FTC y Congreso
Gral. Div. (R) Luis Sapriza
Los senadores tratarán en estos días la ley que deroga el empleo de las Fuerzas Militares en el norte del país, alegando la falta de resultados y el supuesto alto costo del mantenimiento de la Fuerza de Tarea Conjunta (FTC).
Sin ánimo de justificar o defender las actividades de la FTC, quisiera aclarar, en principio, que el surgimiento de movimientos revolucionarios subversivos, como el EPP, es consecuencia de la ineficiente, inoperante y hasta ausente acción de las autoridades “políticas”; es la resultante de años de abandono (ausencia del Estado) de una población carenciada y desatendida en sus más elementales necesidades que le permitan acceder a mejores niveles de vida. O sea, este es un problema “político”, no militar, aunque sí requiere la participación operativa y pacificadora de la Fuerzas Militares para garantizar la seguridad necesaria a las “otras instituciones” de la acción política del gobierno empeñadas en satisfacer las necesidades de la población que desalienten el fortalecimiento y el apoyo del movimiento subversivo.
Aviesamente se da a entender que la FTC es la única responsable del problema; y en efecto, es la única que permanece en la zona, con limitaciones en medios y recursos, sin apoyo ni consideración de gobernaciones e intendencias (con rubros de merienda escolar, Fonacide y hasta royalties). Pese a todo eso, es la que obstaculiza el crecimiento y accionar del EPP, impidiendo el fortalecimiento de la estructura política y administrativa, mimetizada en instituciones del mismo estado y hasta con curules en el congreso que lo sustenta y apoya.
Conviene saber que las escuelas de la zona están en las mismas condiciones deficitarias de hace 15 años (sin rubros de maestros, sin útiles, sin instalaciones adecuadas). Los centros y puestos de Salud son instalaciones fantasmas que carecen de lo elemental, personal y medicamentos. Caminos vecinales intransitables y ausencia total de personal de las instituciones de asistencia social como Indert, MAG, MOPC, SNPP y otras.
A todo esto hay que sumarle la ineficaz y hasta desvergonzada corrupción de la dirigencia política (niñeras, caseros y mozos de oro, creación de clínica médica en el Congreso con pagos millonarios para atender a nadie, comisionados entre instituciones que no laboran en ninguna, excesivo gasto de personal en la administración pública, etc., etc.), que constituyen el escenario óptimo para el surgimiento y fortalecimiento de movimientos subversivos.
Llama la atención que, periódicamente, senadores de determinado signo político soliciten la derogación de la Ley por la que se organiza y opera la FTC, a fin de disolverla por falta de resultados e ingentes costos. ¿Qué les parece si por las mismas razones: ineficacia, altos costos y “otras”, solicitamos también la misma medida sobre las Cámaras del Congreso? Probablemente tendría gran apoyo de la ciudadanía al que yo, obviamente, me sumaría.
En síntesis, el EPP en el norte y su estructura de apoyo y sustento en todo el país es un problema “político”, cuya solución requiere el empleo de todas las instituciones del Estado, bajo el amparo, apoyo y seguridad de la FTC.