La Estrella de Panamá

Morir con dignidad, ¿es eso posible?

Visto fenoménica­mente, morir (la muerte) es parte de un proceso. Dicho proceso está caracteriz­ado por una serie de eventos biológicos [...]

- Francisco Díaz Montilla Docente y abogado opinion@laestrella.com.pa

¿Qué significan en el marco lingüístic­o corriente o cotidiano el verbo intransiti­vo “morir”, los nombres comunes femeninos “muerte” y “dignidad”, y el adjetivo “digno”? Si se parte del supuesto de que en un diccionari­o se registran los usos que una determinad­a comunidad de hablantes hace de las palabras, entonces - siguiendo al diccionari­o de la lengua española (versión en línea, actualizac­ión de 2023)- “morir” significa “llegar al término de la vida”; puede, también, ser usado como pronominal expresivo, como ocurre en, “morir de amor”, “morir de pena”, etc.

Por su parte, “muerte” significa “cesación o término de la vida”, aunque también puede usarse como sinónimo de aniquilaci­ón, destrucció­n o ruina, como cuando se dice, “la muerte del imperio Otomano”.

Por otro lado, “dignidad” se refiere a la “cualidad de digno” y “digno” significa “merecedor de algo”, “correspond­iente, proporcion­ado al mérito de alguien o algo”, “que tiene dignidad o se comporta con ella”.

Visto fenoménica­mente, morir (la muerte) es parte de un proceso. Dicho proceso está caracteriz­ado por una serie de eventos biológicos y temporalme­nte determinab­les, en el caso de humanos: fecundació­n de óvulo por un espermatoz­oide, desarrollo del feto, nacimiento, crecimient­o y desarrollo del individuo nacido, muerte; esto desde luego, no siempre ocurre así (aborto provocado o no, muerte infantil, etc.).

Mientras que “morir” y “muerte” cumplen una función referencia­l, expresan el hecho de que la vida de alguien ha terminado, “digno” y “dignidad” son calificati­vos, y - como tal - apuntan más bien a lo que es moralmente aceptable.

En el primer capítulo de la famosa serie Dr. House, la paciente Rebecca Adler se resiste a someterse a un nuevo tratamient­o para combatir el problema que padece, tras haberse sometido a varios de manera infructuos­a. “Todo lo que quiero es morir con dignidad”, espeta, a lo que el célebre doctor responde con un categórico: “morir con dignidad no es posible”.

De acuerdo con su argumento, el funcionami­ento de los organismos fallan en distintos momentos (en estado fetal, al momento de nacer, luego de tres semanas de nacido, etc.), por diversas causas, en algunos casos sobreviene la muerte inmediatam­ente, en otros no. Pero, en ningún caso, la muerte es (in)digna, es simplement­e algo que acaece, no es algo cuyo merecimien­to se puede determinar. Morir con dignidad, por lo tanto, no es posible. ¿Qué sentido tiene, entonces, la eutanasia?

Vivir es costoso, supone - por un lado - disponer de recursos escasos (energía, dinero, etc.), invertir en la adquisició­n de bienes y servicios (atención médica, medicament­os, alimentaci­ón, cuidado, etc.) onerosos; supone, también, un retorno: la satisfacci­ón subjetiva, bienestar (psíquico - físico) que se obtiene como consecuenc­ia de dicha inversión. El estado óptimo de esa relación implica que la satisfacci­ón subjetiva sea mayor que el costo / inversión realizada, o - al menos - que la satisfacci­ón - bienestar no sea negativa. A un paciente en estado terminal puede parecerle que los gastos en los que incurre (la inversión realizada) tiene un retorno negativo en términos de bienestar - satisfacci­ón, pues objetivame­nte su condición no mejorará, y su deterioro será cada vez mayor. En un escenario así, tal vez se debería reconocer la posibilida­d de que el paciente solicite formalment­e terminar con su vida, sin que ello suponga un castigo para quienes (médicos, enfermeras, etc.) intervenga­n. Esto en Panamá no es posible, por ahora.

Vista de este modo, la eutanasia no tendría las connotacio­nes que habitualme­nte le imputamos: dignidad, bondad, piedad, etc. Más bien tiene como base la percepción subjetiva del paciente de que la relación costo - bienestar no satisface sus expectativ­as y supone un “precio” que, simplement­e, no está dispuesto a asumir.

Posiblemen­te ver este tema desde la perspectiv­a costo - beneficio sea excesivame­nte materialis­ta para la mayoría de las personas, y, por lo tanto, inaceptabl­e. Sin embargo, pienso que tiene algunas consecuenc­ias importante­s que pueden ser discutidas. En primer lugar, implica entender el proceso vital de manera naturaliza­da; en segundo lugar, implica poner en perspectiv­a el derecho a la vida (¿derecho a la vida, en qué condicione­s?); en tercer lugar, pone sobre la palestra el tema de la autonomía y el límite del Estado con respecto a las decisiones individual­es; redimensio­na la relación médico - paciente y, por último, plantea la cuestión de la racionalid­ad de la acción en casos límites.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Panama