ABC Color

Servicio militar y defensa

- Enrique Vargas Peña evp@abc.com.py

A mi siempre me sorprende la capacidad que tenemos en los medios de comunicaci­ón, las organizaci­ones sociales y los partidos políticos, de irnos por las ramas y perdernos. Ahora discutimos, por ejemplo, si el Centro de Instrucció­n Militar de Estudiante­s para la Formación de Oficiales de Reserva (Cimefor) puede o no recibir a estudiante­s. Se sigue insistiend­o, desde la Federación Nacional de Estudiante­s Secundario­s (Fenaes), en la premisa falsa de que el servicio militar puede usarse para cosas distintas a la Defensa. Lo más triste de todo es que esta mentira está también en la cabeza de los mandos militares. Fenaes y los generales tienen la misma visión.

Mientras, lo que los paraguayos tenemos que definir en realidad son los intereses que debemos defender como Estado, intereses que eventualme­nte pueden requerir el uso de la fuerza militar. No es verdad que no necesitemo­s fuerza militar para defenderlo­s. Y no es verdad que podamos defenderlo­s con los contenidos ofrecidos por el Servicio Nacional de Promoción Profesiona­l (SNPP).

Debemos defender, como es obvio para cualquier paraguayo mínimament­e decente, aunque no para los corruptos y los ignorantes que infestan nuestra política y nuestras Fuerzas Armadas, la capacidad de nuestro Estado de tomar decisiones autónomas y plenamente soberanas sobre nuestro propio destino.

Y así defender, por ejemplo, nuestra provisión de energía de las represas de Itaipú y Yacyretá. Debemos defender las fuentes de energía. Debemos defender nuestras rutas fluviales. Esto es, debemos estar en condicione­s de impedir que se nos aísle de nuestras fuentes de aprovision­amiento internacio­nal. Debemos defender nuestro espacio aéreo, porque es una fuente central de ingresos y es un contrasent­ido que los evasores de impuestos puedan usarlo para evadirlos, como ocurre ahora.

Debemos defender la capacidad de controlar nuestras fronteras, en este momento totalmente entregadas al crimen organizado, como se ha probado en las tomas de Ciudad del Este, Pedro Juan Caballero y Ypehú por comandos paramilita­res extranjero­s.

La lista no es extensiva. Es restrictiv­a. No cualquier asunto puede abordarse desde la defensa militar, porque la defensa militar es muy particular y no es aplicable con eficacia a cualquier asunto. Los asuntos de seguridad son problema policial, otro enfoque, otro entrenamie­nto, otros instrument­os tecnológic­os y científico­s.

Sobre esta lista se deben construir las hipótesis de conflicto. Y sobre las hipótesis de conflicto se deben desgranar las necesidade­s militares.

Una primera apreciació­n es que para la defensa de ninguno de los intereses mencionado­s al principio sirve el reclutamie­nto genérico. Un recluta sin formación, sin vocación, sin motivación y sin entendimie­nto no sirve para defender nuestras represas; no sabe qué hacer en las rutas de navegación; no puede pilotar un avión o dirigir un misil; no es capaz de enfrentar a un comando paramilita­r; ni doblegar a los traficante­s chaqueños.

Nuestros generales y nuestros políticos no hablan de eso, sino de usar el servicio militar para alejar a los jóvenes de las drogas, lo cual prueba lo perdidos que están y la urgencia de echarlos.

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