“La democracia no solo tiene el derecho, tiene la obligación de defenderse usando todos los instrumentos que entrega la propia democracia y el estado de derecho para combatir a aquellos que quieren destruirla”, dijo el presidente chileno Sebastián Piñera.
SANTIAGO DE CHILE (AFP). El peor estallido social desde el retorno de la democracia en Chile se intensificaba ayer con violentos enfrentamientos y saqueos que dejaban 8 muertos y casi 1.500 detenidos.
La protesta ciudadana comenzó contra el alza del precio del transporte público, la punta del iceberg del hartazgo de la sociedad por la carestía y la desigualdad del país.
Ante la virulencia de las manifestaciones y saqueos, las autoridades decretaron por segundo día un toque de queda, en medio del “estado de emergencia” que rige para cinco regiones del país.
Las manifestaciones, disparadas por el aumento del precio del pasaje del metro –medida que el gobierno luego revirtió– eran inimaginables hasta hace solo algunos días, cuando el mismo presidente Sebastián Piñera se refería a su país como un “oasis” de estabilidad.
Piñera afirmó anoche que “la democracia tiene la obligación de defenderse”, en momentos que su gobierno está cercado por masivas protestas sociales, las mayores desde el fin de la dictadura en 1990; y tras reunirse en la casa de gobierno con los presidentes de la Cámara de Diputados, el Senado y la Corte Suprema.
La cifra de muertos en la capital chilena ascendió a ocho al confirmarse el hallazgo de un cadáver en un supermercado incendiado en la madrugada de ayer domingo, que se suma a otras dos víctimas mortales en un hecho similar y otras cinco víctimas más que perdieron la vida en un incendio que afectó a una fábrica saqueada.
Manifestantes encapuchados se enfrentaban anoche con efectivos policiales en la céntrica Plaza Italia de Santiago, fuertemente resguardada. “El pueblo unido jamás será vencido”, gritaban a coro los manifestantes, rememorando una consigna que se hizo popular durante las protestas contra la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
Mientras, los saqueos al comercio se extendían por varios puntos de la ciudad. Pese a que los grandes supermercados permanecían cerrados, grupos de personas forzaban los accesos e ingresaban violentamente, arrasando todo a su paso. Iguales situaciones se repetían en varias regiones.
El general de división del Ejército chileno Javier Iturriaga, responsable de la seguridad durante el estado de emergencia en la capital del país, ordenó este domingo un nuevo toque de queda “para proteger la vida de todos” ante el agravamiento de los disturbios.
Prácticamente todo el gran comercio permanece cerrado, hay escaso transporte público, en tanto había vuelos suspendidos o cancelados en el aeropuerto.
El endeudamiento es uno de los males que golpea a los chilenos. Uno de cada tres mayores de 18 años tiene un saldo financiero que no puede enfrentar con sus recursos, según un estudio de la Universidad San Sebastián y Equifax.
Ese endeudamiento afecta en especial a miles que en los últimos años salieron de la pobreza, pero que sufren el agobio de pertenecer a una clase media para la cual no hay muchos beneficios sociales. Son los hijos y nietos de esas familias los que encendieron las llamas de esta revuelta sin precedentes.