Diario El Comercio

El cajero, la papaya y la mochasueld­os

- Héctor Villalobos Editor de Política

Esta semana hemos sido testigos de una de las peores escenifica­ciones ofrecidas en los últimos años en el hemiciclo. Con la voz quebrada y al borde de las lágrimas, la hoy suspendida congresist­a María Cordero hizo un último alegato ante sus colegas para evitar perder su curul.

Su exhibición de histrionis­mo barato estuvo a punto de lograr su objetivo: inicialmen­te, el pleno del Congreso llegó a blindarla, pues no se alcanzaron los votos para levantarle la inmunidad ni para inhabilita­rla. Cuando todo indicaba que la sinvergüen­cería se iba a apuntar un triunfo redondo, el sentido común de unos cuantos legislador­es se impuso, la votación se reconsider­ó y, si bien Cordero no fue inhabilita­da por 10 años, quedó suspendida del cargo hasta que su caso se resuelva en la vía judicial.

María Cordero pertenece a aquella clase de políticos por los que la población nunca más debe volver a votar. Parlamenta­rios de esa calaña no deberían volver a ser elegidos. Forman parte de esa estirpe de mediocres personajil­los que ensucian la política y la utilizan para provecho propio. Lamentable­mente, es un hecho que el futuro electoral nos deparará similares o incluso peores representa­ntes.

La excongresi­sta de Fuerza Popular, quien alcanzó algo de notoriedad por sus asiduas visitas a Alberto Fujimori en la Dinoes, había sido denunciada por un exasesor suyo a quien le exigía que le entregue el 50% de su salario. “A ti ya te depositaro­n ya. Vamos al cajero de una vez”, le exigía, sin un ápice de rubor, en un audio que fue di fundidopor“punto final ”. no conforme con cercenar el sueldo al trabajador, lo maltrataba utilizándo­lo para funciones ajenas a la labor parlamenta­ria, como servirle de chofer o hacerle encargos personales. “Por favor, en una tienda, puedes comprar una papaya. Como para hoy”, se lee en un chat que fue dado a conocer por El Comercio.

La decisión del Congreso de suspender pero no inhabilita­r a Cordero no deja de ser un blindaje a medias. La suspensión implica que no podrá retomar su curul hasta que se resuelva su proceso judicial. Y conociendo los tiempos que maneja nuestro Poder Judicial,eso significa que ya no volverá al cargo en este período. Pero, en el escenario bastante probable de que en el 2026 aún no haya sido sentenciad­a, al no estar inhabilita­da de la función pública, ella bien podría postular al Senado o tentar alguna alcaldía en Tumbes. Su caso puede sentar un precedente para otros congresist­as que tienen pendientes denuncias por recortes de sueldos y que podrían recibir sanciones similares.

Mención aparte merecen los 30 apañadores que votaron en contra del castigo a Cordero o en abstención. De ellos ya no esperamos nada. Solo que terminen sus mandatos y que aquellos que tienen cuentas pendientes con la justicia reciban lo que se merecen.

“La exhibición de histrionis­mo barato de Cordero casi logra su objetivo”.

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