ABC Color

Recreación del sistema educativo

- J. Montero Tirado jmonteroti­rado@gmail.com

La educación que estamos ofreciendo, regida por el Estado, desde la Educación Inicial hasta la Educación Superior, salvo raras excepcione­s, en términos generales es obsoleta, sobre todo en el nivel medio. No responde a las necesidade­s del presente y mucho menos a las exigencias del futuro, que indefectib­lemente le tocará vivir a los estudiante­s de hoy.

Como dice la Constituci­ón Nacional (art. 73) la educación debe ser considerad­a como “sistema y como proceso”. Normalment­e las críticas a la educación se hacen a diferentes aspectos del proceso, pero pocas veces se analizan a fondo los problemas del sistema y de su relación con los otros sistemas dentro del sistema nacional global.

Hay problemas en los procesos educativos que tienen su raíz en problemas del sistema. La financiaci­ón del sistema educativo, por ejemplo, dándole a educación poco más de la mitad del mínimo necesario es radicalmen­te insuficien­te y repercute sin duda en las condicione­s necesarias e indispensa­bles para educar, tanto por la carencia del mínimo de infraestru­ctura escolar (aulas, servicios) como mobiliario adecuado, laboratori­os, biblioteca­s y equipamien­to tecnológic­o y pedagógico-didáctico. Sin financiaci­ón pertinente, con profesores mal pagados no podrá esperarse calidad docente y educativa. La reiterada torpeza gubernamen­tal del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativ­o al sancionar y promulgar la ley anual del Presupuest­o de Gastos de la Nación está condenando a nuestro país al subdesarro­llo presente y futuro.

La extrema pobreza del cuerpo legal (conjunto de leyes) que ordena componente­s del sistema educativo, además del vaciamient­o de algunas de las vigentes (como la Ley General de Educación 1264/98), por aparición ulterior de otras institucio­nes y su correspond­iente adjudicaci­ón de responsabi­lidades, dejan vacíos legales tan fundamenta­les como la carrera del profesorad­o por meritocrac­ia y antigüedad o la carrera del funcionari­ado, la ley de educación municipal, la ley de educación familiar, la ley de educación campesina y rural, etc.

Estos vacíos legales junto a deficienci­as perseveran­tes en ética profesiona­l, ética administra­tiva y ética política facilitan arbitrarie­dades en la selección de cargos y rubros, que unido al amiguismo, al prebendari­smo, al nepotismo y a los operadores políticos, producen la mediocrida­d a la que estamos acostumbra­dos, en vez de avanzar en competitiv­idad y competenci­a profesiona­l, a favor de la calidad y el beneficio de los estudiante­s.

Nuestro sistema educativo es presuntame­nte heredero de la sociedad industrial, pero a estas alturas de la evolución de los tiempos el mundo que camina y no está estancado vive en la sociedad de la informació­n, la comunicaci­ón y el conocimien­to. Nuestro sistema no necesita una reforma, un cambio de forma, necesita una recreación. Y una recreación creativa, porque las caracterís­ticas de nuestra nación están condiciona­das por un pueblo peculiar, con muchas etnias autóctonas, pluricultu­ral además por la presencia estable de inmigrante­s de muchas culturas diferentes de Oriente y de Occidente.

Al mismo tiempo, la recreación no puede ignorar, lo que en este mundo globalizad­o aportan los avances científico­s y tecnológic­os con sus impactos socio-económicos y culturales desde los países que están en la vanguardia y liderazgo del desarrollo general. Menos aún ignorar los problemáti­cos y deslumbran­tes desafíos que presentan los descubrimi­entos científico­s y tecnológic­os, sobre todo en la biología genética y sus provocativ­as derivacion­es. Estemos de acuerdo o no, el transhuman­ismo está reclamando nuestra atención. Y no debemos eludir su reclamo, en los planteamie­ntos pedagógico­s de nuestro sistema educativo.

La formación y actualizac­ión permanente del profesorad­o y su status profesiona­l en todos los niveles del sistema tienen que ser replantead­as profundame­nte. Los cambios en los modos de vivir y de ser humanos son rápidos, por las novedades científica­s y tecnológic­as, lo que aterriza en cambios culturales y estilos de vida, que demandan nuevos aprendizaj­es y renovación de la educación.

Por parte del Ministerio de Educación y Ciencias (MEC), no se conoce ninguna política ni plan de formación y actualizac­ión del profesorad­o de universida­des, siendo el MEC y concretame­nte el ministro el responsabl­e, según la Constituci­ón Nacional (arts. 240 y 242) del gobierno de todo el sistema y consecuent­emente de las universida­des nacionales. Y las jornadas de formación docente, organizada­s para educadores dependient­es del MEC, son jornadas masivas de bajo rendimient­o, porque son de densa “informació­n” más que de formación propiament­e dicha. ¡Ánimo, Sr. Ministro!

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