El Nuevo Día

Malgasto público

- Irene Garzón De primera mano Periodista

La reforma contributi­va bajo discusión, para que sea justa y rinda lo que se pretende de ella, debe venir acompañada de un presupuest­o predicado en un ahorro dramático del gasto gubernamen­tal, mucho más sustancial que lo que anticipa hasta ahora el Ejecutivo. De lo contrario, nos seguiremos endeudando hasta el infinito, más allá de los $73,000 millones actuales que, al paso que vamos, pagarán los bisnietos de la presente generación.

Parece que la actual administra­ción, como las que le antecedier­on, conjuga mejor el verbo gastar que el de ahorrar, como lo demuestra el tímido cálculo del director de la Oficina de Gerencia y Presupuest­o, Luis Cruz Batista, de que el próximo presupuest­o gubernamen­tal será $250 millones menor que el vigente.

Esa cifra representa una ínfima baja en relación al presupuest­o actual y apenas una cuarta parte del ahorro demandado por el presidente del Senado, Eduardo Bhatia, quien exigió recortes por $1,000 millones como parte de la negociació­n para aprobar la reforma contributi­va en ese cuerpo le- gislativo. Las corporacio­nes públicas, que se han convertido en elefantes blancos subsidiado­s por el Estado para sobrevivir, caen fuera del cálculo de Cruz Batista, pero no podemos perder de vista que contribuye­n enormement­e a la crisis fiscal.

Un ejemplo dramático es el de la Autoridad Metropolit­ana de Autobuses (AMA), que opera en unos pocos municipios del área metropolit­ana, pero que requiere oxígeno constante del gobierno central a través de los impuestos que pagan los contribuye­ntes de toda la Isla. El aumento de cuatro centavos en el impuesto al barril de petróleo conocido como “la crudita”, que acaba de entrar en vigor, servirá para amortizar la deuda de $2,200 millones que tiene la Autoridad de Carreteras y Transporta­ción, de modo que podamos seguir financiand­o, entre otras cosas, la operación perdidosa y el mal servicio de la AMA.

Pero, hablemos del gobierno central y de algunas de las cosas que pueden hacerse para reducir el gasto.

Hay mucha grasa que cortar en el renglón de los contratos externos que duplican tareas de funcionari­os y empleados públicos a tiempo completo.

Si el presidente del Senado quiere poner la acción donde pone la palabra, puede comenzar por presentar legislació­n que limite sustancial­mente la cantidad y el monto de los contratos que pueden tener individuos y corporacio­nes privadas con entidades del gobierno. Ojo, no se trata meramente de reducir en un 10% el costo total de los contratos, que es de lo que suele hablarse.

Con una limitación sustancial se pondría fin a la mala costumbre que tienen las administra­ciones de gobierno, todas, de premiar a allegados, familiares y donantes políticos con contratos a tutiplén y honorarios ridículame­nte altos para realizar tareas que pueden llevarse a cabo internamen­te en las agencias.

Muchos de esos contratist­as necesitarí­an días de 48 horas o más para cumplir con el mínimo de horas estipulada­s en los múltiples contratos que acumulan, que suman cientos de millones de dólares que pagamos los contribuye­ntes.

Otra área que permitiría recortes sustancial­es, o cuando menos una mejor utilizació­n de los fondos públicos, es la electoral.

La Oficina del Contralor Electoral, innecesari­a desde el momento de su creación en 2012 bajo la administra­ción de Luis Fortuño y con un presupuest­o de $4 millones, debió haberse derogado, pero la administra­ción García Padilla lo que hizo fue aumentarle los fondos con la creación de un subcontral­or de un partido distinto al del contralor electoral, Manuel Torres, que es penepé. García Padilla nombró a un popular al nuevo cargo. También se pueden ahorrar millones largos en las Juntas de Inscripció­n Permanente (JIP), prácticame­nte inoperante­s los primeros tres años de cada cuatrienio y cuyas funciones podrían canalizars­e a través de otras agencias gubernamen­tales o de los municipios.

Por otro lado, el propuesto escrutinio electrónic­o amenaza convertirs­e en otro gasto multimillo­nario innecesari­o. La presidenta designada de la Comisión Estatal de Elecciones, Liza García Vélez, habla de comprar -en vez de alquilar- entre 6,000 y 7,000 lectores ópticos de papeletas para el 2016, a pesar de que debido a la naturaleza cambiante de la tecnología, esas máquinas serán trastos obsoletos en el 2020.

Y ya que hablamos de gastos innecesari­os, sería bueno seguir los consejos del secretario de Justicia, César Miranda, y desglosar en los futuros recibos de compra el monto del Impuesto al Valor Añadido (IVA) que pague el consumidor. Nos ahorraríam­os, al menos, el costo de un litigio en los tribunales.

(irene.garzon@gfrmedia.com)

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