CORBATAS

Quien lo mira por televisión no se imagina que Carlos Cases ha leído “Cien años de soledad.” Pero hace unos días dijo que el Sistema de Justicia de Puerto Rico se parecía a Macondo. Quien lo ve en las conferencias de prensa, con corbata, no se imagina que es un fanático de los ejercicios. Pero en una entrevista, hace exactamente un año, el nuevo director del FBI confesó que llevaba años ejercitándose: “Soy un ‘freak’ del ejercicio. Hago ejercicio cuatro o cinco veces a la semana, 40 ó 45 minutos por sesión. Levanto un poco de pesas y hago cardiovascular. Llevo 16 años haciendo ‘spinning’. Eso es lo que me gusta”.

Quien lo ve serio y petulante frente al podio no se imagina que el director del FBI en Puerto Rico es un cocolo total. Le gusta El Gran Combo, Gilbertito Santa Rosa, y ha tomado clases de salsa. No solo es salsero de salón, sino que, además, asegura que los agentes del FBI no son robots: “Somos gente como cualquiera otra” dijo, “hay unos que son serios, hay otros que les gusta el vacilón. A mí me gusta hacer chistes”, aseguró.

Quien lo escucha hablar tampoco se imagina que Carlos Cases quiso ser agente del FBI porque le gustaba “Kojak”, aquel policía calvo, cínico y fumador que, en cada episodio televisivo, llevaba la ley hasta las últimas consecuencias.

Quien lo escucha discurrir sobre el Sistema de Justicia de Puerto Rico tampoco imagina que Carlos Cases tiene miedo de salir a la calle: “No soy de discotecas porque la calle está mala”. ¿Cómo es posible que el director del FBI le tenga miedo a la calle? ¿No era miedo lo que sentían los macondinos, en “Cien años de soledad”, cuando regía la compañía bananera?

Ahora entiendo por qué el director del FBI en Puerto Rico se aprieta tan fuerte el nudo de su corbata.