce, atribuyó la situación a la mano del hombre que realizó y permitió que dos dragados hechos en esa costa afectaran un banco de peces.
MENOS MANOS, MENOS PECES. Un informe del Departamento de Agricultura, propietario de 46 villas pesqueras, reveló que en Puerto Rico se pescaron 1.2 millones de libras de mariscos y peces durante el 2013. Diez años antes, en el 2003, esa cifra era de 6.5 millones de libras y en 1993 fue de 7.4 millones de libras.
La secretaria de Agricultura informó que en 2013 la pesca local generó un ingreso bruto agrícola de $1.4 millones, en gran medida esa es una de las razones por lo que la pesca comercial local no se considera una industria. La denominan artesanal.
La cantidad de pescado que se recoge en las costas del país es suficiente para la cantidad de pescadores co- merciales que hay, aseguró la secretaria del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), Carmen Guerrero.
Sin embargo, hay condiciones que están fuera del alcance de los pescadores y que les dificulta salir a su faena. Las condiciones del tiempo es una de ellas.
El pescador Antonio Torres, vicepresidente de la Asociación de Pescadores Unidos de Punta Santiago, en Humacao, fue un ejemplo de eso.
Torres acudió el pasado lunes a la comunidad Puerto Real a comprar 200 libras de peje puerco y 240 de carrucho, esto porque en las pasadas semanas no había podido salir de pesca.
“Se nos está haciendo imposible pescar por las condiciones del mar”, dijo antes de explicar que debido a esta situación un pescador de Luquillo murió hace una semana.