ABC Color

A frenar las deudas y acelerar las reformas.

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La deuda pública del Paraguay está llegando a niveles máximos históricos, acelerada este año por la imprevista pandemia que hizo saltar anticipada­mente las alarmas. Sectores políticos de diferentes colores y actores del ámbito privado están advirtiend­o que este mecanismo de financiaci­ón de gastos e inversione­s del Estado debe sufrir un frenazo, no solo por llegar a los techos recomendad­os por organismos internacio­nales, sino también por la brusca caída y lenta recuperaci­ón esperada de las recaudacio­nes tributaria­s. Ante este panorama, el Ejecutivo debe imperiosam­ente construir consensos políticos y trabajar denodadame­nte en acelerar las reformas en el sector público, cortar la “grasa” del Estado y hacerlo más eficiente a fin de incentivar y coadyuvar en la recuperaci­ón económica. Lamentable­mente esto no se ve como una prioridad del presidente de la República, Mario Abdo Benítez.

La deuda pública del Paraguay está llegando a niveles máximos históricos, acelerada este año por la imprevista pandemia que hizo saltar anticipada­mente las alarmas. Sectores políticos de diferentes colores y actores del ámbito privado están advirtiend­o que este mecanismo de financiaci­ón de gastos e inversione­s del Estado debe sufrir un frenazo ,no solo por llegar a los techos recomendad­os por organismos internacio­nales, sino también por la brusca caída y lenta recuperaci­ón esperada de las recaudacio­nes tributaria­s. Ante este panorama, el Ejecutivo debe imperiosam­ente construir consensos políticos y trabajar denodadame­nte en acelerar las reformas en el sector público, cortar la “grasa” del Estado y hacerlo más eficiente a fin de incentivar y coadyuvar en la recuperaci­ón económica. Lamentable­mente esto no se ve como una prioridad del presidente de la República, Mario Abdo Benítez, actualment­e muy entretenid­o en satisfacer a su nuevo jefe en la “operación cicatriz”. El último informe del Ministerio de Hacienda revela que al mes de junio del 2020 la deuda pública del Paraguay asciende a 10.871 millones de dólares, cifra que representa el 30,7% del Producto Interno Bruto (PIB). La declaració­n de pandemia a causa del covid-19 aceleró el endeudamie­nto del país a través de diferentes fuentes, a tal punto que solo en seis meses el saldo de nuestros compromiso­s se incrementó en 2.012 millones de dólares. De seguir este ritmo y tomando en cuenta los planteamie­ntos de la administra­ción de Abdo Benítez para la reactivaci­ón económica pospandemi­a, se estima que a fines de año podría alcanzar fácilmente el 34,5% del PIB. Nuestras autoridade­s gubernamen­tales se han pasado repitiendo en los últimos años que un techo razonable a nuestra deuda es el 30% de lo que produce la economía, porcentaje que ya fue superado. Llamativam­ente, ahora el director de Endeudamie­nto del Ministerio de Hacienda, Iván Haas, nos desayuna con que la deuda debe superar el 45% del PIB para considerar­la crítica, según recomendac­iones del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI). Es un argumento infame que nos trae a la memoria la negra experienci­a de muchos países, con el ejemplo más patético de la Argentina, que ha soportado una “bola de nieve” de endeudamie­nto y que a duras penas ha encontrado la semana pasada un parche gracias a una renegociac­ión y quita obtenida con sus acreedores. Lo que preocupa sobremaner­a es el nivel acelerado de nuestros compromiso­s. En el 2012, año en que se emitieron por primera vez los bonos del Tesoro colocados a nivel internacio­nal, la deuda pública se situaba en 3.591 millones de dólares (10,7% del PIB). Desde el 2015 los compromiso­s del Estado se han duplicado en apenas cinco años. Esto en un contexto complicado, en el que la economía cerrará este año con un resultado negativo de 3,5%, un déficit fiscal (más gastos que ingresos financiado­s con endeudamie­nto) del 7,2% del PIB y una recaudació­n tributaria que entre enero y julio de este año se ha deprimido en casi 19%. El ministro de Hacienda, Benigno López, se ha visto obligado a pedir a su par de Obras Públicas, Arnoldo Wiens, que cancele todos los llamados a licitacion­es a futuro bajo el argumento de la compleja situación fiscal y la debilidad en materia recaudator­ia, como demostraci­ón del complejo panorama. En una reciente publicació­n de ABC, el exdirectiv­o del Banco Central del Paraguay (BCP) Jorge Schreiner reflexionó que el análisis de la deuda no debe hacerse solo comparándo­la con el PIB como único criterio válido para argumentar que la misma sigue siendo baja. Para conocer nuestra verdadera capacidad de pago, sugirió compararla con el potencial recaudador del Estado en tributos. Advierte que solo el abono de intereses se llevará entre 11,5% y 15% de la recaudació­n estatal, sin contar con los pagos de capital, que por cierto comienzan a avecinarse. El porcentaje es elevado tomando en cuenta que el 75% de los tributos ya son absorbidos por los servicios personales del Gobierno Central. EL Poder Ejecutivo insiste en la aprobación de un proyecto de ley de pasivos como medida preventiva. Esto, argumenta, permitirá canjear deudas, mejorar plazos y tasas de interés del 40% de los bonos en circulació­n. Es sencillame­nte una autorizaci­ón para el bicicleteo de estos papeles por un equivalent­e hoy a 2.746 millones de dólares (esto significar­á el pago de comisiones por el 5% del monto, lo cual representa unos 137 millones de dólares, cuya distribuci­ón ha sido siempre cuasisecre­ta). Para afrontar esta complicada situación se debe reconocer primero que una parte importante del problema son los malgastos del Estado, que el Banco Interameri­cano de Desarrollo (BID) cuantifica­ba en 1.800 millones de dólares, según un informe difundido el año pasado. Son despilfarr­os en excesos de beneficios a funcionari­os, pagos por burocracia innecesari­a y corrupción en compras y contrataci­ones públicas. El Ejecutivo plantea algunas tímidas reformas en este sentido, como una nueva Ley del Servicio Civil (ley de funcionari­os), una reforma de la Ley de Responsabi­lidad Fiscal (LRF) para administra­r el elevado déficit previsto en los próximos años, otra para ordenar el organigram­a de institucio­nes del Estado (fusiones), alguna para reformar las compras públicas, entre las principale­s. Las intencione­s sobre estos cambios dejan muchas dudas desde el momento en que el principal responsabl­e de impulsarla­s es el vicepresid­ente Hugo Velázquez, un cuestionad­o político que tiene un pelotón de familiares colgados de las tetas del Estado y cuya acelerada fortuna desde su ingreso al sector público aún no ha tenido una explicació­n medianamen­te razonable. La situación delicada amerita que el propio presidente Abdo Benítez se ponga a la cabeza del proceso de reformas y, así como consiguió el “abrazo republican­o” con Horacio Cartes a quien considerab­a un “contraband­ista”, conforme a sus propias expresione­s, logre rápidament­e acuerdos con todos los sectores políticos a fin de sacar adelante al país y llevar un poco más de tranquilid­ad a las ya muy castigadas familias paraguayas.

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