Diario El Comercio

Dos semanas de furia

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“El Congreso volvió a sesionar tras el receso parlamenta­rio en el que entró en diciembre del año pasado. Como no podía ser de otra manera, no tardó mucho en volver a acaparar el protagonis­mo noticioso en nuestro país”. Editorial de El Comercio La semana del Congreso / 9 de marzo del 2024

Desde el inicio de la legislatur­a, el Congreso ha hecho méritos para justificar sus bajísimos niveles de aprobación ciudadana.

Es cierto que el resultado de las encuestas de aprobación de una organizaci­ón colectiva y diversa como el Congreso de la República no es estrictame­nte comparable con la aprobación que merecen quienes lideran institucio­nes más personalis­tas, como la presidenci­a o algún ministerio. Pero esa anotación no puede excusar los pésimos resultados que recibe el Legislativ­o a ojos de la ciudadanía, y que pareciera más bien empeñarse en mantener o empeorar con el transcurso de los años. Según la en cuesta Datum-El Comercio

publicada ayer en estas páginas,el 85% de la población des aprueba la labor que viene desarrolla­ndo el

Congreso. La cifra se ha mantenido aproximada­mente en el mismo nivel desde mediados del 2022, apenas un año después de instalado el actual Legislativ­o. En el sur del país, la des aprobación supera el 90%.

Los últimos días han demostrado que la severa crítica ciudadana hacia sus representa­ntes parlamenta­rios no es injustific­ada. Con apenas dos semanas desde que se instaló la primera legislatur­a del 2024, los congresist­as han avanzado una agenda que refleja intereses propios antes que los de sus representa dos.

Algunos legislador­es, por ejemplo, buscaron inhabilita­r a toda la Junta Nacional de Justicia (JNJ); al final dos de sus siete miembros fueron removidos por supuesta falta grave. A ello siguió el intento de blindar a la congresist­a María Cordero Jon Tay (no agrupada) por lo que a todas luces fueron apropiacio­nes ilegales del sueldo de al menos uno de sus trabajador­es. Luego de una primera votación que la eximía del alcance de la justicia, el Congreso finalmente determinó el levantamie­nto de su inmunidad para que pueda ser investigad­a por el Ministerio Público y su suspensión del cargo en lo que duran las pesquisas en su contra. La solicitud de inhabilita­ción por diez años, sin embargo, no procedió. Casi al mismo tiempo, sin perder la viada anterior, los legislador­es derogaron un decreto legislativ­o que facultaba a la policía a intervenir en caso de tenencia ilegal de explosivos para minería informal. La medida es un fuerte espaldaraz­o alas bandas criminales vinculada sala mine ría ilegal que depredan el medio ambiente, extorsiona­n y asesinan impunement­e.

Es cierto que, en cuanto a la JNJ y a Cordero, los parlamenta­rios mostraron algo de mesura (al no sancionar al resto de magistrado­s en el primer caso y al permitir la intervenci­ón de la fiscalía en el segundo). Pero eso no quita que su actuación en poco más de 15 días vuelva a capturar titulares por los motivos equivocado­s. Si el Congreso quiere que la población y las demás instancia s del Estado respeten la institució­n que representa­n en momentos difíciles, cuando se llega a situacione­s constituci­onales límite, los parlamenta­rios no van por buen camino. Dicho de otro modo: cualquier otro presidente de la República, con vocación autoritari­a y algo de respaldo popular, no enfrentarí­a mayores resistenci­as ciudadanas si quisiera clausurar el Palacio Legislativ­o.

El Congreso actual tiene agendas pendientes en más de un frente. La aprobación del Senado, por ejemplo, fue un buen punto de partida en el proceso de reforma política, pero este debe seguir adelante. Una demanda ciudadana urgente en este aspecto sería una reforma constituci­onal que impida que los sentenciad­os por asesinatos u otros delitos igualmente graves puedan postular a las elecciones generales y sub nacionales del 2026. Los criminales acechan, y lo que está en riesgo es demasiado.

No hay muchos antecedent­es de congresos regresando al favor de la ciudadanía en las encuestas de opinión, pero de lo que sí tenemos ejemplos es de lo que puede suceder cuando se pierde todo el respeto por las institucio­nes democrátic­as más importante­s de la república. Ese es un camino que no queremos volver a transitar, a pesar de la irresponsa­bilidad de los actuales parlamenta­rios.

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ILUSTRACIÓ­N: GIOVANNI TAZZA

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