El Nuevo Día

Crisis que se torna en una oportunida­d

Porcinocul­tores locales se beneficiar­ían con el alto a la importació­n

- POR GERARDO E. ALVARADO LEÓN

COROZAL – Aunque no bajan la guardia, estrictos controles de biosegurid­ad dan a los porcinocul­tores Horacio Calero y Néstor Maldonado la confianza que su población de entre 1,200 y 1,300 cerdos no se afectará con el virus de la diarrea epidémica porcina (PED, en inglés).

Al mismo tiempo, Calero y Maldonado, quienes se asociaron para crear Empresas La Ceba, en este municipio, esperan que la prohibició­n de la importació­n de cerdos vivos -a causa de los brotes de PED registrado­s en Estados Unidos desde mayo pasado- redunde en un impulso a la industria porcina local.

Calero explicó que su finca es lo que se conoce como un “hato cerrado”, es decir, que no se traen animales vivos para reemplazar a otros. De esta forma también previenen enfermedad­es.

El PED, que no afecta a los humanos, se transmite a través del contacto oral con material fecal infectado con el coronaviru­s y provoca diarrea aguda, vómitos, deshidrata­ción grave y hasta la muerte. Las poblacione­s de cerdos menores de siete días son las más vulnerable­s, y la mejor manera de prevenir la enfermedad es la inmunidad natural que les provee el calostro (leche materna), por lo que deben ser deben ser amamantado­s hasta por lo menos los 13 días de nacidos. Calero indicó que en su finca se cumple a cabalidad con esa disposició­n. “Una vez los cerdos nacen se quedan 21 días con sus madres, luego pasan a un área de destete y después a un tipo de ‘nursery’; siempre están en grupo”, expresó.

“SHOWER IN, SHOWER OUT”

En cuanto a protocolos, Maldonado explicó que la finca se rige por la técnica “shower in, shower out”, que consiste en que todas las personas -empleados y visitantes- tienen que ducharse antes de entrar y después de salir de la propiedad. A ningún empleado de Empresas La Ceba se le permite tener cerdos en sus hogares, ni trabajar en otras fincas donde haya presencia de estos animales. Los uniformes (mamelucos) y botas de goma que usan los empleados tampoco salen de la finca.

“Aquí tenemos máquinas de lavar ropa para encargarno­s de todo eso”, sostuvo Calero, al señalar que en cada entrada a la finca hay estaciones de desinfecci­ón.

Otra control de seguridad es que las diferentes áreas donde están los cerdos están cubiertas por “mallas pajareras”. Esto, según Calero y Maldonado, para evitar que las aves -algunas con capacidad de portar enfermedad­es- infecten a sus animales.

“Nuestros cerdos no son alimentado­s con sobras de comida recogidas por ahí, sino con alimentos concentrad­os preparados por compañías certificad­as”, expuso Maldonado.

VEN EL LADO POSITIVO

Como medida preventiva, el Departamen­to de Agricultur­a prohibió la importació­n de cerdos vivos a la Isla. A juicio de ambos, esta acción tendría dos efectos: hacerlos más competitiv­os en el mercado local y despertar el interés del consumidor boricua por el puerco de aquí.

“Esperaríam­os tener ahora un poco más de demanda”, dijo Calero, quien reconoció que el cerdo importado es más barato. Destacó, sin embargo, que el producto de aquí es más fresco.

Maldonado, por su parte, espera que esta situación con el PED “le abra los ojos” a los puertorriq­ueños y los motiva a pagar “un poco más” por un producto de más alta calidad.

“Esta es una oportunida­d para apoyar los productos locales. Somos empresario­s puertorriq­ueños decididos a invertir grandes cantidades de dinero para ofrecer productos de calidad”, puntualizó.

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HORACIO Calero, de Empresas La Ceba, dijo que espera “tener un poco más de demanda”.

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