Diario El Comercio

¿Es el perfeccion­ismo una quimera?

- LICELOTTE Baiges “Listín Diario” de República Dominicana, GDA

La búsqueda de la excelencia siempre ha sido un anhelo del ser humano en cualquiera que sea el radio de acción de su interés. Es ese deseo de hacer las cosas para obtener resultados óptimos. Sin embargo, muchos van más allá del trayecto hacia la excelencia y aspiran al logro de la perfección como una meta para su realizació­n personal, imponiéndo­se un desafío de mejora continua para alcanzar su máximo potencial.

La misma perfección es un concepto subjetivo, ya que lo que puede ser considerad­o algo perfecto en un momento o contexto puede ser imperfecto en otro. La perfección es en sí misma una meta móvil y difícil de definir con precisión, sobre todo en un mundo donde los parámetros y estándares de lo perfecto también manejan múltiples variables.

Si bien en su esencia la búsqueda de la perfección podría ser vista como un motor generador de comportami­entos impulsores del progreso y la ansiada excelencia, no es menosciert­oque puede conducir a la trampa de la insatisfac­ción y el sufrimient­o.

Bajo el prisma de la perfección, podríamos decir que no hay ser humano perfecto, lo que lleva a pensar que poseemos contradicc­iones con relación a nuestra propia naturaleza. Somos seres únicos y precisamen­te es ahí donde radical a singularid­ad de cada individuo, ofreciéndo­nos la posibilida­d de abrazar nuestra humanidad a través dela percepción de la belleza en nuestras imperfecci­ones.

La interrogan­te sería entonces cómo podemos reconcilia­r esta paradoja entre la búsqueda de la perfección y la aceptación de nuestra propia imperfecci­ón. Mucho análisis trae parálisis, reza un dicho. Esta frase nos advierte que la búsqueda de lo perfecto puede convertirs­e en un mecanismo de procrastin­ación y de insatisfac­ción crónica.

Las personas demasiado perfeccion­istas analizan en exceso cada detalle antes de dar curso a la acción, lo que las lleva a postergar sus planes, o no concluirlo­s, en un esfuerzo interminab­le por mejorar lo que inician y evitar las críticas negativas.

Consecuent­emente, esta tendencia a la comparació­n con estándar es extremadam­ente altos o imposibles de cumplir puede inhibir a los perfeccion­istas de disfrutar y valorarlo que tienen y aceptar sus propios errores y limitacion­es.

En conclusión, el sentido de la perfección mal manejado se convierte en la persecució­n de una quimera. Sin flexibilid­ad, la perfección se hace enemiga de la creativida­d, se aparta de la excelencia y se convierte en un obstáculo para la productivi­dad y el disfrute de la vida.

“El sentido de la perfección mal manejado se convierte en una quimera”.

–Glosado y editado–

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