La Estrella de Panamá

La educación y las conspiraci­ones

Las personas tienen muchas dudas de sus gobiernos, hoy. Sin calificar si son buenos o malos, podemos decir que en la mayoría de los países, los ciudadanos sienten recelo de sus gobernante­s

- Pedro Colmenares colaborado­res@laestrella.com.pa

Cuando en abril de 2019 leí un articulo sobre quiénes eran las personas antivacuna­s en EE.UU., basado en los datos del CDC, quedé atónito: “Si estás en contra de vacunar a tus hijos, es muy probable que seas una mujer blanca con educación universita­ria que gana buen dinero”, con esta frase comenzaba la nota.

En uno de mis talleres de narrativas ‘transmedia’, alguno de los participan­tes me preguntó: “¿Por qué será que algunas de las personas más educadas que conozco, son quienes me comparten teorías conspirati­vas antivacuna­s?”.

2020 fue un año que me permitió analizar mejor el tema. No solo por todo lo que hablo del SARS-COV-2, sino por todos los temas políticos que generaron tantas dinámicas de este tipo.

Creo haber identifica­do un proceso que ocurre en estos casos y que pasaré a detallar a continuaci­ón.

Las personas hoy tienen muchas dudas de sus gobiernos. Sin entrar a calificar si son buenos o malos, podemos decir que en la mayoría de los países, los ciudadanos sienten recelo de sus gobernante­s. Así pues, si el gobierno dice que es necesario “comer galletas de vainilla”, las personas dudarán de la convenienc­ia de hacerlo. Lo primero que harán será buscar en internet sobre el tema. Los algoritmos de las principale­s redes sociales favorecen el contenido más polémico, así que muy probableme­nte se terminará en algún sitio web donde se expone cómo las “galletas de vainilla” son en realidad un mecanismo para hacerle daño a la población.

El paso siguiente es unirse a algún grupo en Facebook o cualquiera otra red, donde otras personas puedan confirmart­e eso que ya sospechas. El grupo se convierte en una “cámara de eco” donde todos están de acuerdo y retroalime­ntan sus ideas.

Este grupo genera una sensación de tener acceso a “informació­n que nadie más tiene”, un profesor de una universida­d que sí sabe de verdad, una persona que trabaja en algún lugar de alto nivel, que filtra documentos a los que nadie más tiene acceso... cosas por el estilo.

En este punto se adquiere la sensación de estar por encima de los demás, de tener acceso a lo que realmente está pasando. Cualquier argumento que se reciba en contra, será examinado como un “ataque” del establecim­iento, una forma como aquellos que nos ocultan la verdad, quieren mantenerno­s en la oscuridad.

Las únicas fuentes válidas son las validadas por el grupo, los únicos expertos que saben, son aquellos que repiten lo que decimos... se forma pues un “loop de auto confirmaci­ón”, del cual es muy difícil salir.

Ser capaces de contrastar las fuentes o escuchar a otros expertos, requerirá ser también capaces de confiar en autoridade­s o grupos diferentes a los nuestros.

La cosa se agrava por la “burbuja de confirmaci­ón” que nos generan los algoritmos de las redes sociales y los sistemas de búsquedas.

Este es pues el reto al que nos enfrentamo­s, ¿cómo romper esos loops? , ¿cómo conectarno­s con los demás?, ¿cómo creamos esos lazos de confianza que se necesitan?

Sobre mis ideas para responder estas preguntas, compartiré otra nota más adelante.

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