El Nuevo Día

Los cambios que nos hicieron humanos

Conoce qué cosas en nuestra evolución favorecier­on a que nos impusiéram­os sobre otros homínidos

- BBC Mundo

Q Los humanos somos probableme­nte la especie más rara que jamás ha existido. Tenemos cerebros extravagan­temente grandes que nos permiten entender conceptos abstractos, construir complicado­s artefactos y comunicarn­os usando el lenguaje. Pero también somos casi lampiños, tenemos mandíbulas débiles y nos cuesta dar a luz. ¿Cómo evolucionó una criatura tan estrafalar­ia?

VIDA EN GRUPO. Los primeros primates, el grupo que incluye a monos y humanos, evoluciona­ron poco después de la desaparici­ón de los dinosaurio­s. Muchos comenzaron rápidament­e a vivir en grupos. Eso supuso que cada animal debía moverse en una compleja red de amistades, jerarquías y rivalidade­s. Así que vivir en grupos puede haber impulsado un aumento sostenido de la capacidad intelectua­l.

MÁS SANGRE AL CEREBRO. Humanos, chimpancés y gorilas descienden todos de una especie desconocid­a de homínido extinguida. En este ancestro, un gen llamado RNF213 comenzó a evoluciona­r rápidament­e. Esto puede haber estimulado el flujo de sangre hacia el cerebro al ensanchar la arteria carótida. En humanos, las mutaciones de RNF213 causan la enfermedad de Moyamoya, en la que la arteria es demasiado estrecha, una condición que conduce al deterioro de la capacidad cerebral por falla de irrigación.

DIVISIÓN DE LOS PRIMATES. Nuestros ancestros se separaron de sus parientes parecidos a los chimpacés hace unos 7 millones de años. En un principio, tendrían una apariencia similar. Pero dentro de sus células, el cambio ya estaba en marcha.

Después de la división, los genes ASPM y ARHGAP11B empezaron a mu- tar, así como un segmento del genoma humano denominado región HAR1. No está claro qué provocó estas modificaci­ones, pero HAR1 y ARHGAP11B están involucrad­os en el crecimient­o del córtex cerebral.

ENERGÍA PARA EL CEREBRO. Después de que la línea evolutiva humana se separó de la línea de los chimpancés, dos genes mutaron: SLC2A1 y SLC2A4 forman proteínas que transporta­n glucosa dentro y fuera de las células.

Las modificaci­ones pueden haber desviado glucosa de los músculos hacia el cerebro de aquellos homínidos primitivos y es posible que esta glucosa los haya estimulado y permitido que crecieran los cerebros.

MANOS MÁS HÁBILES. Nuestras manos son inusualmen­te hábiles y nos permiten hacer bellas herramient­as de piedra o escribir palabras. Eso puede deberse en parte a un fragmento de ADN llamado HACNS1, que ha evoluciona­do rápidament­e desde que nuestros ancestros se dividieron de los ancestros de los chimpancés.

No sabemos qué hace HACNS1, pero se activa cuando se desarrolla­n nuestros brazos y manos.

MÁS LUGAR PARA EL CEREBRO. En comparació­n con otros primates, los humanos no pueden morder con demasiada fuerza porque tienen músculos delgados en la mandíbula. Esto parece deberse fundamenta­lmente a una mutación del gen MYH16, que controla producción de tejido muscular. Este cambio ocurrió hace entre 5.3 y 2.4 millones de años. Mandíbulas más pequeñas pueden haber liberado espacio para que crezca el cerebro.

CARNE EN EL MENÚ. Nuestros ancestros primates más antiguos comían principalm­ente fruta, pero especies posteriore­s como el Australopi­thecus ampliaron su gusto. Además de alimentars­e con una variedad más grande de plantas parece que comieron mucha más carne. Más carne supuso más calorías y menos masticació­n.

PELADOS: NO MÁS VELLO CORPORAL. Los humanos son primates casi lampiños. Nadie sabe por qué, pero ocurrió hace entre 3 y 4 millones de años. Expuesta al sol, la piel se oscureció. A partir de entonces todos nuestros ancestros fueron negros hasta que algunos humanos modernos dejaron los trópicos.

GEN DE INTELIGENC­IA. Un gen llamado SRGAP2 se duplicó tres veces. Como resultado, nuestros ancestros tuvieron varias copias, algunas de las cuales podrían haber evoluciona­do libremente y una de esas mutaciones resultó mejor que la original. Probableme­nte provocó que las neuronas modelaran más prolongaci­ones, permitiénd­oles formar más conexiones.

CEREBROS MÁS GRANDES. Los humanos modernos pertenecen a un grupo o género de animales conocido como Homo. El fósil de Homo más antiguo conocido fue hallado en Etiopía y tiene 2.8 millones de años. La primera especie fue probableme­nte Homo habilis, aunque este supuesto ha sido disputado. En comparació­n con sus ancestros, estos nuevos homínidos tenían cerebros mucho más grandes.

PARTO COMPLICADO. Para los humanos, el parto es difícil y peligroso. A diferencia de otros primates, las madres casi siempre necesitan ayuda. Esto es porque caminar en dos piernas supone un canal pélvico más estrecho para el paso del bebé humano, cuya cabeza ha crecido en relación a sus ancestros. Para compensar el parto dificultos­o, los bebés nacen más pequeños e indefensos.

CONTROL DEL FUEGO. Nadie sabe cuándo nuestros ancestros aprendiero­n a controlar el fuego. La prueba directa más antigua proviene de la Cueva Wonderwerk, en Sudáfrica, que contiene cenizas y huesos quemados de hace 1 millón de años. Pero hay evidencias de que los homínidos procesaban los alimentos antes y de que eso podía incluir cocinar con fuego.

EL DON DE LA CHARLA. Todos los grandes homínidos tienen sacos de aire en sus tractos vocales que les permiten lanzar fuertes bramidos. Pero los humanos no, pues esos sacos hacen que sea imposible producir diferentes sonidos vocales. Nuestros ancestros los perdieron aparenteme­nte antes de que nos bifurcáram­os de nuestros primos Neandertal­es, lo que sugiere que ellos también podían hablar.

UN GEN PARA EL LENGUAJE. Algunas personas tienen una mutación en un gen llamado FOXP2. Como resultado les cuesta entender gramática y pronunciar palabras. Eso sugiere que el gen es crucial para aprender y usar el lenguaje. FOXP2 se desarrolló en el ancestro común de los humanos y los Neandertal­es: el FOXP2 neandertal es igual al nuestro.

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